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Socialismo Cristiano


Enviado por   •  22 de Julio de 2013  •  3.476 Palabras (14 Páginas)  •  783 Visitas

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Socialismo

Es un término que, desde principios del siglo XIX, designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden un sistema económico y político basado en la socialización de los sistemas de producción y en el control estatal, de los sectores económicos, lo que se oponía frontalmente a los principios del capitalismo. Aunque el objetivo final de los socialistas era establecer una sociedad comunista o sin clases, se han centrado cada vez más en reformas sociales realizadas en el seno del capitalismo. A medida que el movimiento evolucionó y creció, el concepto de socialismo fue adquiriendo diversos significados en función del lugar y la época donde arraigara.

Socialismo cristiano

Historia u orígenes

El Socialismo Cristiano (llamado también Cristianismo Social), es un movimiento pequeño pero influyente, es una teoría que procura conferir a la religión cristiana un tinte socialista, presentar el cristianismo como defensor de los Intereses de los trabajadores y como medio de liberación de todas las calamidades sociales.

El socialismo cristiano surgió en las décadas de 1830 y 1840 como variedad del socialismo feudal, en el que se revelaba la hostilidad de las clases feudales en trance de desaparecer respecto al capitalismo, después de un tiempo al no poder mantenerse ajeno a las conmociones causadas por la aparición del socialismo como participante activo en la historia de Europa y Gran Bretaña, durante el siglo XIX. Ocupó con relación a este nuevo personaje del drama político una serie de actitudes que evolucionaron desde breves diálogos cautelosos con el socialismo de tipo utópico y reformista, pasando por una abierta guerra con el materialismo marxista hasta una convivencia pacífica que deja a salvo ciertos principios.

Sus principales exponentes fueron Juan Frederick Denison Maurice (1805 - 1872, teólogo y socialista ingles), Charles Kingsley (1819 – 1875, Escritor británico) y John Ludlow (1821 – 1911, líder del socialismo cristiano).

El Socialismo Cristiano fundamentaría sus teorías durante el año 1891, cuando el papa León XIII público la encíclica Rerum Novarum, según este documento, el Papa establecía su expresa oposición a la lucha entre clases sociales defendida por la doctrina marxista. En su lugar, el pontífice romano colocaba a la religión como un instrumento capaz de eliminar las desigualdades en el mundo. De esa forma, la moral y el amor cristiano entre trabajadores y empleadores pudiera ser el punto fundamental para que la justicia social fuese paulatinamente alcanzada.

Durante la Edad Media, la división de clases llegaba a veces hasta el clero mismo. Los sacerdotes salidos de los estratos inferiores realizaban la tarea evangélica, en contacto con el pueblo. Los clérigos aristócratas hacían la política de la Iglesia. La Revolución Industrial, que llevó a su punto crítico el desequilibrio social, produjo memorables reacciones entre algunos exponentes de las iglesias católicas y protestante.

Había dos aspectos que considerar:

• Uno de carácter doctrinal.

• Otro de valor práctico.

Desde el carácter doctrinal, los representantes de aquellas dos ramas cristianas comprendieron que era tiempo de revitalizar, en el campo de la realidad, las prédicas de Cristo. El industrialismo hacía manifiestos, de las injusticias sociales. El hombre había encontrado en el capitalismo individualista un camino abierto para la satisfacción desenfrenada de sus ganas de posesión. El hombre había dejado de ser el prójimo, para convertirse en una especie de enemigo del hombre, dentro de un sistema organizado y permanente del aprovechamiento de unos a costa de otros.

Y desde el punto de vista práctico, algo debía hacer el cristianismo para poner límite al abandono de adeptos desde los rediles de la iglesia hacia las filas del socialismo militante, acaudalado en promesas de soluciones inmediatas para los problemas vitales de las grandes masas.

Fue un Padre de la Iglesia quien empezó a negar rotundamente la legitimidad del derecho de propiedad; es por eso que el cristianismo y el socialismo hubiesen seguido rumbos paralelos en ciertas etapas del viaje histórico y que, en distintas épocas y formas diferentes, se hubiese tratado de refundirlos. Hay que resaltar que si bien esas corrientes marcharon por rumbos semejantes, no llegaron nunca a unirse permanente y totalmente.

Se le dio a la Iglesia el derecho para imponer sanciones espirituales por actos inmorales. Conforme creció el poderío de la iglesia y la autoridad de ésta, gravitó en las manos del Papa, el derecho de excomulgar a miembros de la Iglesia que desobedecieran por lo que se convirtió en un arma valiosa y se estableció la doctrina de que el soberano excomulgado perdía el derecho a la lealtad de sus súbditos. Sin embargo ni el derecho a imponer sanciones espirituales, ni la acción individual de religiosos pudo poner freno a los desmanes del absolutismo y del sistema de privilegios.

El cristianismo tomó sus formas teológicas definitivas, y la iglesia asentó su poder temporal. Pero, en estricta verdad, no puede decirse lo mismo de la ética cristiana en el campo social. Poco logró hacer la Iglesia para remediar los males de la sociedad feudal. Hubo, como en todo tiempo, sacerdotes que se aproximaron a los siervos, pero en ausencia de una acción oficial definida por parte de la Iglesia, la sala caridad cristiana no tuvo alcance para tocar el fondo del abismo que separaba a las clases medievales. No logró valerse de su poder en el orden espiritual para imprimir el acento de Cristo en el orden de relaciones humanas que, por diez siglos, caracterizó al feudalismo.

Se sostiene que el cristianismo es más que uno de los ingredientes principales de la "cultura de occidente" su esencia misma, su espíritu. Primero, mediante la iglesia única de Roma y luego por la acción radial de sus diversas ramas. El desprendimiento de los bienes terrenales que predicó Jesús aparta al hombre del desenfreno posesivo, del apetito desmedido que es causa y efecto del enriquecimiento individual de unos a costa de otros.

El cristianismo tiene parte activa en la vida espiritual de millones de seres humanos y en los acontecimientos que informan su realidad durante 20 siglos en Europa, América y partes de otros continentes. Es, pues, natural que de uno u otro modo el cristianismo haya tenido contacto con los fenómenos político-sociales que se desarrollan en ese lapso.

El cristianismo es intrínsecamente individualista, ya que proclama los valores primordiales del espíritu humano, reflejo de la sustancia divina. Tanto su metafísica como su ética se asientan en el concepto de la responsabilidad individual ante Dios, y del libre albedrío, incompatible, por ejemplo, con el

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