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ASPECTO RELIGIOSO DE LA EPOCA ROMANA DE 1500- 1700 A.C.


Enviado por   •  16 de Agosto de 2013  •  2.315 Palabras (10 Páginas)  •  715 Visitas

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ASPECTO RELIGIOSO DE LA EPOCA ROMANA DE 1500- 1700 A.C.

La religión romana: características

Se hace difícil hablar de la religión romana –de hecho de cualquier religión– en todo su conjunto. Se pueden tratar inmensidad de aspectos: los dioses, los sacerdotes, los mitos, los rituales y ceremonias. Sin embargo, lo más complejo de todo esto es ponerlo en su conjunto, o lo que es lo mismo, extraer las características de la religión romana.

Tratar sobre una religión antigua –politeísta- como la romana supone, para el individuo del presente, el prescindir de nuestro concepto de religión –concretamente de la religión cristiana–. Cualquier religión de la Antigüedad es inseparable de cualquier ámbito de la vida. Se podría decir que no existe un mundo religioso acotado, pues éste lo es todo, y como muchos estudiosos de las religiones han venido a decir, no hay acto o hecho en el pasado –que en el presente lo consideraríamos laico– que no tenga su contrapartida religiosa. Se podrían citar una multitud de ejemplos: nacimientos, matrimonios, muertes, convocatoria de asambleas, fundaciones de colonias, construcción de edificios, declaraciones de guerra y paz, toma de posesión de magistrados, entre otros tantos hechos, que quedan inmersos en la esfera religiosa.

Y pese a todo, por muchos datos que tengamos, nunca conoceremos el funcionamiento verdadero de la religión romana, puesto que ésta ya no existe. Ni tampoco sabemos el grado en que los romanos la vivieron, aunque se nos dice que se llegó a un punto en el que la reacción de los romanos frente a la religión sería de no tomársela en serio, pero se siguió practicando, porque ello era parte de la tradición, del mos maiorum, de la identidad de los romanos. Se ha considerado que, en el fondo, la religión romana fue un vacio religioso –según nos dice Droysen J.G. –, en cierto sentido de ateísmo, que enlazó el espíritu griego y el cristianismo. Su argumento se encontraba en la famosa frase de Catón, la cual es recogida por Cicerón, en la que se dice "Asombra que un harúspice no se eche a reír cuando ve a otro harúspice" (Cicerón, Sobre la adivinización 2.51). La escuela idealista alemana defendió una religión romana fría y decadente, en definitiva, una religión contaminada. Evidentemente, esta idea ha sido desechada, puesto que se dio partiendo de un concepto de religión moderno, que no cuadraba con la religión romana. La religión romana no es más religión, o menos religión, que otras, sino que posee sus propias características.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que la religión romana evoluciona, de ahí que muchos estudiosos vengan a hablar de religiones romanas. Aunque aquí se tratará sobre las características de la religión en la Roma republicana –características que en muchos casos se mantuvieron en mayor o menor medida–, se debe tener en cuenta que la religión arcaica –que ya debió estar bien conformada tempranamente, pero difícil de estudiar al no tener fuentes escritas anteriores al siglo II a.C.– fue distinta a la de la República clásica, y ésta diferente a la religión en época imperial. Rituales y dioses se pueden mantener, es indiscutible. No son dioses nuevos, pero estos –al igual que otras tantas características– cambian su significado a lo largo del tiempo. Por establecer un ejemplo, Marte, relacionado con la actividad bélica, no siempre ocupó este puesto. En origen, fue un dios relacionado con la actividad agraria, que con el tiempo fue cambiando su significado, pero manteniéndose su nombre. Del mismo modo sucede con los rituales: se mantendrán los mismos gestos –el mismo modo de proceder– pero su significado original se pierde. Cabría citar como paradigma el canto del Carmen Saliare, pronunciado por los salios el 1 de marzo, el cual se encontraba en un latín tan arcaico que ningún romano en época clásica podía ya entenderlo.

La primera característica que se puede dar de la religión romana es que es una religión pública y comunitaria. Los individuos que la practican lo hacen como hombres que pertenecen a una comunidad política, y por pertenecer a ella, deben participar en la religión. No es una religión en que exista una relación entre el individuo y los dioses, sino entre el Estado y estos. Siendo el Estado la conformación de todos los ciudadanos, se entiende que la impiedad de uno de ellos repercuta en toda la comunidad. Es decir, el respeto hacia los dioses de todos los individuos garantiza la victoria de la civitas, mientras que lo contrario hace que la comunidad pierda la pax deorum. Tendremos la oportunidad, más adelante, de ver algunos ejemplos que permitan comprenderlo.

Y cuando nos estamos refiriendo a la comunidad, debemos pensar solo en aquellos que tienen la ciudadanía romana, puesto que solo en ellos puede existir la religión romana. Por ello, Cicerón alegaba que "cada ciudad tiene su religión, nosotros tenemos la nuestra", que queda plasmada en el pomoerium –es allí donde se celebran los principales cultos de la ciudad, y en donde no pueden existir otros tipos de cultos, ni ningún otro dios podía recibirlo allí sin que este hubiera "ingresado en la ciudad", es decir, sin que hubiera sido integrado al panteón romano –. Y pese a que pudiéramos considerar que la religión romana existiría en cualquier lugar donde hubiera un romano, la realidad es que en las colonias romanas surgió una religión diferente –cada una acabó por tener sus propios rituales y fiestas– lo que de nuevo nos lleva a la idea de considerar que no existe una única religión romana más allá de unas características comunes. En el fondo, ninguna religión es tan simple como pudiera aparentar.

En cuanto que son los ciudadanos los únicos que pueden practicar la religión romana, no existe ningún tipo de iniciación a ella. Nacer ciudadano significa participar en la religión, y llegar a ser ciudadano significa la obligación de participar en ella igualmente. Por tanto, es imposible que alguien se convierta a la religión romana –la única forma posible es siendo ciudadano–. Los romanos nunca pudieron imponer su religión a ningún otro pueblo puesto que no hay ningún interés en cuanto que estos no son ciudadanos. Para una religión politeísta como es la romana no pueden existir dioses falsos, ni religiones falsas, sino que pueden existir otros dioses, los dioses de otras ciudades que podrán ser "mejores" o "peores", o incluso podrán ser los mismos dioses, bajo nombre distinto. Respecto a esto último, una práctica muy habitual en la religión romana fue la de interpretar a un dios extranjero como un dios propio, como sucedió con los dioses griegos, dándonos la sensación de que la religión romana y la griega son la misma cosa.

En el fondo

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