TEORIA GENERAL DEL ESTADO
Enviado por cpdeluna • 11 de Febrero de 2015 • 1.491 Palabras (6 Páginas) • 158 Visitas
HISTORIA DEL DINERO
INTRODUCCIÓN
La palabra dinero proviene del latín denarius. De todas las acepciones aceptadas por la Real Academia, los economistas utilizamos la última: medio de cambio de curso legal, que es más genérica, ya que el dinero se puede instrumentar en moneda física o en cualquier otro objeto tangible o intangible de confianza. Que no nos confunda la etimología de la palabra: el origen del dinero no está en los denarios romanos, sino mucho más atrás, en el comienzo de las relaciones comerciales. Cuando el ser humano cambió el modelo económico de subsistencia por el de la especialización productiva, surgió la necesidad de contar con un sistema que facilitara los intercambios. Así, junto con el trueque, las sociedades empezaron a utilizar diferentes objetos valiosos (por escasos) y líquidos (de fácil circulación) como medio de cambio. El valor que poseían estos objetos (metales, piedras preciosas, conchas, plumas, alimentos…) erareal, intrínseco. No procedía de ninguna autoridad suprema.
CONTENIDO
En el libro de Política (c.350 aC), el filósofo griego Aristóteles contempla la naturaleza del dinero. Considera que cada objeto tiene dos usos, el primero es el propósito original para el cual el objeto fue diseñado, y la segunda posibilidad es la de concebir el objeto como un elemento para vender o intercambiar. La asignación de un valor monetario a una objeto de otra manera insignificante, como una moneda o pagaré surge como la gente y sus socios comerciales desarrollan una capacidad psicológica a poner la confianza en el otro y en la externa autoridad dentro del trueque.
Las dificultades inherentes al trueque llevaron a utilizar diversos bienes para facilitar los intercambios. Estos bienes convertidos en instrumentos generales de cambio se convirtieron en las primeras formas de dinero. A lo largo de la historia, se han utilizado muchos tipos de bienes como medios generales de pago. A lo largo del tiempo se ha buscado bienes con un valor estable, de alto valor en relación con su volumen y disponible en cantidades suficientes a las exigencias. También se ha exigido que sean bienes fácilmente almacenables, que puedan ser transportados sin dificultad, divisibles, inalterables y no perecederos.
En tiempos de las grandes civilizaciones ya había emprendedores creativos y espabilados que ofrecían servicios de custodia, cambio y envío de dinero. En la Edad Media (s.XII), los orfebres tenían establecimientos donde custodiaban monedas y otros objetos de alto valor intrínseco y, para solucionar el problema del almacenaje, empezaron a certificar la propiedad de los mismos con el correspondiente recibo canjeable de papel.
Pero llegó el momento del mercantilismo (año 1500) y de las relaciones comerciales entendidas no como medio de vida sino como sistema que servía para acumular, crecer, prosperar.
Los ciudadanos empezaron a utilizar los recibos como medio de cambio, porque confiaban en que, cuando fuera necesario, podrían ir al establecimiento de origen y canjearlo por monedas.
Pero he aquí que la confianza se transformó en credulidad, los ciudadanos dejaron de exigir el respaldo físico de los papeles y estos se consolidaron como moneda convencional. Había nacido el dinero fiduciario. Y la cosa se descompuso cuando los orfebres abrieron una nueva línea de negocio: prestar recibos respaldados con moneda en custodia. Sin negar la ventaja de contar con dinero ajeno para expandir la actividad comercial, las autoridades se dieron cuenta de que había más recibos circulando que monedas almacenadas. Y decidieron intervenir fundando los Bancos Centrales, instituciones con autoridad exclusiva para emitir moneda convencional con el respaldo de las reservas nacionales de oro y plata.
De paso, aprovecharon la intervención para hacer caja, darle un poco de marketing al aburrido papel y ponerle la cara del personaje de turno para otorgarle contenido patriótico.
Así, cada nación añadió el dinero fiduciario a su colección de distintivos propios. (Los denarios también llevaban la cara del César). Y los banqueros de la Edad Moderna no fueron los primeros prestamistas de la historia. Pero la novedad radica en que el dinero de papel tiene valor fiduciario pero no real.
Que aquellos bancos centrales originarios tuvieran el monopolio de la Gran Impresora no evitó que los bancos comerciales siguieran prestando más recibos –ahora ya oficiales- de los que podían canjear. Y a las flamantes autoridades monetarias les faltó tiempo para emplear la impresora con fines geo-estratégicos, o sea para financiar guerras y, más tarde, para solucionar problemas económicos generales.
El dinero fiduciario se fue generalizando en todas las sociedades. Las naciones desarrollaron sucesivos sistemas monetarios internacionales –de
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