Seres Vivos
Enviado por keyiou • 11 de Junio de 2015 • 1.702 Palabras (7 Páginas) • 267 Visitas
ResumenFRANKENSTEIN EDUCADOR Philippe Meirieu
INTROODUCCIÓN: HAY GINEBRINOS Y GINEBRINOS… o sobre la legitimidad de un enfoque mitológico en educación.
En la introducción de su libro Frankenstein Educador, Philippe Meirieu nos presenta un grave problema al que se enfrenta la educación: la insensata búsqueda por parte de muchos educadores de “construir un sujeto sumando conocimientos” (página 18). El autor relaciona esta perspectiva pedagógica con el mito de Frankenstein. Sostiene que la fabricación de un hombre que intenta Victor Frankenstein, el ficticio personaje creado por Mary Shelley, no difiere mucho de lo que lleva a cabo la pedagogía tradicional. El autor contrapone las figuras de Victor Frankenstein con la de otro ginebrino del Siglo XVIII: Jean Jacques Rousseau. Señala que mientras el primero es un científico con una enorme confianza en el progreso de la técnica y de la evolución humana, el segundo creía que los progresos científicos aumentan la desigualdad y violencia entre los hombres. Sin embargo, solo Rousseau tuvo una gran influencia sobre el pensamiento educativo que tanto desarrollo su ciudad.
Meirieu retoma este mito fundacional de Frankenstein, ya que nos enfrenta con un problema básico de la educación. Todo educador ha de enfrentarse a alguien a quien debe transmitir lo que considera necesario para su desarrollo. Pero el educando, aunque depende de la educación, se resiste al poder que se quiere ejercer sobre él, se resiste, en definitiva, a que se quiera “hacer algo” de él. A lo largo del texto se intentará encontrar la respuesta a esta problemática sobre cómo educar sin cometer los errores de Victor Frankenstein.
FRANKSENTEIN, O EL MITO DE LA EDUCACIÓN COMO FABRICACIÓN
En primer lugar, el texto señala que así como nadie puede darse a sí mismo la vida, tampoco puede darsela identidad. Esta se construye a partir de nuestra introducción en este mundo, el cual existía antes de nuestro nacimiento y seguirá existiendo tras nuestro fallecimiento. Somos introducidos en él por adultos que nos educan.
Dos características propias de los hombres son su capacidad de aprendizaje y su capacidad de elegir, su voluntad. El ser humano tiene en primer lugar, una dependencia extrema: necesita que lo ayuden a estabilizar progresivamente sus capacidades mentales que le ayudarán a vivir en el mundo, necesita ser educado. Pero a su vez esta educación no lo determina, pues es un ser libre. En estos dos aspectos se diferencian claramente los hombres de los animales.
Meirieu enfatiza que educar no consiste simplemente en desarrollar una inteligencia formal capaz de resolver problemas, sino que es también, “desarrollar una inteligencia histórica capaz de discernir en qué herencias culturales se está inscrito” (páginas 24 y 25). Este aspecto de la educación es muy importante, pues si se ignorarán los aportes realizados por los predecesores de nuestra cultura, podríamos caer eternamente en los mismos errores e inclusive no comprender las razones por las cuales son errores. Entonces, educar es ante todo, introducir a un universo cultural. Lo cual es cada vez más difícil, pues actualmente el entorno cultural cambia radicalmente de una generación a otra.
Por otra parte, el texto subraya la conciencia que se tiene hoy en día sobre la importancia de la educación para nuestro futuro y, en consecuencia, la importancia que tiene el rol del educador. Se señala que este debe, alejándose del determinismo y el fatalismo imperantes unas décadas atrás, ser optimista con respecto a su labor y creer en la posibilidad de lograr algo con el educando. Entonces, el educador puede considerar al hombre que educa como un logro, su logro.
El autor realiza una comparación entre el relato del Pigmalión y una contradicción que suele darse en la tarea educativa: “el educador quiere `hacer al otro´, pero también quiere que el otro escape a su poder para que entonces pueda adherirse a ese mismo poder libremente porque una adhesión forzada (…) no puede satisfacerle” (página 35). El educador, entonces, no se conforma con que el educando sea un simple producto pasivo sino que busca que sea una persona libre. Pero, a su vez, pretende que con esa libertad le agradezca la labor realizada.
Meirieu relaciona, a su vez, la educación con el relato de Pinocho, relación a partir de la cual extrae ciertas conclusiones. Por un lado señala la manera en la que a menudo, buscando el bien del educando, los educadores dejan de lado los intereses de este. Afirma, también, que en tanto el educando no pueda “situarse en el yo”, guiara sus actos a partir de los intereses de otros o de los impulsos de él mismo; mientras que cuando pueda “situarse en el yo”, cuando ejerza su voluntad, madura, es capaz de realizar “un gesto que no ha hecho nunca y que no sabe hacer, pero que debe hacer precisamente para aprender a hacerlo” (páginas 39 y 40).
Según el autor, tanto Pigmalión como Pinocho son materiales que el hombre utiliza con un mismo objetivo: fabricar lo humano. El Golem se diferencia de ambos porque con su creación lo que se busca es fabricar un servidor. Sin embargo, tal como sostenía Hegel, los esclavos no se dejan dominar fácilmente. Asimismo, el amo quiere ser reconocido libremente por su esclavo, el cual es incapaz de hacerlo por la misma dependencia que lo relaciona con
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