Capitulo 2 De Cazadores De Microbios
Enviado por karinis15 • 15 de Febrero de 2014 • 1.284 Palabras (6 Páginas) • 443 Visitas
CAPITULO II
I
LAZZARO SPALLANZANI
LOS MICROVIOS NACEN DE MICROBIOS
Leeuwenhoek ha muerto. ¡Qué dolor! ¡Es una pérdida irreparable! ¿Quién va a continuar ahora con el estudio de los animales microscopios? “tal era la pregunta que se hacían en Inglaterra los doctos miembros Real Sociedad, y en Francia, Réaumur y la brillante Academia Francesa.
La contestación no se hizo esperar, pues apenas puede decirse, habían cerrado los ojos al conserje de Delft, en 1723, logrando el eterno descanso que tan merecido tenia, cuando, a mil quinientos kilómetros, en Scandiano, pueblo del norte de Italia, nacía en 1729 otro cazador de microbios.
Este continuador de la obre Leeuwenhoek era Lazzaro Spallanzani, un niño extraño que recitaba versos al mismo tiempo que hacia tortas de barro; que olvido esos pasatiempos para realizar experimentos crueles e infantiles con escarabajos, sabandijas, moscas y gusanos; y que, en lugar de acosar a preguntas a sus padres, examinaba los seres vivos de la naturaleza; les arrancaba patas y alas y trataba, después, de volverlas a colocar en su primitivo sitio. Quería ver cómo funcionaban las cosas, sin que le importasen tanto los distintos ulteriores de los animales “operados”.
A semejanza de Leeuwenhoek, el joven tuvo que sostener grandes luchas con su familia para llegar a ser un cazador de microbios. Su padre, que era abogado, puso todo su empeño en que Lazzaro se interesase los autos de procesamientos, pero el jovenzuelo esquivaba es ocupación y se dedicaba a lanzar piedras planas rosando la superficie del agua, preguntándose por que se deslizaban en lugar de hundirse. Obligado a estudiar tediosas lecciones por las noches, en cuanto su padre volvía la espalda, se dedicaba a contemplar las estrellas que esmaltaban el negro y aterciopelado cielo italiano, para dar a la mañana siguiente, explicaciones acerca de ellas a sus compañeros de juegos, quienes terminaron por llamarle “el astrologo”.
En aquella época el ser hombre de ciencia era una profesión mucho más respetable y segura que cundo Leeuwenhoek empezó a fabricar lentes: la inquisición había comenzado a dulcificar sus procedimientos y preferiría arranar la lengua a los hombres del pueblo y quemar los cuerpos de herejes desconocidos que perseguir a los Servet y a los Galileo. El invisible College no tenia ya que reunirse en cuevas o en lugares escondidos y las sociedades científicas obtenían en todas partes el apoyo generoso d los parlamentos de los reyes: no solo empezaba a ser tolerados a poner en duda las supersticiones, sino entro en la boga a hacerlo así.
La emoción y la dignidad de profundizar en el estudio de la naturaleza, empezaron a abrirse paso en los laboratorios retirados de los filósofos; Voltaire se refugió en la quietud de los campos para dominar los grandes descubrimientos de Newton y poderlos vulgarizar en su patria; la ciencia llego a penetrar hasta en los brillantes salones, perversos e inmortales, y grandes damas, como Madame el Pompadour, leían la prohibida Enciclopedia, tratando de comprender el arte y la ciencia de fabricar los afeites y as medias de seda.
Era Spallanzani como el polo opuesto de Leeuwenhoek que con tanta paciencia fabricaba sus lentes y miraba y remiraba las cosas veinte años antes de decidirse de comunicar algo al mundo científico. A los veinticinco años hizo una traducción de los poetas clásicos y critico la versión italiana de Homero, consideraba hasta entonces como una obra maestra; y bajo su dirección a su prima Laura Bassi, la célebre profesora de Reggio, estudio matemáticas con gran aprovechamiento. Por esta época se dedicaba ya enserió a tirar piedras sobre el agua, y escribió un trabajo científico intentando explicar la mecánica de esas piedras saltarinas. Se ordeno sacerdote católico y se ganaba la vida diciendo misa.
II
Los mismos hombres de ciencia eran partidarios de este modo de ver: el naturalista ingles Rosso formulo
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