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Operación Barbar roja


Enviado por   •  25 de Marzo de 2014  •  Síntesis  •  2.065 Palabras (9 Páginas)  •  264 Visitas

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Operación Barbar roja

Escenario de la Operación Barbar roja

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La Operación Barbar roja (en alemán: Unternehmen Barbarossa), emprendida el 22 de junio de 1941, fue el nombre en clave dado por Adolf Hitler al plan de invasión de la Unión Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Esta operación abrió el Frente Oriental, que se convirtió en el teatro de operaciones más grande de la guerra, escenario de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa.

La Operación Barbar roja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas, que sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en poco tiempo. No obstante, la llegada del invierno ruso acabó con los planes alemanes de terminar la invasión en 1941. Durante el invierno, el Ejército Rojo contraatacó y anuló las esperanzas de Hitler de ganar la batalla de Moscú. La Operación acabó el 5 de diciembre de 1941 con la retirada del ejército alemán.

Los preparativos alemanes

La Operación fue diseñada en un principio en diciembre de 1940, tras el fracaso de la Batalla de Inglaterra. Hitler deseaba dividir sus fuerzas y no repetir el error de Napoleón Bonaparte de invadir un país tan extenso mediante un solo bloque de tropas; asimismo se ejecutaron diversas misiones de reconocimiento aéreo a lo largo de la frontera germano-soviética. Se estructuraron tres grupos de ejército asignados para conquistar regiones y ciudades grandes de la Unión Soviética una vez que la invasión comenzara.

• El Grupo de Ejércitos Norte fue asignado a la conquista de los países bálticos y de Leningrado.4

• El Grupo de Ejércitos Centro, el más poderoso en hombres y material, conquistaría Bielorrusia, participaría en la toma de Smolensk antes de dirigirse hacia la conquista de Moscú y la ocupación de las regiones centrales de Rusia.4

• El Grupo de Ejércitos Sur debía tomar la totalidad de Ucrania,4 sin dejar de lado la conquista de Kiev y continuar hacia el río Volga, teniendo como objetivo conquistar finalmente la región montañosa del Cáucaso, muy rica en petróleo.

Al final de los preparativos, la Wehrmacht había movilizado cerca de 3,2 millones de soldados hacia la frontera soviética, junto con un millón de soldados de países aliados y satélites, preparados todos para iniciar una ofensiva general desde el mar Báltico hasta los Cárpatos, contando para ello con la entrada de Rumania y Eslovaquia en la guerra. Existía, sin embargo, una discrepancia en los objetivos: mientras Hitler daba prioridad a la política y a la economía, deseando unirse cuanto antes a las tropas finlandesas en el norte y ocupar la riqueza agrícola de Ucrania en el sur, el Alto Mando deseaba destruir el centro de poderío militar soviético en Moscú, principal centro de comunicaciones del país.4 Hitler no contaba, además, con el apoyo japonés para la campaña, ya que no había realizado consultas sobre la misma con el gobierno nipón que, tras el ataque, se mantuvo neutral en el conflicto.

Los preparativos soviéticos

La Unión Soviética no era tan débil como parecía a pesar de la imagen que ofrecían las hambrunas y la campañas de persecución de Stalin. La Gran Purga y otros procesos de represión similares habían sembrado el miedo entre la población, pero la industrialización, sobre todo del sector pesado, había progresado hasta convertir al país en la segunda potencia industrial del mundo.

La producción de armamento fue aumentada en los años previos dentro del clima general europeo de rearme. En 1941 el ejército soviético sobrepasaba al alemán por un gran margen en cantidades de soldados y material, siendo los modelos de tanques, el T-34, el KV-1 y aviones Sturmovik, en muchas ocasiones mejores técnicamente que sus pares alemanes. Asimismo la cantidad de tanques (siete veces más numerosos que sus oponentes alemanes), cañones de largo alcance y aviones de combate disponibles en la Unión Soviética, resultaba ser mayor a la que Alemania y todos sus aliados pudiesen movilizar respecto de esas mismas armas. Sólo faltaba modernizarse en táctica militar.

El número real de tanques, aviones de guerra y divisiones del Ejército Rojo era desconocido por el OKW (Alto Mando de la Wehrmacht) alemán y de este modo por Hitler, quien consideraba inferior y desmoralizado al Ejército Rojo. Por otra parte los análisis de los generales germanos y del propio Hitler se sustentaban en el pésimo desempeño de las tropas soviéticas durante la Guerra de Invierno de 1939 contra Finlandia, en la que el Ejército Rojo sufrió cuantiosas pérdidas en hombres y material frente al ejército finlandés, mucho más pequeño y peor equipado, al cual combatían.

Se había pensado que el Ejército Rojo estaba en desventaja numérica respecto a la Wehrmacht precisamente en las guarniciones de regiones occidentales de la Unión Soviética[cita requerida], aunque sumando la totalidad de soldados soviéticos disponibles resultaba una cifra superior a la movilizada por Alemania y sus aliados. El Ejército Rojo podría movilizar casi cinco millones de soldados preparados ya en junio de 1941, pero para que tal diferencia fuese visible en combate era necesario primero movilizar grandes cantidades de tropas soviéticas desde Siberia, Asia Central y de la región del Extremo Oriente ruso, principalmente a las tropas que resguardaban los avances japoneses en Vladivostok.

La única gran desventaja soviética parecía ser la falta de preparación táctica de sus mandos para una invasión alemana, la escasez de oficiales y la rigidez del mando. Tras la Gran Purga de 1936 Stalin había reforzado su poder dentro de la Unión Soviética pero para ello había ordenado encarcelar o fusilar a varios miles de oficiales muy competentes del Ejército Rojo tales como el general Mijaíl Tujachevsky, (mentor de Heinz Guderian), al punto que de 90 generales de Ejército, solo 6 sobrevivieron la purga, y de 180 jefes de distrito militar solamente 57 vivían tras la purga, casi dos tercios de los comandantes de divisiones y de cuerpos de ejército habían sido arrestados o ejecutados.

El resultado fue que tales puestos vacantes fueron cubiertos por oficiales más jóvenes, carentes de experiencia dirigiendo tropas, y que tras el recuerdo de las purgas muy pocos de estos jóvenes comandantes se atrevían a tomar iniciativas propias en combate o a dar sugerencias a sus jefes directos. Además la desconfianza de Stalin impulsó que los nombramientos de jefaturas militares tras la Gran Purga tuvieran como base la "confiabilidad

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