Que Significa Ser Educadora

Educadora: Según el diccionario es una persona que ejerce la acción de educar. Como un sinónimo de maestro, de profesor, de aquel que está encargado de traspasar los saberes y la cultura a sus educandos y prepararlos así para una vida en sociedad. Pero, ¿qué significa verdaderamente ser educadora? ¿Cuál es el verdadero valor de quien lleva orgullosamente ese título? Esto es de lo que hablaremos a continuación.

La primera imagen que sin duda viene a la mente al escuchar la palabra “educadora” es la de una dulce maestra con vestidito, y cintas coloridas en el cabello rodeada de un montón de chiquillos alegres y sonrientes. Y cuando se piensa en la profesión de educadora se observa un panorama de trabajitos con plastilina, colores y pinturas, canciones, juegos y sobretodo mucha diversión.

Ser educadora es un privilegio y una de las actividades más hermosas que existen; exige una dinámica constante, tanto física como intelectual y espiritual. Entender el papel de educadora frente al grupo es complicado porque tiene que escuchar y observar para conocer al grupo y también debe proponer y establecer los límites y normas.

Una labor intensa con los niños es muy agotadora, porque todos los niños demandan total atención. Pero no deja de ser maravilloso encontrar esa respuesta siempre entusiasta.

En preescolar, la educadora tiene varias ventajas: los alumnos están en la edad más propicia para el aprendizaje, todo quieren saber y siempre quieren jugar; el programa de trabajo concede a la educadora amplia libertad de organizar sus clases.

Entre los obstáculos a los que se enfrentan las educadoras se encuentran el horario de trabajo, porque cuatro horas no alcanzan para todo lo que tienen que hacer; las juntas y los requisitos administrativos del trabajo fundamental; otro problema es la falta de intercambio pedagógico.

Viviendo en el mundo de la operatividad, nos puede llegar a ser fácil orientar nuestra labor a hacer muchas cosas, a enseñar muchas materias o destrezas muy útiles, o muy interesantes, pero el educador o educadora, en ningún momento puede olvidar cuál es el centro de su labor. Una educación que enseñe a la persona a ser persona, a sentir, a disfrutar de las cosas que la naturaleza nos ofrece gratuitamente, a escuchar al vecino, al anciano o al niño, o a uno mismo... Un educador o educadora que precisa de un trabajo permanente, íntimo y personal, que siempre ha de interpelarse, de cuestionarse, de evaluarse.

El ser educador o educadora implica un estilo de vida, para el cual hay que llevar a cabo un trabajo personal constante, tanto de formación como de maduración, con todo lo que ello conlleva. Y así, con profunda creencia en el hombre y en la posibilidad de cambio de la realidad, ha de cambiar el educador o la educadora.

Las educadoras son profesionales, -no improvisadas- que cursan una carrera de cuatro años a nivel licenciatura, mediante

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