Bullying Escolar
Enviado por Lilibethx • 10 de Junio de 2014 • 2.200 Palabras (9 Páginas) • 355 Visitas
Consecuencias del rechazo y tratamientos
Las consecuencias que se deriban del rechazo sufridos en las situaciones de acoso escolar o bullying son las siguientes:
Acorto plazo
De los agredidos
Tanto la victimización como el rechazo social en la escuela suponen importantes amenazas para el bienestar psicológico de niños y adolescentes, puesto que se trata de experiencias interpersonales sumamente estresantes para el individuo (Alsaker y Olweus, 1992; Kupersmidt, Coie y Dodge, 1990; Smith, Bowers, Binney y Cowie, 1993). De hecho, se ha comprobado en numerosas investigaciones (por ejemplo, Andreou, 2000; Boivin, Poulin y Vitaro, 1994; Hawker y Boulton, 1996; Juvonen, Nishina y Graham, 2000; Kaltiala-Heno, Rimpela, Rantanen y Rimpela, 2000; Prinstein, Boergers y Vernberg, 2001; Rigby, 2000; Rodríguez, 2004; Seals y Young, 2003; Sharp, Thompson y Arora, 2000; Storch y Masia-Warner, 2004; Woodward y Fergusson, 1999) que las víctimas de bullying y de rechazo escolar presentan:
Una imagen general más negativa de sí mismas.
Desórdenes de atención y aprendizaje.
Desesperanza y pérdida de interés en sus actividades favoritas.
Inhabilidad para disfrutar y falta de energía.
Deficiente habilidad para relacionarse con los demás.
Sensibilidad hacia el rechazo y las evaluaciones negativas de los demás.
Síntomas depresivos y ansiedad.
Quejas psicosomáticas como dolores de cabeza y problemas de insomnio.
En general, los estudiantes que sufren problemas de victimización o rechazo social en la escuela presentan más síntomas psicosomáticos y más desórdenes psiquiátricos que el resto de estudiantes (Hecht, Inderbitzen, y Bukowski, 1998; Kumpulainen, Rasanen y Puura, 2001; William, Chambers, Logan y Robinson, 1996). Además, estos problemas parecen persistir en el tiempo, por lo que muchos de estos estudiantes deben solicitar, finalmente, la ayuda y apoyo de profesionales de la salud mental (Guterman, Hahm y
Cameron, 2002; Olweus, 1997). En este sentido, por ejemplo, en el estudio de Guterman y colaboradores (2002) se observó que las víctimas de bullying presentaban síntomas depresivos y problemas de ansiedad y estrés incluso después de transcurrido un año desde el último episodio de maltrato.
Algunos investigadores sugieren que las consecuencias derivadas del bullying están moduladas por algunos factores como el sexo de la víctima o el tipo de agresión –directa o manifiesta versus indirecta o relacional-. Por ejemplo, Prinstein y colaboradores (2001) han constatado que los chicos muestran más síntomas depresivos cuando son objeto de agresiones directas o manifiestas, mientras que la sintomatología depresiva es más común en las chicas que son objeto de agresión indirecta o relacional. Puede que la agresión directa sea interpretada, en el caso de los chicos, como una muestra de debilidad y humillación más importante que para las chicas, y que ello provoque un mayor malestar en las víctimas. Sin embargo, la traición que implican los actos de agresión relacional afecta más marcadamente a las chicas.
Si la tipología de las agresiones es variada, sus consecuencias no lo son menos. Sobre todo porque la violencia no solo la sufren los acosados. También los agresores, los testigos, los profesores, el personal no docente, los padres, las madres, los hermanos, los familiares… La sociedad entera.
Los acosados pueden padecer bloqueos emocionales e intelectuales y alteraciones de conducta y sociales que les pueden llevar a finales apocalípticos como el de Jokin. Sufrimientos que no son transitorios y que pueden desafiar un desarrollo futuro normal.
La conciencia de culpa y la vergüenza son también reacciones habituales en la víctima de la violencia. “Aunque los chicos que se encuentran en estas situaciones necesitan que alguien les escuche, tienen tendencia a no decir nada porque sienten una vergüenza muy fuerte de lo que les está pasando, unida a una cierta culpabilidad.
Acosadores y espectadores
Los acosadores, a su vez, además de enfrentarse a un problema tan serio como es barajar la violencia como medio para conseguir cualquier fin, ven incrementados el riesgo de convertirse en víctimas de su propia violencia y la probabilidad de delinquir en el futuro.
Y por último los testigos de la violencia pueden ver inhibida su capacidad de distinguir conductas positivas y negativas, aceptables o deleznables.
Las situaciones de acoso e intimidación tiene consecuencias tanto para las víctimas, los y las agresores y para los y las espectadores, e incluso en el contexto (escolar, familiar y social) en el que se produce. La violencia reduce la calidad de la vida de las personas, dificulta el logro de la mayoría de sus objetivos (aprendizaje, calidad del trabajo…) y hace que aumenten los problemas y tensiones que la provocaron, activando una escalada de graves consecuencias.
Consecuencias a medio plazo
Para la víctima:
El reiterado sufrimiento de agresiones se relaciona con un mayor riesgo de sufrir trastornos de conducta o psicológicos. Si el bullying es repetitivo e intenso, las consecuencias se agravan. Las consecuencias más directas del bullying se pueden clasificar en personales, escolares y sociales:
Escolares: Miedo y rechazo al contexto en el que se sufre la violencia. En el ámbito escolar se produce rechazo, miedo a ir a la escuela, por lo que se produce una disminución del rendimiento y una mayor probabilidad de fracasar escolarmente.
Personales: La imagen que terminan teniendo de sí mismos puede llegar a ser muy negativa afectar a su autoestima, a su conducta y a su apariencia física. Enfrentarse al bullying supone enfrentarse a una situación de estrés. Algunas víctimas generan síntomas psicosomáticos, ansiedad y depresión. En algunos casos también puede desencadenar reacciones agresivas y en casos extremos, ideas o intentos de suicidio.
Sociales: Pérdida de confianza en uno mismo y en los demás. El aislamiento, el menor número de amigos provoca la ausencia de redes de apoyo. En el futuro puede producir dificultades para establecer relaciones de intimidad y confianza con otras personas.
Para los agresores:
Escolares: disminución del rendimiento escolar junto con un cambio en el comportamiento habitual.
Personales: Disminuye su capacidad de comprensión moral y de empatía.
Sociales: Aislamiento social, pueden llegar a ser rechazados por miedo, desprecio de sus conductas… por parte de los iguales. Además refuerza un estilo violento de interacción.
Para los espectadores:
Las respuestas del alumnado testigo
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