El Pensamiento social cristiano

Pensamiento Social Cristiano

Facultad de Filosofía y Humanidades

Universidad Católica de Córdoba

01/06/2017

“Trata de personas, la esclavitud del siglo XXI”

Alumnas:

• Dellarossa, Micaela
• Pettinari, María Sol

INTRODUCCIÓN

Nuestro trabajo se basa en un análisis que realizamos en base a una noticia que aborda la trata de personas, tema fundamental y preocupante en el mundo globalizado contemporáneo.

Para hacer de nuestro trabajo algo más enriquecedor leímos el libro de la autora Carola Ferrari, Psicopedagoga y psicoanalista cordobesa: “Esclava Blanca” donde se trata esta gran problemática del siglo XXI.

El cuerpo del trabajo se encuentra estructurado a partir de las tres funciones de la Doctrina Social de la Iglesia:

• Ver: Es la dimensión histórica del método que procura una visión integrada de la realidad social en función de los procesos históricos y los contextos políticos, económicos, sociales, culturales y globales.
• Juzgar: Es interpretar la realidad y dejarse interpretar, desde la doctrina social dando un juicio sobre los procesos sociales y sus consecuencias éticas. Corresponde la dimensión teórica constituida por principios permanente en constante dinámica de profundización y adecuación de sus contenidos.
• Actuar: Es el llamado al compromiso con la realidad social, obrando conforme a los principios y valores de la doctrina social, cooperando con quienes, aún no compartiendo fe o pensamiento, convergen en la idea de una sociedad más justa, libre y unida. Es la dimensión práctica conformada por orientaciones y recomendaciones para la aplicación efectiva de los principios mediante el accionar.

VER

La trata de personas es un delito que ocupa el tercer lugar en la lista de crímenes transnacionales, situado después del tráfico de drogas y el de armas, aunque se estima que en nuestra década, la trata va a ocupar el primer lugar a consecuencia de las grandes ganancias y los beneficios económicos que provoca, ya que se calcula que en todo el mundo la industria del sexo incluyendo mujeres, hombres, niñas y niños mueve por año más de 77 mil 500 millones de dólares y la trata sigue creciendo. Ningún país del mundo se encuentra inmune a este delito.

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cada año unos 2 millones de personas son víctimas de la trata, de las cuales el 80% son mujeres y niñas y 50% personas menores de edad. A esta cifra debe sumarse un número indeterminado de personas que son víctimas de la trata dentro de sus propios países, sin cruzar las fronteras internacionales y que son sometidas a diversas formas de explotación.

La trata de personas es lo que hoy se conoce como la “Esclavitud del siglo XXI”, es uno de los delitos más siniestros y lucrativos del mundo, organizado por redes criminales que operan dentro y fuera de las fronteras. Consiste en la captación y el traslado de personas con fines de explotación sexual o laboral mediante amenaza, engaño o uso de la fuerza. Las víctimas son, en su mayoría, mujeres de bajos recursos atraídas por falsas ofertas de trabajo. Como nombramos anteriormente aproximadamente el 80% de las víctimas identificadas son mujeres y niñas, por lo que la trata de personas y los distintos tipos de explotación no pueden explicarse, si no es en términos de la desigualdad de género; la discriminación y las violencias que vulneran el acceso, ejercicio y respeto de los derechos de las mujeres y las niñas.

Este delito es considerado la mafia mas organizada del país, la trata de personas deja más plata que la droga ya que el cuerpo de una mujer se puede vender más de veinte veces en un día, la droga se vende una vez y producirla tiene un alto costo. Esta tiene muchos rostros y los hombres que compran mujeres son grandes cómplices, porque es su dinero el que financia a las redes de tratantes. Hay que asumir esta responsabilidad ya que es un crimen que perdura porque existe oferta y demanda, acompañado de gran impunidad. Sin clientes no hay trata de personas.

El concepto de trata ha sido interpretado de diferentes maneras a lo largo del tiempo. Es necesario remontarse a los diferentes períodos históricos.

Este fenómeno, especialmente de mujeres, tiene sus comienzos en la historia de la humanidad, desde sus inicios ha estado ligado a las guerras, a la esclavitud y a la consideración de las mujeres como objetos sexuales y así fueron traficadas durante el período colonial.

En América Latina esta situación se ubica en la época de la conquista española, los españoles tomaban o entregaban el "botín de mujeres" al vencedor, lo que dio origen al comercio sexual. Posteriormente en la colonia surgieron las primeras normas que sancionaban dicha actividad con penas que incluso llegaron hasta la muerte.

A fines del siglo XIX, persistió el fenómeno de la trata de mujeres que se agudizó después de cada guerra mundial, siendo también víctimas las europeas, que huyendo del hambre y de los horrores de la guerra, fueron presa fácil de los traficantes, siendo utilizadas con fines de explotación sexual y trasladadas a países de Europa del Este, Asia y África, lo que llevó a denominar a dicha actividad como trata de blancas, porque se reclutaba a mujeres blancas, europeas y americanas que eran comerciadas hacia países árabes, africanos o asiáticos, como concubinas o prostitutas.

Desde entonces se relacionó trata de blancas con prostitución y ésta con esclavitud. Se usó el término tráfico humano o tráfico de personas, relacionado al comercio internacional de mujeres y personas menores de edad. Años más tarde, el término trata de blancas cayó en desuso debido a que en la trata se ven involucradas personas de diferente sexo, edad, culturas, razas y ubicación geográfica, no únicamente mujeres blancas y no solo en la explotación sexual.

 En la actualidad, esta definición resulta extremadamente limitada en tanto que no reconoce las diversas manifestaciones de la trata de personas en el mundo; así como el hecho de que no solo las mujeres pueden resultar victimizadas, sino también hombres y personas menores de edad, cualquiera que sea su sexo. La tendencia internacional ha sido la de profundizar en sus causas económicas y sociales y establecer una estrategia contra el proxenetismo y la explotación sexual de las mujeres. A finales del siglo XX, la comunidad internacional estableció una definición más precisa, siendo el término correcto: la trata de personas.

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