Resumen Unidad VII Epistemologia
Enviado por javiapas • 26 de Junio de 2014 • 12.215 Palabras (49 Páginas) • 309 Visitas
UNIDAD 7: TECNOLOGIAS DE COMUNICACIÓN, AMBIENTES E INTERFACES.
Benjamín, w. Discursos interrumpidos I: “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” – texto 41
Walter Benjamin nació en Berlín, 15 de julio de 1892 y se suicidó el 27 de septiembre de 1940 en la población española de Portbou en la frontera hispano-francesa, mientras intentaba escapar de los nazis, al creer que el paso de su grupo a través de la frontera le sería negado Portbou. Fue un filósofo y crítico literario marxista y filósofo judeo-alemán.
Colaborador estrecho de la Escuela de Frankfurt, a la que sin embargo nunca estuvo directamente asociado. Adaptó su temprana vocación por el misticismo al materialismo histórico al que se volcó en sus últimos años, aportando un sesgo único en la filosofía marxista
“La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”
La obra de arte ha sido siempre susceptible de reproducción. La reproducción técnica de la obra de arte es algo nuevo que se impone en la historia intermitentemente.
La xilografía (grabar en madera) hizo que por primera vez se reprodujese técnicamente el dibujo. En el curso de la Edad Media se añaden a la xilografía el grabado en cobre y el aguafuerte, así como la litografía (grabado en cobre) ha comienzo del siglo XIX. Con la litografía la técnica de la reproducción alcanza un grado fundamentalmente nuevo, ésta dio por primera vez al arte gráfico la posibilidad de poner masivamente sus productos en el mercado. En la litografía se escondía virtualmente le periódico ilustrado y en la fotografía el cine sonoro.
Incluso en la reproducción mejor acaba falta algo: el aquí y el ahora de la obra de arte, su existencia irrepetible en el lugar en que se encuentra. El aquí y ahora, el original, constituye el concepto de autenticidad.
Las circunstancias en que se ponga el producto de la reproducción de una obra de arte, quizás dejen intacta la consistencia de ésta, pero en cualquier caso deprecian su aquí y ahora. La autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde el origen puede trasmitirse en ella desde su duración material hasta su testificación histórica.
En la época de la reproducción técnica de la obra de arte lo que se atrofia es el aura de ésta, el aura se refiere a la manifestación irrepetible de una lejanía por cercana que pueda estar. La técnica reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en el lugar de una presencia irrepetible. Esto conduce a una conmoción de la tradición; la liquidación del valor de la tradición en la herencia cultural.
Acercar espacial y humanamente las cosas es una aspiración de las masas actuales tan apasionada como su tendencia a superar la singularidad de cada dato acogiendo su reproducción. La necesidad de adueñarse de los objetos en la más próxima de las cercanías, en la imagen, más bien en la copia, en la reproducción. La reproducción se distingue inequívocamente de la imagen.
La unicidad de la obra de arte se identifica con su ensamblamiento en el contexto de la tradición. Esa tradición es desde luego algo muy vivo. Su aura, su unicidad, la índole original del ensamblamiento de la obra de arte en el contexto de la tradición encontró su expresión en el culto. Las obras artísticas más antiguas sabemos que surgieron al servicio de un ritual primero mágico, luego religioso. Es de decisiva importancia que el modo aurático de existencia de la obra de arte jamás se desligue de la función ritual. El valor único de la auténtica obra artística se funda en el ritual en el que tuvo su primer y original valor útil.
Al irrumpir el primer medio de veras revolucionario, a saber la fotografía, el arte sintió la proximidad de la crisis y reaccionó con la teoría de l’art pour l’art, con una teología del arte. Por primera vez en la historia universal, la reproductibilidad técnica emancipa a la obra artística de su existencia parasitaria en un ritual. La obra de arte reproducida se convierte, en media siempre creciente, en reproducción de una obra artística siempre dispuesta para ser reproducida. De la placa fotográfica son posibles muchas copias; preguntarse por la copia auténtica no tendría sentido alguno. Pero en el mismo instante en que la norma de la autenticidad fracasa en la producción artística, se trastorna la función íntegra del arte. En lugar de su fundamentación en un ritual aparece su fundamentación en una praxis distinta, a saber en la política.
En la fotografía, el valor exhibitivo comienza a reprimir en toda la línea al valor cultual. El valor cultual de la imagen tiene su último refugio en el culto al recuerdo de los seres queridos lejanos o desaparecidos. En las primeras fotografías vibra por primera vez postrera el aura en la expresión fugaz de una cara humana. Pero cuando el hombre se retira de la fotografía se opone entonces, superándolo, el valor exhibitivo al cultual.
Eugène Atget, actor, pintor y fotógrafo, hacia el 1900 retuvo las calles de París en aspectos vacíos de gente. Con Atget comienzan las placas fotográficas a convertirse en pruebas en el proceso histórico. Exigen una recepción en un sentido determinado.
Al correr el siglo XIX mantuvieron la fotografía y la pintura una disputa en cuanto al valor artístico de sus productos. Esa disputa era expresión de un trastorno en la historia universal del que ninguno de los dos contendientes era consciente. La época de reproductibilidad técnica desligó al arte de su fundamento cultual: y el halo de su autonomía se extinguió para siempre. Se produjo entonces una modificación en la función artística.
Se aplicó mucha agudeza para decidir si la fotografía es un arte, los teóricos de cine se encargaron de hacer el correspondiente y precipitado planteamiento.
Abel Gance un cineasta francés nacido en 1889, pionero del cine mudo, cuya carrera se prolongó durante 60 años, compara el cine con los jeroglíficos, según él “el lenguaje de las imágenes no está todavía a punto, porque nosotros no estamos aún hechos para ellas. No hay por ahora suficiente respeto, suficiente culto por lo que expresan.
Séverin-Mars por el contrario escribe “¿Qué otro arte tuvo un sueño más altivo… a la vez más poético y más real? Considerado desde este punto de vista representaría el cine un medio incomparable de expresión.
Con motivo de la realización de Reinhardt del Sueño de una noche de verano Werfel afirma que “no cabe duda de que la copia estéril del mundo exterior es lo que hasta ahora ha obstruido el camino para que el cine ascienda al reino del arte. El cine no ha captado todavía su verdadero sentido, sus posibilidades
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