El Poder De La Esposa Que Ora
Enviado por ginagonzalezsoli • 9 de Noviembre de 2012 • 1.970 Palabras (8 Páginas) • 682 Visitas
El poder de una Esposa que ora. Stormie Omartian
de PAREJAS BENDECIDAS, el El sábado, 29 de octubre de 2011 a la(s) 10:15 •
¡UN MOMENTO!
Antes que descartes el matrimonio…
Les confieso que hubo un tiempo en que consideré la seriación o el divorcio. Esta es una confesión vergonzosa porque creo que ninguna de esas opciones es la mejor respuesta para un matrimonio que tiene problemas. Yo creo en la posición de Dios en cuanto al divorcio. El dice que no está bien y que le entristece. Lo último que deseo hacer es entristecer a Dios. Pero sé lo que significa sentir ese desespero que nos impide que hagamos las decisiones correctas y que causa que una persona deje de tratar de hacer lo correcto. Comprendo la tortura de la soledad que te deja con el deseo de cualquier persona mira a tu alma y te vea; he sentido un dolor tan terrible que el temor de morir por causa del mismo, me empujó a buscar el único medio previsible para sobrevivir: escapar de la fuente de agonía. Yo sé cómo se siente considerar actos de desesperación porque no ves ningún futuro. He experimentado tal acumulación de emociones negativas, día tras día, que la separación y el divorcio parecían la única promesa de un alivio placentero.
El mayor problema que encaré a nuestro matrimonio fue el temperamento de mi esposo. Los únicos que fuimos objeto de su enojo fuimos mis hijos y yo. Él usaba palabras que eran como armas que me dejaban lisiada y paralizada. No estoy diciendo que yo no tenía culpa, al contrario, estaba segura de que tenía tanta culpa como él, pero no sabía qué hacer. Le rogaba a Dios con frecuencia para que hiciera a mi esposo más sensible, menos colérico, más agradable, menos irritable, pero vi pocos cambios. ¡Dios no me estaba escuchando? O ¿favorecía al esposo en lugar de la esposa, como yo sospechaba?
Después de algunos años, con poco cambio, un día clamé desesperada al Señor y le dije “Dios no puedo vivir más así. Yo sé lo que tú has dicho sobre el divorcio, pero no puedo vivir en la misma casa con él. Ayúdame Señor” Me senté en la cama sosteniendo mi Biblia durante horas, mientras luchaba con el deseo de tomar a mis hijos y marcharme. Yo creo que debido a que recurrí a dios con toda honestidad y le hablé sobre cómo me sentía, Él me permitió poder ver en forma exacta y clara cómo sería mi vida si me marchaba: Dónde viviría, cómo me mantendría y cuidaría de los niños, quiénes serían mis amistades y lo pero de todo, cómo la herencia del divorcio afectaría a mi hijo y a mi hija. Fue una imagen tan horrible y triste que no hay palabras para expresarlo. Yo sentía que iba a encontrar algún alivio pero al precio de todo lo que era importante y querido para mi. Supe que no era el plan de Dios para nosotros.
Mientras me encontraba sentada ahí, Dios también puso en mi corazón que si yo rendía voluntariamente mi vida ante su trono, sacaba de mi corazón el deseo de irme, y le entregaba mis necesidades, Él me enseñaría cómo entregar mi vida en oración por Michael, cómo interceder de verdad por él como hijo de Dios, y en el proceso Él revitalizaría mi matrimonio y derramaría sus bendiciones sobre ambos. Estaríamos mejor juntos, si podíamos pasar esto, que lo que hubiéramos podido estar en cualquier momento separados y solos. Él me mostró que Michael estaba atrapado en una red de su pasado que le dejaba incapacitado para ser diferente de lo que era en ese momento, pero Dios me usaría como un instrumento de su liberación si yo se me lo permitía. Dolía decir que sí a esto y lloré mucho pero cuando lo hice, me sentí con esperanza por primera vez en años.
Comencé a orar cada día por Michael, como nunca había orado antes. Vi cuán profundamente herida estaba y lo rencorosa que era con él. Yo no deseo orar por él ni pedirle a Dios que le bendiga. Sólo deseo que Dios golpee su corazón con un rayo y le de convicción de lo cruel que él ha sido, pensé. Tuve que decir una y otra vez “Dios confieso mi falta de perdón hacia mi esposo. Líbrame de todo esto”.
Poco a poco, comencé a ver que ocurrían cambios en ambos. Cuando Michael se enojaba, en lugar de reaccionar de forma negativa, oraba por él. Le pedía a dios que me revelara qué estaba causando su enojo. Él lo hizo. Le pregunté qué podía hacer para mejorar las cosas. Él me mostró. El enojo de mi esposo se tornó menos frecuente y se calmaba más rápido. La oración de cada día edificó algo posito. Todavía no hemos llegado a la perfección, pero hemos caminado un gran tramo. No ha sido fácil, sin embargo, estoy convencida de que vale el esfuerzo de caminar a la manera de Dios. Es la única forma de salva un matrimonio.
Las oraciones de la esposa por su esposo tienen un efecto muyo mayor sobre él que las de cualquier otra persona, aún su madre. (So siento, mamá). Las oraciones de una madre por un hijo, en realidad son fervorosas, pero cuando un hombre se casa, deja a su padre y a su madre y se vuelve uno con su mujer (Mateo 19:5). Ellos son un equipo, una unidad, unidos en espíritu. La fortaleza de un hombre y su esposa, unidos en la presencia de Dios es mucho mayor que la suma de fuerzas de cada uno de ellos de forma individual. Esto es porque el Espíritu Santo les une y añade poder a sus oraciones.
Por eso es que hay tanto en juego si no oramos. ¿Pues imagínate orar por el lado derecho de su cuerpo y no por el izquierdo? Si el lado derecho no está sostenido y protegido y se cae, va a traer consigo al lado izquierdo. Lo mismo sucede entre tu esposo y tú. Si oras por ti y por él no, nunca
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