El Cuervo
Enviado por • 27 de Febrero de 2014 • 887 Palabras (4 Páginas) • 246 Visitas
El Cuervo
Por Edgar Allan Poe
Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
Meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un ras guido,
Como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
Sólo eso y nada más."
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
En mis libros, ni consuelo a la perdida abismal
De aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
Y aquí nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
Me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
Que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
Un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".
Más de pronto me animé y sin vacilación hablé:
"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
Pues estaba adormecido cuando oí vuestro ras guido
Y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
Que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:
Sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y dudas plenas,
Y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
Pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
Sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
Sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco volvió la a nombrar.
Sólo eso y nada más.
Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
Pero pronto aquel ras guido se escuchó más pertinaz.
"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
Veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".
Más cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
Agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
Con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal, en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
Fue, posose y nada más.
Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
En sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser
Osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿Cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Que un ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
Sorprendió me aunque el sentido fuera tan poco cabal,
Pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
Ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave
...