Planeacion De Desarrollo

Desarrollo: metamorfosis del concepto y su empalme con la planeación

La construcción del desarrollo y su inquebrantable vínculo con la capacidad de planificar del hombre, han conservado siempre un eje antropocéntrico. Los primeros brotes de la planeación y la idea de progreso, se dejaron entre ver a inicios del siglo XX durante la época de la Ilustración . Luego, hacia la mitad de este mismo siglo, el término habría sido empleado por primera vez por un funcionario de la OIT , en un artículo titulado “The Economic Advancement of Underdeveloped Areas”.(Benson, 1942) (Praxmarer, 1984, pág. 421). Después de esto, el concepto sufriría un fuerte retroceso y seria relevado por la competitividad hasta inicios del siglo XXI, durante un periodo que se denominó “La reinvención del desarrollo” (Cuervo, 2010, pág. 4).

La Ilustración, centró su atención en la razón como medio para resolver los problemas de la humanidad, lo que hacía de esta época, la placa de Petri ideal para el cultivo de los conceptos de planeación y desarrollo. El tiempo dio lugar a un razonamiento donde la felicidad del hombre era medida según la cantidad de bienes materiales que este poseía y su afán por conseguirlos, pasaría a ser considerado “el motor del progreso” (Platteau, 1978) (Cuervo, 2010, pág. 5).

Siguiendo este argumento, la infelicidad no es otra cosa entonces, sino la escasez de bienes. Afirmando así, que la pobreza es causa de infelicidad, sociedades atrasadas, vicios malsanos y el detrimento de la economía.

Los individuos cuyas necesidades básicas están cubiertas y se hallan rodeados de condiciones climáticas favorables, no se esfuerzan por mejorar su calidad de vida, habitan en un cómodo estancamiento y el progreso no es motivo de preocupación alguna para ellos. Frente a esta situación, los economistas clásicos proponen: el estímulo de necesidades sociales de bienes materiales y reformas institucionales radicales, como la cura al letargo de las sociedades pobres. (Platteau, 1978, págs. 429-431) (Cuervo, 2010).

Siglo y medio después, en una publicación de las Naciones Unidas, se puede ver claramente como dichas propuestas no se consideran tan descabelladas; si realmente se persigue el desarrollo, medidas contundentes deben ser tomadas. Todo queda dicho en una sola frase “Muy pocas comunidades están dispuestas a pagar el precio del progreso económico” (United Nations, 1951, pág. 15).

En este punto, el desarrollo, ya no consistía en la sola acumulación de bienes, se dio paso a una metamorfosis del concepto, que puso en la mesa el mejoramiento de la eficiencia económica, dando a capitales y actividades previamente dejadas de lado – El capital educativo y humano, junto a los cimientos de la innovación (investigación y desarrollo) – una nueva relevancia.

Finalizando el siglo XX, el

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