Paradigmas
Enviado por edd2210 • 17 de Marzo de 2015 • 3.527 Palabras (15 Páginas) • 149 Visitas
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Paradigma de la complejidad, modelos
científicos y conocimiento educativo
El objetivo de este artículo es mostrar los principios epistemológicos
sobre los que se apoya el Paradigma de la Complejidad y la Teoría
del Caos, así como también contextualizar su desarrollo en el marco
del debate epistemológico actual. Este Paradigma aglutina a
científicos de diversos campos de conocimiento que insisten en la
conveniencia de adoptar nuevos modelos teóricos, metodológicos y,
por ende, una nueva epistemología, que permita a la comunidad
científica elaborar teorías más ajustadas de la realidad. Teorías que
permitan diseñar (modelizar) y poner en prácticas modelos de intervención
–social, sanitaria, educativa, política, económica, ambiental,
cultural, etc.– más eficaces que ayuden a pilotar y regular las acciones
individuales y colectivas. Subyace en esta actitud reformista un
firme intento de reformar la racionalidad sobre la que la ciencia y la
tecnología se han venido apoyando.
1. La reforma del pensamiento en la Ciencia: del Paradigma Mecanicista al
Paradigma de la Complejidad
En los últimos años se ha reabierto un nuevo frente de discusión en el
que participan científicos e intelectuales sobre la necesidad de reformar el
pensamiento y el conocimiento. La segunda mitad del siglo XX y, más concretamente,
desde los años 50 a los 70, nos legó, a través de la Teoría General
de Sistemas de L. Von Bertalanffy, herramientas conceptuales y metodológicas
apropiadas para generar un conocimiento fidedigno –lo que
no quiere decir «exacto»– de la Realidad como un todo organizado en
funcionamiento compuesto de múltiples dimensiones y elementos interrelacionados;
Interpretar la realidad desde esta metáfora implicó una primera ruptura
epistemológica de enorme relevancia científica. A raíz de la Teoría
General de Sistemas, la vocación analítica de la ciencia paradigmática
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cede paso a la vocación sistémica de una nueva ciencia: la Sistémica. Aún
así, el pensamiento sistémico no desbanca el pensamiento analítico de la
ciencia clásica. No obstante, el último tercio del siglo XX ofrecerá nuevos
hallazgos y modelos científicos haciendo nacer, en palabras del sistemista y
matemático Lorenzo Ferrer, «por primera vez en la Historia de la Ciencia, un
Pensamiento Sistémico compacto, heredero de «todos», alternativa a un
Paradigma Mecanicista» (Ferrer, L.:1998:217). Pensamiento sistémico compacto
que en términos paradigmáticos se rotula bajo el nombre de Paradigma
de la Complejidad.
El Paradigma de la Complejidad aglutina a científicos de diversos
campos de conocimiento que insisten en la conveniencia de adoptar nuevos
modelos teóricos, metodológicos y, por ende, una nueva epistemología,
que permita a la comunidad científica elaborar teorías más ajustadas
de la realidad que posibilite, al mismo tiempo, diseñar y poner en prácticas
modelos de intervención –social, sanitaria, educativa, política, económica,
ambiental, cultural, etc.– más eficaces que ayuden a pilotar y regular las
acciones individuales y colectivas. Subyace en esta actitud reformista un
firme intento de reformar la racionalidad sobre la que la ciencia y la tecnología
se han venido apoyando. Esta actitud reformista afecta indistintamente
tanto a las ciencias empírico-naturales como a las ciencias sociales
y humanas y, en consecuencia, incide asimismo en las Ciencias de la Educación.
Los valores epistémicos que motivan esta reforma del pensamiento
son, entre otros, los siguientes:
(a) conocer para hacer; es decir, combinar los conocimientos teóricos
con los de acción;
(b) conocer para innovar; o lo que es igual, conocer para crear nuevos
conocimientos, más allá del saber técnico-aplicacionista;
(c) conocer para repensar lo conocido o pensado; es decir, epistemologizar
el conocimiento, poner a prueba las categorías conceptuales
con las que el científico o el tecnólogo trabajan para
hacer inteligible o manipulable la realidad de la realidad que se
desea estudiar o sobre la que se desea intervenir.
Este nuevo espíritu reformista integra la vocación analítica de la
ciencia positivista con la vocación transdisciplinaria y problematizadora de
la filosofía sustantiva. Conjugar ambos intereses es lo que pretenden las
Ciencias de la Complejidad (De Rosnay, J.:1996) y el Paradigma de la
Complejidad (Morin, E.:1986, 1992). Espíritu que pivota sobre:
? la ley de la transdisciplinariedad y la metáfora sistémica (Paradigma
de la Complejidad o Pensamiento Sistémico).
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? Una teoría unificada del conocimiento a partir de la teoría de
la autoorganización y la teoría de la dinámica de los sistemas
complejos (Ciencias de la Complejidad).
2. Paradigma de la Complejidad y transdisciplinariedad
La vocación analítica de la ciencia positivista genera un saber
especializado, reduccionista y fragmentado. Los esfuerzos interdisciplinares,
aun cuando nos ayudan a prevenir los excesos de especialización y de
compartimentalización del saber, no resultan suficientes para dar cuenta
de la complejidad de los fenómenos, sean biofísicos o socioculturales. Es
decir, la interdisciplinariedad no resulta una estrategia válida para dar
cuenta del entrelazamiento de las múltiples dimensiones sobre las que se
organiza la realidad como un Todo, o, lo que es lo mismo, como una
unidad interrelacionada (complejidad). Para superar este reduccionismo, el
Paradigma de la Complejidad postula la necesidad de organizar el
conocimiento científico desde la transdisciplinariedad. La proyección
transdisciplinaria de las ciencias persigue como objetivo, siguiendo a Edgar
Morin (2001:32 y s.) «no un sector o parcela sino un sistema complejo que
forma un todo organizador que operan el restablecimiento de conjuntos
constituidos a partir de interacciones, retroacciones, interretroacciones y
constituyen complejos que se organizan de por sí». El epistemólogo y físico
teórico Basarab Nicolescu, actual director del CIRET1, ha precisado aún
más esta noción. Por transdisciplinariedad entiende aquellos que se sitúa a
la vez entre las disciplinas
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