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Delincuencia


Enviado por   •  11 de Abril de 2014  •  4.980 Palabras (20 Páginas)  •  283 Visitas

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DELINCUENCIA JUVENIL Y CONTROL SOCIAL.

Una aproximación crítica desde los discursos del Derecho y los mecanismos de exclusión social

Por Cristina Jiménez.

Introducción

Por regla general los períodos de crisis social, económica y política han adquirido un tinte apocalíptico y definitorio para los observadores en ellos involucrados. Actualmente no suele haber controversia alguna respecto a que está sucediendo un proceso de profunda crisis social, política, económica y cultural. Pero el término “crisis” suele ser ambiguo. Tomado originalmente de la práctica de la medicina en donde remitía como significado a un cambio en el estado del enfermo, se ha convertido en una noción lo suficientemente polisémica como para adquirir significaciones diversas y hasta encontradas si tenemos en cuenta que puede implicar tanto un sentido de transición como de corte y ruptura, puede ser tanto un concepto analítico como una valoración, o puede entenderse como un momento de liberación y estallido de las contradicciones que ya estaban en conflicto o como un mecanismo de reajuste del equilibrio social. Paradójicamente en su sentido original, en la medicina, crisis significaba resolución mientras que en nuestra percepción general significa lo contrario: indecisión. Si se puede “medir” la crisis por indicadores tales como el empeoramiento en las condiciones generales de vida (desocupación, conflictos sociales, etc), o por el imperio de la anomia (incremento de conductas transgresoras y delitos), no hay duda de que uno de los aspectos que implica la noción de crisis, a saber la presencia de una perturbación, se cumple y en demasía. Respecto a las causas, la naturaleza y la perspectiva evolutiva de esta crisis es materia de debate en lo que hace a su comprensión, y de actos y conductas para las instituciones y sujetos sociales según sean sus intereses.

Es nuestra intención en estas notas referirnos a cuestiones referentes al incremento de delitos violentos contra la propiedad y las personas cometidos por jóvenes y adolescentes, la categorización que se hace desde el Derecho y el sistema legal, así como desde el campo de las ciencias sociales que, en este caso, se configuran como un entorno productor de discursos para-jurídicos y la respuesta institucional del Estado (la policía, la ley y el sistema penal). Está claro, según las consideraciones hechas al comienzo, que el incremento de este tipo de delitos es una de las expresiones del aumento de los delitos generales de todo tipo, expresión, por otra parte, de esa anomia generalizada y de la crisis social de conjunto. De manera que si se pretende una comprensión mas o menos cabal de esta problemática hay que remitirse a ese contexto general que la envuelve. Consideraciones al respecto se hizo en otro lugar y forma parte de una investigación en curso , ahora vamos a acometer algunas aproximaciones a la cuestión del control social, el sistema de justicia (el sistema penal) y la vulnerabilidad social (problemas de identidad y subjetividad) en los grupos de jóvenes delincuentes.

La delincuencia juvenil como cuestión social y política-jurídica.

El punto de partida puede ser el preguntarse sobre hasta qué punto puede hablarse de alguna especificidad del delito juvenil. Aunque vemos con desconfianza esa búsqueda de particularidades a toda costa, casi una condición a priori de la mayoría de las investigaciones académicas mas como autojustificación que, como requisito del método científico, hay que resaltar que está involucrado en un contexto singular. Nos referimos a que es un tema puesto en el tapete constantemente por los medios de difusión pública y encuentra resonancia en casi todas las instituciones, especialmente en el estado y las instituciones políticas. Existe actualmente una presión que se expresa en el reclamo de replantear las normativas jurídicas y las leyes que proviene del mismo estado, de políticos y juristas (replantear las penas, la anulación del “dos por uno”, reducción de la edad de imputabilidad penal, endurecimientos de los códigos de contravenciones y ampliación de las facultades de la policía, políticas de “tolerancia cero”, etc). Sobre este tema se ha instalado una atmósfera de malestar generalizado que asume la figura, difusa en su definición, aunque no menos concreta de la “inseguridad social”, termino con el cual se ha instalado en lo cotidiano.

Por más que lo que se abarca en la categoría de la “inseguridad” sea amplio, no cabe duda que la imagen que la focaliza es la de los robos y asaltos, las mas de las veces violentos, cometidos en los domicilios y en las calles por jóvenes marginales, excluidos que vagabundean en los espacios de los incluidos. En lo esencial se trata de discursos del orden, no explican ni clarifican sino que tipifican y se orientan a la legitimación de un accionar frente a efectos y no a causas. De ahí que estamos ante un componente ideológico y que tiene que ver con el control social, puesto que se encuentran directamente involucrados el Poder (el estado) y el Derecho (discurso fundante y legitimante del poder). La cuestión de la delincuencia juvenil está atravesada por discursos de orden, por lo político y el reforzamiento del poder y del estado, todo eso lo sintetizamos al decir en adelante que es una cuestión de control social. Esta ofensiva ideológica está asociada con la ofensiva política neoliberal (o neoconservadora, si se quiere), que atraviesa a toda la sociedad en una escala internacional y que no es otra cosa que la envoltura ideológica y discursiva de las políticas de reacomodamiento hegemónico motorizadas por sectores del capital transnacional que somete y refuncionaliza a los estados nacionales en términos de una sociedad “globalizada” y de “mercados libres”. Para lo que nos interesa el achicamiento económico y de función social del estado presenta como contraparte un fortalecimiento policial y penal del mismo estado, mecanismo necesario para la gestión y administración de la exclusión y del descontento social. En Europa y EEUU, de donde provienen las políticas de tolerancia cero y de endurecimiento penal, se trata de la ”violencia urbana”, de la delincuencia de los jóvenes de origen obrero y extranjero (hasta se ha instalado el estereotipo de la “peligrosidad criminal de los inmigrantes”). Acá se trata de la criminalidad de los excluidos, de los villeros. En esencia, se trata del mismo fenómeno, de la criminalización de la miseria, a mismo tiempo que del reforzamiento de la presión disciplinaria para los sectores incluidos, en particular su inmensa mayoría que son los trabajadores asalariados precarios.

“La utilidad del reforzamiento del aparato penal en la era postkeynesiana del

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