CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL LIBRO XIX: LA CIUDAD DE DIOS. SAN AGUSTÍN
Enviado por Santiago Noura • 17 de Septiembre de 2021 • Apuntes • 2.596 Palabras (11 Páginas) • 221 Visitas
Filosofía de la Historia
Cátedra: Miguel Rossi
San Agustín: Fragmentos de La Ciudad de Dios ( Libro XIX)
CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL LIBRO XIX: LA CIUDAD DE DIOS. SAN AGUSTÍN.
“Nuestra más amplia acogida a la opinión de que la vida del sabio es vida en sociedad. Porque ¿ de dónde se originaría, cómo se desarrollaría y cómo lograría su fin la Ciudad de Dios -objeto de esta obra, cuyo libro XIX estamos escribiendo ahora - si la vida de los santos no fuera vida social? Más ¿Quién será capaz de enumerar la infinidad y gravedad de los males a que está sujeta la sociedad humana en esta mísera condición mortal? ...” (CD, XIX,5. Pág. 1381)
“Si la casa, refugio común en estos males que acechan a los hombres, no está segura, ¿Qué será de la ciudad, tanto más llena de pleitos, civiles y criminales, cuanto mayor es, aunque escape a las turbulentas sediciones, con frecuencias sangrientas, y a las guerras civiles, sucesos de los que a veces se ven libres las ciudades, pero de los peligros nunca?”(XIX, 5. Pág. 1382)
“¿Qué decir de los juicios que los hombres dan sobre los hombres, actividad que no puede faltar en las ciudades por más en paz que estén? ¿Hemos pensado alguna vez en cuáles, cuán miserables y cuán dolorosos son? Juzgan quienes no pueden leer en la conciencia de quienes son juzgados.”(XIX,6. Pág.1383)
“Podemos, en consecuencia, decir de la paz lo que hemos dicho de la vida eterna, que es el fin de nuestros bienes,...” (XIX,11.Pág.1391)
“El nombre místico de esa ciudad, es decir, Jerusalén, significa visión de paz, como ya hemos hecho notar. Mas, como el nombre de paz es también corriente en las cosas mortales, donde no se da la vida eterna, he preferido reservar este nombre de vida eterna para el fin en que la Ciudad de Dios encontrará su bien supremo y soberano.”(XIX, 12,1.Págs.1391-2)
“Y la paz es un bien tan noble, que aún entre las cosas mortales y terrenas no hay nada más grato al oído, ni más dulce al deseo, ni superior en excelencia.”(XIX, 12,1. Pág.1392)
“Quienquiera que repare en las cosas humanas y en la naturaleza de las mismas, reconocerá conmigo que, así como no hay nadie que no quiera gozar, así “no hay nadie que no quiera tener paz”. En efecto, los mismos amantes de la guerra no desean más que vencer, y, por consiguiente, ansían llegar guerreando a una paz gloriosa. Y ¿Qué es la victoria más que la sujeción de los rebeldes? Logrando este efecto llega la paz. (...). El hombre con la guerra busca la paz; pero nadie busca la guerra con la paz. Aun los que perturban la paz de intento no odian la paz, sino que ansían cambiarla a su capricho.”(XIX,12,1. Pág. 1393)
“Su voluntad no es que no haya paz, sino que la paz sea según su voluntad. Y si llegan a separarse de otros por alguna sedición, no ejecutan su intento si no tienen con sus cómplices una especie de paz. Por eso los bandoleros procuran estar en paz entre sí, para alterar con más violencia y seguridad la paz de los demás.”(XIX,12,1. Pág.1393)
“¿Qué milano, por más solitario que vuele sobre la presa, no busca hembra, hace su nido, empolla los huevos, alimenta sus polluelos y mantiene como puede la paz en su casa con su compañera, como una especie de madre de familia? ¡Cuanto más es arrastrado el hombre por las leyes de su naturaleza a formar sociedad con todos los hombres y a lograr la paz en cuanto esté de su parte!(XIX,12,2. Pág.1395)
“Así la soberbia imita perversamente a Dios. Odia bajo él la igualdad con sus compañeros, pero desea imponer su señorío en lugar de él. Odia la paz justa de Dios y ama su injusta paz, sea cual fuere. Y es que no hay vivir tan contrario a la naturaleza que borre los vestigios últimos de la misma.”(XIX, 12,3.Pág.1396)
“Lo que es perverso o contra el orden, necesariamente ha de estar en paz en alguna, de alguna y con alguna parte de las cosas en que es o de que consta. De lo contrario, dejaría de ser.”(XIX, 12,3)
“De estas transformaciones no se substrae nada a las leyes del supremo creador y ordenador, que gobierna la paz del universo.”(XIX, 13,1)
“Y la paz entre el hombre mortal y Dios es la obediencia ordenada por la fe bajo la ley eterna. Y la paz de los hombres entre sí, su ordenada concordia. La paz de la casa es la ordenada concordia entre los que mandan y los que obedecen en ella, y la paz de la ciudad es la ordenada concordia entre los ciudadanos que gobiernan y los gobernados. La paz de la ciudad celestial es la unión ordenadísima y concordísima para gozar de Dios y a la vez en Dios. Y la paz de todas las cosas, la tranquilidad del orden. Y el orden es la disposición que asigna a las cosas diferentes y a las iguales el lugar que le corresponde.”(XIX, 13,1. pág.1398)
Nota 29: a conseguir la paz se encamina toda la vida ascética y todo el ejercicio de lucha y de refriega que espera al hombre en el mundo. Virtud, paz y orden son los términos que definen la trayectoria de este pensamiento, y unos se completan con los otros. Añadimos a estos el amor , y tenemos el cuadro cerrado por los cuatro flancos.
Nota: 30: y esto nos mueve a pensar en el peso, que es el amor, en el pondus. El amor inclina al lugar propio de cada ser, y el orden obliga a conseguirlo. Todo gira en relación al equilibrio: Virtus = ordo amoris = dispositio rerum; amor = pondus; pax = tranquillitas ordinis. Este es el proceso seguido por la lógica del santo.
“Existe una naturaleza en la que no hay ningún mal, en la que no puede haber mal alguno. Mas no puede existir naturaleza alguna en la que no se halla algún bien. Por tanto ni la misma naturaleza del diablo, en cuanto naturaleza , es un mal.”(XIX, 13,2. Pág.1399)
“Dios, pues, Creador sapientísimo y Ordenador justísimo de todas las naturalezas , que puso como remate y colofón de su obra creadora en la tierra al hombre, nos dio ciertos bienes convenientes a esta vida, a saber: la paz temporal según la capacidad de la vida mortal para su conservación, incolumidad y sociabilidad. Nos dio además todo lo necesario para conservar o recobrar esta paz; (...)”(XIX,13,2.pág.1400)
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