Puertorriqueno

Universidad de sagrado corazón

ESP 121-70

Gladys Leiva

Tiempo atrás me hubiera sido muy difícil hacer este Trabajo, ya que nuestra visión en cuba de los habitantes de Puerto rico es muy limitada, pero hoy, 10 años después de vivir en libertad puedo asegurar que soy capaz de distinguir un puertorriqueño con los ojos cerrados, me explico:

Un puertorriqueño habla despacio, pausado y nunca pero  nunca está molesto, siempre sonríe, no tiene prisas tontas ni estreses infundados, gusta de la guaracha y es jaranero, habla alto y puede que estridente en ocasiones, pero el sonido es agradable ya que denota humildad y sencillez, el puertorriqueño no es prepotente, y si hospitalario, es capaz de sacrificar su tiempo sin temor por ayudar a alguien, sin reservas ni esperar nada a cambio. Si estamos en un país extranjero siempre lo reconoceremos por su tono de hablar, su metal de voz y sobre todo porque siempre o casi siempre traerá una bandera en alguna parte, o en una gorra o en un pulóver o simplemente vestirá inconsciente o “conscientemente” los colores de su bandera, el puertorriqueño ama puerto rico y lo defiende a capa y espada, añora su independencia pero valora la ayuda que recibe de sus hermanos del norte. Conoces a un puertorriqueño y no pasan dos minutos y empieza a hablar de la situación del país, eso le preocupa, y a veces me pregunto por qué no se unen y sacan el país adelante, es una isla preciosa y tiene mucho que dar, Después recuerdo a mi cuba y pierdo las ganas de criticar. Hablando del país, quien no conoce una alcapurria o un pionono no sabe lo que es puerto rico, y créanme solo ellos lo saben hacer como los dioses, el puertorriqueño ama la grasa y lo frito, ama el plátano como a su vida y lo utiliza en todas las formas posibles, cocinan bien, y le dan un puntico a la comida que es un “no sé qué” que suele ser exquisito. Ellos son sinónimo de salsa, de baile y risa, en el canto quien les gana, puerto rico  tiene un alto por ciento de artistas en el mercado musical internacional, quien va a pensar que una isla tan pequeña pudiera dar tan buenos exponentes de la música? Piensen y me darán la razón. No importa si hablan bien el español o solo lo chamusquean, no pasa un minuto y ya están diciendo” soy de puerto rico”

Los hombres puertorriqueños aun dan el asiento en el metro o el bus, y son galantes con las mujeres y los ancianos, y las mujeres son presumidas aunque no vanidosas. Los niños boricuas gustan de jugar al aire libre y estén donde estén los conoces porque corren y corren en los parques, disfrutando el aire libre. Conozco pocos puertorriqueños en Miami donde vivo pero he tenido el placer de conocerlos en su tierra, en su medio y reconozco que tenía una idea muy alejada de la realidad respecto a ellos, me gusta como son, el desenfado con que viven y las buenas vibras que transmiten, me gusta su comida, su música y su forma de ser, son orgullosos de su patria y la defienden con ahínco, por todas estas razones le dicen a puerto rico “La isla del encanto” y no es menos cierto que se merece el sobrenombre, como diría un boricua” ser hispano un placer, ser puertorriqueño un privilegio”

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