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TRABAJO Y SOCIALISMO


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2012  •  3.750 Palabras (15 Páginas)  •  322 Visitas

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TRABAJO: Es el esfuerzo necesario para suministrar bienes o servicios mediante el trabajo físico, mental o emocional para beneficio propio o de otros.

En el lenguaje actual tiende a diferenciarse entre trabajo remunerado y trabajo gratuito. Se suele denominar trabajo remunerado al empleo bajo contrato a cambio de un sueldo o salario; suele ser considerado como un intercambio de esfuerzos en un lugar determinado y dentro de un horario específico. Sin embargo, estas características están asociadas a la industrialización, con su organización en fábricas y oficinas, que, en su conjunto, fue una actividad masculina. Así, el trabajo en el sentido de empleo ha sido básicamente masculino hasta la reciente incorporación de la mujer. Históricamente la definición de trabajo en su sentido más amplio es incorrecta, ya que de hecho en su mayor parte ha sido realizado por mujeres, especialmente en el hogar y en las prácticas de crianza.

El impacto de la cultura industrial ha sido tan grande que se ha llegado a asociar el concepto de trabajo con el de la fábrica o la empresa, cuando, por el contrario, actualmente se realiza cada vez más en lugares como el hogar, la comunidad y los centros de recreo. En el siglo XX se ha reducido el número de horas de trabajo por día, semana, año al mismo tiempo que se han ampliado el periodo de la infancia y los beneficios de la jubilación.

Trabajo, en Economía, es el esfuerzo realizado para asegurar un beneficio económico. Es uno de los tres factores de producción principales, siendo los otros dos la tierra (o recursos naturales) y el capital.

En la industria, el trabajo tiene una gran variedad de funciones, que se pueden clasificar de la siguiente manera: producción de materias primas, como en la minería y en la agricultura; producción en el sentido amplio del término, o transformación de materias primas en objetos útiles para satisfacer las necesidades humanas; distribución, o transporte de los objetos útiles de un lugar a otro, en función de las necesidades humanas; las operaciones relacionadas con la gestión de la producción, como la contabilidad y el trabajo de oficina; y los servicios, como los que producen los médicos o los profesores.

A raíz de la Revolución Industrial a finales del siglo XVIII, casi todos los trabajadores estaban empleados mediante el sistema fabril y prácticas similares. Estos trabajadores estaban explotados económicamente y padecían enfermedades, discapacidades o desempleo. A principios del siglo XIX, la creciente oposición a los costes sociales del capitalismo extremo debido a la filosofía del laissez-faire, provocó el desarrollo del socialismo, así como el de movimientos que luchaban contra los excesos cometidos, como en el caso del trabajo infantil.

Los trabajadores empezaron a asociarse en sindicatos y cooperativas que les permitieron participar en distintas actividades políticas y protegerse con medios económicos y políticos. Las leyes que regulan el trabajo muestran el éxito y la fuerza de la moderna organización de los trabajadores, al igual que la negociación colectiva y los acuerdos de closed shop muestran sus carencias.

EL SOCIALISMO es un modelo social que propugna la socialización de los medios de producción donde el estado es dueño del patrimonio productivo y su administración es de orden colectivista puede ser no estatal propiedad comunitaria en sentido amplio o estatal nacionalización mediante planificación central burocrática, sea el Estado democrático o no, además de repartimiento de bienes, intereses, por igual.

La propiedad privada de los medios de producción se ha consolidado como resultado de un proceso histórico en el cual, con el paso del tiempo, han concurrido distintos sistemas productivos: primero el esclavismo, después el feudalismo y luego el propio capitalismo.

En estas empresas privadas, ya no importa la relación que existe entre el trabajo del productor y su producto final; sus medios de producción y la satisfacción de sus necesidades; ya no importa si el productor realiza sus capacidades físicas e intelectuales de una manera integral en el trabajo; ya no importa si el productor siente satisfacción y goce por su trabajo. Lo que importa es la apropiación del sobre-producto (plusvalía) por una minoría de propietarios de los medios de producción, a expensas de la mayoría de los productores”.

En el sistema socialista las relaciones sociales de producción se enfocan en la base de la propiedad social colectiva de los medios productivos, anulando así en concepto las clases sociales tan marcadas como las del modo capitalista y la apropiación excesiva del trabajo producto de la explotación laboral, quedando así por hecho la desaparición de la lucha de clases; por lo tanto se caracteriza por un control consciente de la sociedad como un entero, colectividad sobre las funciones económicas integrantes al funcionamiento de su estructura social. El socialismo como tal nace a partir de ideas y escritos de distintas propuestas que estaban en la búsqueda de un sistema menos voraz y más justo, en donde las ideas de la teoría marxista le dan un gran impulso y más fuerza como modo de producción.

Socialismo, término que, desde principios del siglo XIX, designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden un sistema económico y político basado en la socialización de los sistemas de producción y en el control estatal parcial o completo de los sectores económicos, lo que se oponía frontalmente a los principios del capitalismo. Aunque el objetivo final de los socialistas era establecer una sociedad comunista o sin clases, se han centrado cada vez más en reformas sociales realizadas en el seno del capitalismo. A medida que el movimiento evolucionó y creció, el concepto de socialismo fue adquiriendo diversos significados en función del lugar y la época donde arraigara.

Si bien sus inicios se remontan a la época de la Revolución Francesa y los discursos de François Nöel Babeuf, el término comenzó a ser utilizado de forma habitual en la primera mitad del siglo XIX por los intelectuales radicales, que se consideraban los verdaderos herederos de la Ilustración tras comprobar los efectos sociales que trajo consigo la Revolución Industrial.

Entre sus primeros teóricos se encontraban el aristócrata francés conde de Saint-Simon, Charles Fourier y el empresario británico y doctrinario utópico Robert Owen. Como otros pensadores, se oponían al capitalismo por razones éticas y prácticas. Según ellos, el capitalismo constituía una injusticia: explotaba a los trabajadores, los degradaba, transformándolos en máquinas o bestias, y permitía a los ricos incrementar sus rentas y fortunas

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