Reflexion De Evaluacion
Enviado por k_mafis • 18 de Diciembre de 2012 • 1.411 Palabras (6 Páginas) • 271 Visitas
Reflexión de evaluación.
Cada vez que se alude al término evaluación educativa, éste se asocia solamente a los resultados de aprendizaje de los estudiantes; y esto sería justificable si tomamos en cuenta que dichos resultados se le cargan al eslabón más débil de la cadena educativa, es decir, pareciera que el sistema sólo privilegia lo que el alumno “saca” de calificación, por lo que se constituye en la aspiración máxima del sistema educativo: las buenas calificaciones.
Cabe reconocer que en dichos resultados influyen más que el maestro, el alumno y los contenidos; implican también al método, al vínculo hogar–escuela–comunidad, a las relaciones interpersonales que imperan en el colectivo escolar y en el claustro docente, al funcionamiento de las estructuras administrativas, sin olvidar por supuesto, las perspectivas evaluativas del modelo que se esté trabajando. Es por todo ello que la evaluación es un concepto multirreferencial.
Ahora bien, si de los resultados de aprendizaje se trata y en ellos debemos concentrarnos, es necesario tener presente que en el caso del modelo pedagógico tradicional, éste sienta su concepción del desarrollo en las facultades innatas del alumno; y lo que busca es que repita de manera fidedigna lo aprendido, por lo que es el propio alumno quien tiene que estarse modificando para alcanzar los niveles de desarrollo que, de manera externa a él, le demanda la estructura educativa.
Sin embargo, las concepciones más actuales de aprendizaje reconocen que no sólo se habla de la adaptación de los alumnos a la estructura, sino que se concibe para lograr mejores niveles de acceso de los alumnos a la misma.
Sin embargo, lo no observable incide en determinados desempeños (habilidades, destrezas y actitudes), por lo que se requiere de una evaluación ideográfica que aunada a esos criterios observables, son los que describen textualmente el avance logrado por los alumnos, incluso en aquellos aspectos referidos a las actitudes y cómo se manifiestan en un sistema de valores.
La evaluación, atendiendo a sus agentes, pretende incorporar la idea de triangular varios puntos de vista para lograr mayor objetividad a través de contrastar varias subjetividades.
Tradicionalmente descansan en el maestro las acciones evaluativas; sin embargo, es hora de atender a cómo se ve el propio sujeto (autoevaluación) y cómo lo ven los demás (coevaluación), es decir no sólo sus colegas de aula, sin también otros actores implicados en el proceso educativo. Esta visión requiere de establecer la clara distinción entre evaluación y calificación.
La evaluación se ha convertido en los últimos tiempos en un tema recurrente, tanto en el debate didáctico como en las preocupaciones de los distintos estamentos que integran la vida escolar. Para muchos es un tema de difícil solución y de difícil acuerdo, pero indudablemente nos compromete diariamente en los desafíos similares de la tarea de educar.
Evaluar es participar en la construcción de un conocimiento axiológico, interpretando la información, estableciendo visiones no simplificadas de la realidad y facilitando la generación de una verdadera cultura evaluativa. Construir una cultura evaluativa implica incorporar a la evaluación como una práctica cotidiana que realizan todos y afecta a las instituciones en su conjunto, ya no para sancionar y controlar, sino para mejorar y potenciar el desarrollo de sus miembros; de esta manera, la evaluación ya no puede reducirse a una práctica que realizan unos (con autoridad o poder) sobre otros.
¿Para qué evaluamos?
Tradicionalmente la evaluación busca cumplir con el objetivo de valorar o medir en alguna forma el grado de dominio que un estudiante tenga sobre un tema específico, y así determinar su promoción o no al siguiente nivel del proceso.
Una adecuada planeación puede ampliar la utilidad de esta y lograr aportes significativos al desempeño del proceso.
El hecho de plantearnos el “por qué evaluamos” nos permite comprender su utilidad y sus principales enfoques. Unos enfoques no excluyen a los otros necesariamente, pero conviene distinguirlos con precisión porque cabe enfocar la evaluación de manera mucho más precisa según cada uno de estos tres planteamientos:
Evaluación inicial o diagnóstica.
Evaluación formativa.
Evaluación sumativa.
¿Qué evaluamos?
El alumno no es el único implicado en el acto de evaluar, por ello la respuesta a esta pregunta depende de la función que le atribuimos a la evaluación.
La evaluación del alumno Todos los objetivos educativos, pueden, con más o menos facilidad, con más o menos éxito, ser evaluados.
• El ámbito cognitivo, la adquisición de
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