TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN Y SU IMPORTANCIA EN EL SURGIMIENTO DEL TRASTORNO DISOCIAL.
Enviado por A2zl13tpx • 7 de Junio de 2014 • 1.003 Palabras (5 Páginas) • 232 Visitas
TRASTORNO DE DÉFICIT DE ATENCIÓN Y SU IMPORTANCIA EN EL SURGIMIENTO DEL TRASTORNO DISOCIAL.
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurológico ocasionado por una deficiencia en los niveles de dopamina, serotonina y noradrenalina. Los niños con esta enfermedad presentan conducta disruptiva, agresividad, baja tolerancia a la frustración y un marcado desamparo emocional ocasionado por los padres y demás familiares, maestros y gente en general, ya que no comprenden que su conducta es ocasionada por este trastorno. En los niños y niñas que presentan TDAH no son conscientes de lo que les sucede, ya que tiene una inmadurez en la corteza prefrontal que es la encargada del autocontrol emocional. Los neurotransmisores antes mencionados son los encargados de la atención, la socialización, el autocontrol y la autoestima, solo por citar algunas de sus funciones. Los niños con TDAH no aprenden con la prueba y el error, ya que olvidan fácilmente el motivo de alguna reprimenda por parte de los cuidadores. Si a un niño normal, que no padezca TDAH, su madre le dice que apague la televisión y ponga la mesa porque ya van a cenar, muy probablemente si está muy interesado en su programa dirá “espérame un momento, ahorita la apago” y seguirá viendo la televisión. El adulto le volverá a pedir que apague la televisión y ponga la mesa para cenar y el niño, aunque un poco desilusionado pagará la televisión y se irá a poner la mesa. Ahora bien, en el caso de un niño con TDAH que tiene problemas para el autocontrol, el manejo de la frustración y que le cuesta concentrarse en varias actividades a la vez, así como desvincularse de una actividad rápidamente para entrar a otra (ocasionado todo esto por los neurotransmisores que no trabajan como debería ser), cuando su madre le diga que apague la televisión, ponga la mesa y venga a cenar, el niño no contestará y seguirá como si nada. Cuando su madre le vuelva a pedir que haga lo que le pidió, el contestará que en un rato más lo hará. La madre insistirá y levantará la voz y el niño se molestará (tiene problemas para el manejo de la frustración y para pasar de un asunto a otro) y gritará que en un rato más lo hará y hará un berrinche. La madre le reñirá y él se pondrá agresivo porque le dijo que en un rato más lo haría ya que está muy bueno el programa y le cuesta pasar de una cosa a otra. La madre le pegará y el niño se sentirá rechazado e humillado porque no entiende porqué le pegaron. En su mente no alcanza a comprender el proceder de su madre. Ahora bien, si la madre le dice cosas como: “eres muy chiflado”, “eres mal hijo”, “nunca me quieres hacer caso”, “maldito” y otras cosas más hirientes, o si lo compara con otro niño más obediente. El caldo de cultivo está hecho para que este niño se crea (porque ellos creen como una sentencia todo lo que los adultos les dicen) que es el ser más despreciable
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