Toma de Presión Arterial
Enviado por jaelyzabeth • 3 de Julio de 2016 • Informe • 5.114 Palabras (21 Páginas) • 398 Visitas
INFORMES DE PRÁCTICAS DE FISIOLOGÍA N° 3
Nombre del estudiante:
N° de grupo: Paralelo “A”
Nombre del docente: Dr. Pablo Renato Aldaz Roldan
Título de la práctica (A): Toma de Presión Arterial
Materiales:
Tensiómetro de pulso o esfigmómetro
Estetoscopio o fonendoscopio
Silla
Objetivos de la práctica:
Comprender la teoría de presión arterial, aplicarla en práctica y lograr relacionarla con las actividades de nuestro diario vivir.
Tomar la presión arterial correctamente siguiendo el procedimiento adecuado con el fin de divisar los niveles aumentados ya que podrían pasar por desapercibidos.
Identificar las variaciones de la presión arterial de acuerdo a las situaciones fisiológicas en las que se encuentre el paciente.
Desarrollo de la práctica:
Para realizar esta práctica es necesario conocer el significado de presión arterial, definiéndola como “la fuerza ejercida por la sangre contra una unidad de superficie de la pared del vaso” (Guyton & Hall, 2012). Esta generalmente se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y es controlada por tres principales factores: el gasto cardiaco, el volumen sanguíneo, la resistencia vascular y la elasticidad de las paredes arteriales a nivel principal de las arteriolas.
La presión arterial está compuesta por una presión sistólica y otra diastólica. Siendo la sistólica la presión máxima que se alcanza en la sístole, específicamente en la fase de eyección ventricular, dependiendo fundamentalmente de la distensibilidad de la aorta, las grandes arterias y el gasto cardiaco. Mientras que la diastólica es la mínima presión de la sangre que ocurre durante el diástole y depende principalmente de la resistencia vascular periférica.
En la presión sistólica los valores normales se encuentran entre 100 y 140 mmHg; y en la presión diastólica es entre 60 y 90 mmHg. Si aumenta de esos límites se empieza a considerar hipertensión de estadio 1 cuando la presión sistólica va desde 140 a 159 mmHg y la presión diastólica de 90 a 99 mmHg; y se considera hipertensión de estadio 2 cuando la presión sistólica es mayor o igual a 160 mmHg y la presión diastólica mayor o igual a 100 mmHg. (Espinosa, 2013)
Adicionalmente la presión arterial varía por condiciones fisiológicas en las personas a lo largo de las 24 horas, donde influyen las emociones, la actividad física, la posición, el sueño, la presencia de dolor, estimulantes como el café, tabaco, algunas drogas; la temperatura corporal el peso corporal e incluso el sexo.
Consecuentemente se procedió a la toma de presión arterial, la cual consistió en el siguiente procedimiento:
1. Primeramente se debió presentar al voluntario, solicitando su colaboración y consentimiento para el procedimiento.
2. Se comprobó: Que la persona no haya consumido café o sustancias estimulantes; no haya fumado o realizado ejercicios. Que se encuentre sentado cómodamente, pegado al respaldar de la silla y con los pies sobre el piso. (Figura 1.) Que el brazo donde se mida la presión se encontrara desnudo hasta el hombro.
3. Se precedió a aplicar y ajustar el brazalete alrededor del brazo (Figura 2.), su límite inferior se sitúa aproximadamente 3 cm (Figura 3.) por encima del pliegue anterior del codo, mismo que debe estar extendido y a la altura del corazón. El brazalete debe permitir el fácil acceso de dos dedos y su marca arteria debe coincidir con el área de pulso cubital (Figura 4.).
4. Coloque las ojivas del estetoscopio en sus oídos, y la campana abierta directamente sobre la piel en el sitio donde se palpa el pulso cubital (Figura 5.).
5. Insufle el brazalete mientras está tomando el pulso radial (Figura 6.), cuando éste desaparezca (presión mayor al valor sistólico normal) insufle 30 mmHg más y deje de insuflar.
6. Inicie la desinsuflación a una velocidad no mayor de 3 mmHg por segundo y empieza a escuchar los ruidos de Korotkoff (Figura 7.).
Estos ruidos señalan el flujo turbulento y desencadenado del flujo sanguíneo por la arteria obstruida, señalando el valor de registro en el manómetro como presión arterial sistólica; pero estos ruidos al caer la presión van desapareciendo, hasta que determina el valor de la presión arterial diastólica.
7. Después se somete al voluntario a realizar actividad física por un tiempo de 5 minutos, y se registra nuevamente la presión arterial.
8. Posteriormente reposa, pero luego se someterá a la persona la ingesta de alimentos en aproximadamente 10 minutos y se procese a registrar nuevamente la presión.
Estos registros se encuentran evidenciados en los anexos de esta práctica (A) (Tabla 1.). Evidentemente por lógica y si nos fijamos en las tablas anexadas, existe variantes en la frecuencia cardiaca, respiratoria y la presión arterial, pero para respaldar la afirmación se tiene que comparar cada valor obtenido.
En el caso del voluntario 1, se registró lo siguiente:
Voluntaria de sexo femenino, de 20 años de edad con un peso de 57 kg; en estado de reposo tiene una frecuencia cardiaca de 90 lpm, una frecuencia respiratoria de 15 rpm, una presión sistólica de 110 mmHg y una presión diastólica de 90 mmHg. (Tabla 1.)
En el registro posterior a la actividad física respecto a los datos en reposo, se manifiesta un aumento considerable de la frecuencia cardiaca a 113 lpm, de la frecuencia respiratoria a 26 rpm, de la presión sistólica a 150 mmHg, y una disminución en la presión diastólica a 80 mmHg. (Tabla 2.)
Y finalmente en el registro posterior a la ingesta de alimentos con respecto a los datos en reposo, se manifiesta un aumento escaso de la frecuencia cardiaca a 97 lpm, de la frecuencia respiratoria a 19 rpm, de la presión sistólica a 135 mmHg, y de la presión diastólica a 95 mmHg. (Tabla 3.)
En el caso del voluntario 2, se registró lo siguiente:
Voluntario de sexo masculino, de 20 años de edad con un peso de 64 kg; en estado de reposo tiene una frecuencia cardiaca de 60 lpm, una frecuencia respiratoria de 18 rpm, una presión sistólica de 125 mmHg y una presión diastólica de 75 mmHg. (Tabla 1.)
En el registro posterior a la actividad física respecto a los datos en reposo, se manifiesta un aumento considerable de la frecuencia cardiaca a 119 lpm, de la frecuencia respiratoria a 28 rpm, de la presión sistólica a 140 mmHg, y de la presión diastólica a 90 mmHg. (Tabla 2.)
Y finalmente en el registro posterior a la ingesta de alimentos con respecto a los datos en reposo, se manifiesta un aumento escaso de la frecuencia cardiaca a 63 lpm, de la frecuencia respiratoria a 20 rpm, de la presión diastólica a 80 mmHg y un
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