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Caso Clínico - Intervención en Crisis


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2020  •  Ensayo  •  2.152 Palabras (9 Páginas)  •  228 Visitas

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Presentación del problema e incidente precipitante

María había acudido a su trabajo esa mañana. Llevaba dos meses con muchos problemas en el mismo, y con poco respaldo de su jefe mexicano ahí, después de una reunión muy difícil, donde había tenido una gran discusión, regresó a su casa, se quedaba en unos departamentos en la ladera de una montaña en Puerto Príncipe, Haití, al poco rato de llegar empezó a sentir que su departamento temblaba.

En un primer momento no supo qué pasaba, las cosas se balanceaban y comenzaron a caer, escuchó un gran ruido y vio cómo se desplomaba la ladera de la montaña donde estaba su departamento y como la tierra cubría los edificios cercanos, decide que debe salir de ahí, baja hacia la puerta pero está atrancada, descubre que un muro se ha medio derrumbado y sale por el hueco.

Se encuentra con otros sobrevivientes que bajan por la montaña, eran las 04:55 pm y ella se da cuenta que en una hora más será de noche y no tendrán luz, busca un lugar donde refugiarse y pasar la noche, se refugian en el jardín de una casa, en una zona despejada, a la intemperie. Recuerda que habían muchas personas ahí, varias de ellas heridas, cree que algunas fallecieron sin asistencia durante la noche. Dice que nunca olvidará el frío tan grande que sintió esa noche, era tanto que no la dejaba pensar, fue el peor momento, por el miedo que pasó. Hubieron varias réplicas del temblor y cada vez que la tierra temblaba todo el mundo se ponía a llorar por lo que el miedo se incrementaba, debido a la incertidumbre, el no saber que ocurriría, la oscuridad.

A la mañana siguiente regresó a su departamento a recoger artículos de primera necesidad y fue cuando constató la magnitud de lo ocurrido. Su apartamento estaba como en ruinas y la colina derrumbada con la tierra entrando dentro de las casas o las cubría, después subió a ayudar a descombrar y echar una mano donde se necesitara, aunque cree que se podía hacer poco. A medio día se da cuenta que tiene que buscar donde pasar la segunda noche.

Destaca que la decepción más grande de ese día fue que caminó hasta llegar a casa de su jefe y éste no le brindó ni la más mínima ayuda, muy al contrario le dijo que a partir de ese momento ella tenía que arreglárselas sola como pudiera. Él tenía que cuidar de su mujer y su hija, dice que recordará siempre sus palabras “que te las arregles”.

Finalmente se une a dos personas más y caminan hasta una embajada. Recuerda que las caminatas eran muy agotadoras, pues no había ningún tipo de transporte. Esa noche la pasa en una embajada que los acoge, cree que ahí la situación era ilógica, pues, a pesar de estar rodeados del caos, dentro de la embajada cenaron sentados a una mesa perfectamente preparada y servidos por empleados haitianos, como si nada ocurriera.

Al día siguiente van en busca de la embajada mexicana, sin embargo, el embajador ya no está ahí y quien se ocupa de resolver los problemas es un joven ayudante del cónsul. Localizó a una amiga y se quedó en su casa.

El viernes va a la base logística de la O.N.U. y con la ayuda de unos pilotos, pasa el último día y la última noche, en el aeropuerto a la espera de ser evacuada. Después de muchas dificultades consigue que la incluyan en un avión para ser llevada a México junto con otras personas.

Al llegar a México evita en lo posible enfrentarse periodistas y políticos que esperaban allí para cuestionarle sobre lo ocurrido. Actualmente no le gusta hablar del tema. Piensa mal de los políticos que solo se interesan por “salir en la foto”; los periodistas y la gente, por el morbo. Prefiere no hablar de lo que pasó con nadie.

Refiere que desde que el avión pisó tierra en México, empezó a sentirse realmente mal, cada vez más triste y abatida, considera de que si ella no hubiera reclamado y se hubiera desplazado por sus medios al aeropuerto, no habría vuelto tan pronto a casa.

Está triste, irritable, le duele la cabeza de vez en cuando, las imágenes le asaltan sin que ella quiera, vuelve a sentir miedo y hasta tiembla de frío cuando le vienen recuerdos, no pone la televisión ni compra el periódico para no ver noticias relacionadas con el terremoto, intenta apartar los recuerdos desagradables y pensar en otra cosa, no quiere hablar de lo ocurrido con nadie, cree que no la comprenderían, evita salir con amigos y conocidos para que no le pregunten.

A los seis días de estar de vuelta, busca ayuda psicológica por estar sintiendo un gran malestar psicológico con el que no se reconoce. Dice sentirse desapegada, duerme mal, tiene pesadillas, se siente inquieta y las imágenes de lo sucedido aparecen por su mente en cualquier momento, le duele la cabeza, tiene falta de apetito, dice sentirse muy triste y abatida, no le apetece relacionarse ni hablar con nadie, le fastidia que le pregunten por lo sucedido, piensa que lo hacen por morbo.

Menciona que no comprende por qué se siente así habiendo pasado y vivido tantas experiencias en otros países y situaciones, además de considerarse una persona competente y profesional. Siente que ha abandonado a los haitianos y que su obligación sería estar ahí, cree que en esta ocasión no fue lo suficientemente competente para ayudarlos, aunque reconoce que tal y como se siente ahora mismo no podría ayudar.

Entorno y funcionamiento previo a la crisis

María es una mujer de 36 años, hija mayor de una familia de clase media-alta, tiene un hermano menor, es soltera. Al termino de sus estudios de maestría se dedicó a trabajar en diversas ONG’s en programas de ayuda al desarrollo en varios países como Indonesia después del tsunami y en Sudamérica en la selva del amazonas.

Desde hace cuatro meses trabaja para una organización de cooperación internacional en Puerto Príncipe, Haití, en un puesto de responsabilidad con personas a su cargo.

Perfil multimodal de la crisis

La paciente refirió que había tenido dificultades conductuales como falta de sueño y falta de apetito, evita consumir televisión o la compra de periódicos con la finalidad de no ver noticias que hablen del terremoto, incapacidad de volver al trabajo. Sus síntomas afectivos más prevalecientes fueron sentir inquietudes, sentimiento de tristeza, irritabilidad, temor y culpa de no haber hecho lo suficiente por los haitianos. En cuanto a lo somático, menciona padecer dolores de cabeza, abatimiento y temblores al momento de tener recuerdos del evento. En lo interpersonal, busca aislarse de cualquier persona, con la intención de evitar mantener conversaciones referentes al terremoto, ya que además considera que éstos se interesan únicamente por morbo. Por último, en lo cognoscitivo, los principales síntomas fueron sueños aterradores a cerca del terremoto, y constantes recuerdos repentinos que le vienen como imágenes del suceso, así como tener una imagen negativa de sí misma al no sentirse competente para realizar su trabajo.

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