Desventajas del poder aéreo

Rusia, con su imponente arsenal militar, no ha sido capaz de obtener un grado de control del aire adecuado para sus fines militares (a juicio general debiese corresponder, al menos, la de superioridad aérea). Lo anterior, no por la inexperiencia de sus tripulaciones, no por la calidad de sus medios aéreos, quizá por sus tácticas, técnicas y procedimientos, que no son los mismos empleados por sus contendores ucranianos, tal vez por una existencia en aumento de sistemas antiaéreos, ahora ya ultra probados en combate, elementos que al igual que en Afganistán, no permiten el empleo del poder aéreo en su máxima expresión.

Muy poco se ha visto de la operación de sistemas de misiles S/A de mediano o largo alcance, los cuales podrían amenazar aeronaves volando a alta cota, como aquellas relacionadas con misiones de AEW&C, AAR u otras, por lo que no es posible asegurar sobre la real existencia y empleo de los SA-10 “Grumble” o de los SA-3 “Goa” o Pechora. Por otra parte, la posibilidad de existencia real del “Fantasma de Kiev” bien podría deberse a una necesidad de propaganda o de la real aparición de un Héroe nacional (50/50 de probabilidades) que, junto a sus camaradas, esté aun combatiendo por el honor, la gloria y la supervivencia de la nación.

Sabemos que cualquier grado de control del aire posee características de imperfección y temporalidad, pero cuando se trata de una potencia militar con relaciones de fuerzas superiores y que requiere emplear unidades aero/helitransportadas para sus fines tácticos, debe tener muy clara la amenaza que generan las armas superficie – aire (SA).

Por estas dudas razonables, surge la necesidad de interrogarse sobre el tipo de armamento antiaéreo en empleo, el cual ha podido derribar una importante cantidad de elementos de ataque a tierra y helicópteros, lo cual ha sido visualizado en videos y fotografías validadas por expertos, por lo que se puede elucubrar que los expeditos envíos de armamento AA de corto alcance americanos y europeos, están manteniendo a raya a la aviación que opera a baja cota, lo que no ha permitido obtener el grado de control del aire necesario para ejecutar todo el espectro de las operaciones militares y obtener la victoria por parte de Rusia.

Según Infodefensa, los Estados Unidos envió últimamente a Ucrania, cerca de 800 unidades de misiles STINGER^[1], los cuales ya demostraron un éxito importante durante la defensa de los guerreros Afganos contra la URSS, por lo que se asume que su empleo por unidades regulares, dispersos en el territorio en disputa, es una de las mayores dificultades para la ejecución de las operaciones aeroterrestres.

La situación luce similar a lo acontecido en el sudeste asiático en los 70. Adam J. Herbert recuerda que en Viet-Nam “..un enemigo pequeño usando sorpresa, artillería antiaérea efectiva, tácticas de ataca y corre, misiles antiaéreos y la habilidad de generar ventajas localizadas..”^[2] llevó a generar bajas muy importantes en los medios aéreos de ala fija, lo cual generó inquietudes que obligaron a analizar la forma en que se debe combatir el poder aéreo en el futuro y la forma de entrenarse para ello,  especialmente al combatir un poder aéreo que tiene una desventaja potencial. Una situación igualmente compleja ocurrió con los medios de ala rotatoria, donde según investigaciones de cantidades de unidades y números de colas, cerca del 50% fueron derribados o accidentados entre los años 66 y 75^[3].

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