El Cuervo
Enviado por fafsaf • 9 de Diciembre de 2012 • 1.145 Palabras (5 Páginas) • 800 Visitas
Titulo: Análisis de un poema
Colegio: Queen Elizabeth
Materia: Español
Proyecto: Comentario de una manifestación poética
Alumna: Carla Gutiérrez Zamora García
Profesora: Elizabeth Gamboa Acosta
Fecha de entrega: 1 de Octubre de 2012
Análisis de un poema
Titulo del poema: El Cuervo.
Movimiento: Romanticismo.
¿Acerca de que es el poema? Es un poema narrativo, que cuenta la historia de un amante que llora la perdida de su amante, es una lucha entre el olvidar y el recordar, contiene mucho ritmo y juega con las palabras “Nunca Mas”.
Metáforas: “…era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo…” y varias mas.
Prosa o Verso: Verso.
¿Cuántos versos? 18.
El poema es una traducción así que en español no contiene rima pero en ingles si.
Expresiones que me gustaron por su significado: “…y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo, las visiones ve del mal…” Me gusta porque expresa la locura de el personaje totalmente consumido y en como percibe a el cuervo.
Emociones que proyecta: Miedo, Tristeza, Desesperación y Locura.
Te gusto: Si, Porque no es el típico poema de amor, esta hablando de la locura y desesperación que alguien puede llegar a sentir por amor, es el deseo de escuchar “nunca mas” a preguntas que rondan por la cabeza de el personaje.
El cuervo
Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar;
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tímida a tocar:
"¡Es - me dije - una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo y nada más!".
¡Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuan ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerta Leonora;
la radiante, la sin par
virgen rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora
ya sin nombre... ¡nunca más!
Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho palpitante
procurando dominar,
"¡Es, sin duda, un visitante-repetía con instancia-
que a mi alcoba quiere entrar:
un tardío visitante a las puertas de mi estancia...,
eso es todo, y nada más!".
Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:
"Caballero, dije, o dama: mil perdones os demando;
mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza
me vinisteis a llamar,
y con tal delicadeza y tan tímida constancia
os pusisteis a tocar,
que no oí", dije, y las puertas abrí al punto de mi estancia:
¡sombras sólo y... nada más!
Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
quedé allí-cual antes nadie los soñó-forjando sueños;
más profundo era el silencio, y la calma no acusaba
ruido alguno..., resonar
sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora
yo me puse a murmurar,
y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora...!
Esto apenas, ¡nada más!
A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
Pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:
"De seguro-dije-es algo que se posa en mi persiana,
pues, veamos de encontrar
la razón abierta y llana de este caso raro y serio,
y el enigma averiguar:
¡Corazón, calma un instante, y aclaremos el misterio...:
es el viento, y nada más!".
La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
Entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Pallas representa
fue y posase, y ¡nada más!
Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y
...