Сomunicación audiovisual 2009
Enviado por esalejandra • 23 de Mayo de 2012 • Tesina • 3.519 Palabras (15 Páginas) • 506 Visitas
COMUNICACIÓN AUDIOVISUAL 2009
El Documental
Si quisiéramos dividir de nuevo en dos grandes dominios la producción cinematográfica, tendríamos que hablar de cine de ficción o cine argumental, y el cine documental. La forma más simple de diferenciarlos la encontramos en la definición misma del documental: secuencia de imágenes y sonidos organizados dentro de una lógica de hechos reales y no ficticios. Su función primaria es la de servir de vehículo de información, o bien, como pieza didáctica, con el fin de reproducir la realidad, dando una imagen del mundo tal como es. Estas definiciones, no obstante, no están exentas de problemas.
Realidad y ficción
Lo que se llama “el mundo real” puede ser interpretado de distintos modos. “La cuestión es saber, si las pruebas de autenticidad, son internas a la obra, y si existen componentes discursivos específicos y suficientemente discriminatorias frente al cine de ficción”.
En términos pragmáticos, lo que al cabo diferencia el documental de la ficción es la expectativa del espectador que bajo una ‘consigna de lectura’ lo lleva a adoptar una actitud hacia lo documental o hacia lo ficcional.
En la evolución del cine la relación documental/ficción, se ha modificado hasta el punto que hoy no podemos trazar fronteras fijas entre estos dos dominios. Aunque esos límites separan el documental de la ficción como categorías excluyentes, en tanto que el primero se considera como cine no-narrativo y el segundo como cine narrativo de ficción, debemos reconocer que ambos tipos de producción cinematográfica comparten elementos discursivos más allá de lo que comúnmente ha sido supuesto. Se ha dicho del documental los documentales son una ficción con tramas, personajes, situaciones y sucesos como cualquier otra; ofrecen retos y dilemas en la introducción; van construyendo tensiones cada vez mayores y conflictos de creciente dramatismo y acaban con una resolución dramática. Una definición que es tan buena para el cine argumental como para el documental.
El realizador de documentales, desde el comienzo de su trabajo, se enfrenta al reto de representar una cierta realidad de un modo que sea fiel a ella, o al menos, fiel a lo que él cree es esa realidad. Para ello el documentalista se plantea su trabajo como una formulación de problemas a resolver, siempre desde dos puntos de vista. El interno, que es el propio de la obra, en su estructura y su discurso; y el externo, alude al posible impacto ejercido por el documental sobre el público y sobre las instituciones para generar medidas orientadas a ofrecer soluciones al problema planteado en el documental.
Al igual que con las realidades construidas por la ficción, la realidad proyectada en el documental, debe investigarse y debatirse como parte del dominio de la función del trabajo. Si la película argumental construye una realidad autónoma, el documental lo hace del mismo modo, aunque sólo este último se justifica en mantener sus nexos con la vida real e histórica de la que habla. Se trata de una supuesta superioridad moral del documental respecto de la ficción.
Esa distancia reivindicativa y aparente del uno con respecto al otro, esa distancia que separa el mundo imaginario creado por la ficción, alejándolo del mundo real, tiene un precio que pagar, es el precio que el documental le cobra al cine argumental dicho con las siguientes palabras: “Hollywood hizo muy poco en potenciar los usos humanitarios del cine y debe enfrentarse a la acusación de haber evitado deliberadamente que la gente piense, haga preguntas y se entere qué está haciendo la gente en otros lugares y cómo lo esta haciendo”.
El documental, igual que el cine de ficción, se basa en imágenes reales, pero se mantiene apartado del dominio de la ficción; lo propio de él es abordar el mundo histórico y las cuestiones reales a las cuales se enfrenta. El prestigio del documental, basado en la autenticidad de testigos en que se constituye frente al mundo histórico, tiene su origen en una característica muy propia de nuestra cultura: el racionalismo y logocentrismo. La tradición documental, y sus formas afines como el periodismo, las noticias de televisión, el internet, y la red que mantienen el discurso racional, “puede considerarse como una modalidad característica de investigación y conducta social (aunque) sin una base ontológicamente superior”.
De donde resulta lógico pensar que la creencia en la redención social a través del documental, ha empezado a ser cuestionada. Si bien comparte muchas características con el cine de ficción, pero aún así sigue representando importantes diferencias. Una de ellas permite acceder al mundo social, común a todos los ciudadanos de un país o una región, la ficción lo hace de una forma indirecta. Aspecto en el cual los teóricos no encuentran mayor distancia es en el hecho que documentales y ficción no difieren en su construcción como textos sino en las representaciones que hacen. En el núcleo del documental no hay tanto una historia y su mundo imaginario como un argumento del mundo histórico.
El documental representa aspectos muy diversos del mundo, pero también constituye, como la ficción, puntos de vista particulares del mundo, los cuales implican una ideología, una conciencia y la elaboración de un objetivo específico. Es claro que, tanto la construcción de la realidad propia del documental como la de la ficción propia del argumental, se basa en un cierto número de convenciones sobre las cuales se estructuran los discursos cinematográficos y crean esos “horizontes de expectativas” propios de cada uno de los dominios y de los géneros cinematográficos.
Es gracias a estas convenciones que es posible separar al documental de la ficción. Según sea el dominio contemplado estamos abocados a la posibilidad de dos tipos de experiencia distinta, ilustrada de la siguiente manera: La diferencia entre el mundo (real) y un mundo (posible) radica en que, en la ficción, miramos una habitación bien iluminada, oyendo y viendo lo que ocurre en su interior aparentemente sin que lo sepan sus ocupantes. El inicio de Psicosis con su lento plano panorámico del horizonte de Phoenix que gradualmente se va acercando a una ventana para luego entrar por ella hasta la habitación del hotel en la que Marion Crane y Sam Loomis hablan sobre sus vidas cristaliza esa sensación de mirar hacia el interior. En el documental miramos hacia le exterior desde una habitación escasamente iluminada, oyendo y viendo lo que ocurre en el mundo que nos rodea.
Ahora bien, tal como el mundo de la ficción ha sido construido, también el mundo que vemos
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