Investigación en Educación Especial.

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Introducción

Las personas con discapacidad tienen que enfrentarse a numerosas barreras para poder insertarse de manera plena en la sociedad: prejuicio social, problemas de accesibilidad, un sistema educativo que no las contempla y empresas que no están preparadas para recibirlas.

Un obstáculo más grande a cada paso. Todos los días, una prueba más difícil para superar. Una ciudad que Como corolario, las personas con discapacidad están sospechadas de no ser buenos profesionales.

Y en la mayoría de los casos esta afirmación es cierta. No porque no puedan llegar a serlo, sino porque las condiciones sociales no están dadas para que siquiera puedan intentarlo. Sin embargo, y contra todos los pronósticos, algunos se abren camino tanto en el mercado laboral como en la vida académica y prueban que, con los apoyos necesarios, es posible.

Además de las cuestiones antes mencionadas, consideramos de crucial importancia realizar un análisis del uso del lenguaje que se utiliza para designar a las personas con discapacidad, ya que con él, designamos una identidad, que construye o que destruye.

Las barreras sociales

Tiende a prevalecer la idea que la discapacidad es, ante  todo,  un problema de índole médico, definido por  las  limitaciones funcionales que imponen deficiencias físicas o sensoriales. 

Sin  embargo, las personas con discapacidades intuyen, o saben, que esas  limitaciones van mucho más allá del mal funcionamiento físico que  los  aqueja.  Intuyen,  o saben, que éste no es ni el único ni el más  importante  de esos problemas.

Descubren, muy tempranamente, que sus problemas no concluyen al ser dados de alta hospitalaria, y al ser munidos de silla de ruedas, muletas, ortesis, prótesis, o de otro aditamento para la marcha, para la escucha o para la vista.  Todo lo contrario: al retornar a sus hogares, a sus comunidades, a la sociedad en que viven, descubren que entonces sus problemas recién comienzan. 

Porque tener una discapacidad significa vivir en el mundo, en sociedad, como "diferente", "anormal", "inferior", marginado, no por decisión propia sino por percepción y actitud ajena. 

Al tener una discapacidad una persona se enfrenta cotidianamente a problemas muy amplios y a la vez complejos.  Significa lidiar con personas que los evitan o huyen ante esa mera presencia, que los compadecen, o que los rechazan lisa y llanamente.

  Tener una discapacidad, también dificulta obtener un empleo, encontrar un lugar accesible y decente en el cual vivir, trasladarse de un lugar a otro, tener acceso a la cultura, a la educación, al deporte y a la recreación como puede tenerlo cualquier otra persona (sin discapacidad). 

Tener una discapacidad también dificulta el establecimiento y mantenimiento de relaciones afectivas, sean de amistad o de amor, familiares o de pareja.  Para muchos, a veces implica vivir a nivel de pobreza y/o verse obligado a una jubilación temprana e insuficiente (ciertamente no de "privilegio").  Significa, discriminación y exclusión, o en otras palabras, ser tratado como un ciudadano de segunda categoría, es decir, como alguien con derechos cívicos limitados/restringidos.

  Tener una discapacidad, por ello, no se reduce a tener un defecto físico es una compleja realidad socio-política y emocional con la cual se vive día tras día, año tras año. 

Quien tiene una discapacidad se encuentra cotidianamente ante una muralla de prohibiciones, difíciles de franquear, y ante alternativas limitadas que tienden a reforzar su condición de persona marginada y excluida.

Las barreras a la inclusión en el SXXI

En los años '30 y '40s se produce la marginación social de muchas PCD o anormalidad física o cognitiva, se produjo una esterilización masiva de las personas "defectuosas" en muchos estados de occidente y el asesinato de miles de PCD en los campos de concentración nazis. Este es un legado cultural que sigue vigente y hoy se refleja en los medios de comunicación populares por Ej.: sobre el aborto y la eutanasia. Estamos en un mundo en el que hay considerar la calidad de nuestros hijos.

También se observa la discriminación en la educación y en los sistemas laborales. Quienes defienden la educación segregada sostienen que ésta es más eficaz y efectiva y quienes la cuestionan dicen que separar a los niños con discapacidad de su comunidad cercana, traerá consecuencias negativas ya que inhibe las posibilidades de que los niños con discapacidad puedan hacer amistad con niños sin discapacidad.

El sistema educativo está cada vez más encaminado a la competencia, la elección y la selección, y en un sistema así los estudiantes con discapacidad están en desventaja y se les considera una carga. Es común el desempleo entre los trabajadores con discapacidad ya que la sociedad se encuentra organizada en tornoa las necesidades de las personas no discapacitadas.

Existe la discriminación institucional de las PCD por Ej.: barreras físicas (veredas, construcciones inaccesibles para aquellos incapaces de subir escaleras o abrir puertas manualmente). Información pública que presupone un nivel común de habilidades visuales o auditivas.

Estas barreras tienen consecuencias psicológicas negativas para las PCD y su familia lo que hace, que la práctica de "rehabilitación" sea aún más problemática.

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1Patricia Brogna,Visiones y revisiones de la discapacidad, Fondo de Cultura Económica (2009), pág. 106, 107.

Los mensajes que transmiten las barreras sociales

Comúnmente, estas prohibiciones y alternativas están marcadas físicamente por la presencia de barreras arquitectónicas y urbanísticas, o por soluciones en el manejo del espacio curiosamente concebidas.  Estas barreras y soluciones contienen dobles mensajes, unos claros y explícitos, otros encubiertos e implícitos.

A nivel explícito enuncian: “No pasarás, no entrarás, o pasa pero ubícate en tal o cual lugar que es el que te corresponde, o pasa y aprovecha aquello que está en el espacio que te hemos destinado o al cual hemos permitido o facilitado tu acceso, o ven pero acompañado ya que no podemos hacernos responsables de ti.” 

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