La filosofía del lenguaje en la Edad Media
Enviado por stevson4 • 31 de Marzo de 2014 • Ensayo • 4.486 Palabras (18 Páginas) • 599 Visitas
UNIDAD 2
Modi significandi: la filosofía del lenguaje en la Edad Media
ÍNDICE ESQUEMÁTICO
1. Las fuentes de la filosofía medieval del lenguaje
2. El signo, según San Agustín
3. Lenguaje exterior y lenguaje interior
4. Dictio, dicibile y res
5. Intenciones e imposiciones primarias y secundarias
6. Significatio y suppositio
7. Las diferentes clases de suppositio
8. Los modistae: teoría de los modos de significar
9. La teoría de Ockam sobre la suppositio
1. Las fuentes de la filosofía medieval del lenguaje
Dos fueron las fuentes principales de la reflexión lingüística en la Edad Media: a) la filosófica, de tradición aristotélica, desarrollada en estrecha conexión con doctrinas lógicas y problemas metafísicos, y b) la gramatical, de origen estoico y tradición alejandrina, que culmina en la escuela de los modistae de los siglos XIII y XIV. El marco de las reflexiones más puramente gramaticales venía proporcionado por las Institutionae Gramaticales de Prisciano, junto con la Ars Maior, de Donato. Del libro de Prisciano, dividido en el Prisciano Mayor y Menor, se producen multitud de comentarios y glosas en el siglo XII.
Por lo que respecta a la tradición puramente filosófica, son dos los puntos de referencia obligados en los orígenes de la semántica medieval. Por una parte, San Agustín, cuyos análisis del signo aceptaron como marco gran parte de los filósofos medievales, y por otra parte Boecio (480-525), cuya traducción del Peri Hermeneias, de Aristóteles, fue la fuente primaria de reflexión que aquéllos manejaron.
2. El signo según San Agustín
En cuanto a San Agustín, varios aspectos de su teoría del lenguaje merecen ser destacados, bien por su importancia intrínseca, o por su influencia en autores escolásticos posteriores. En primer lugar, su filosofía del signo, que incluye la definición de éste en cuanto realidad material que evoca en el entendimiento una realidad ajena (De doctrina christiana, 1.1). El signo lingüístico está constituido por una unión intrínseca de sonido y significación (De magistro, X, 34); no es concebible un signo sin significado, pues entonces quedaría reducido a sonido vacuo. En la significación reside el núcleo del valor o la fuerza (vis) del signo lingüístico, aunque, según parece, no se identifica con ella. La fuerza del signo es una noción más amplia que incluye tanto la significación como las diferentes formas en que tal significación afecta a un auditorio (Principia Dialecticae).
En segundo lugar, por su concepción global de una ciencia del lenguaje o dialéctica, concepción global seguramente heredada de los estoicos, a través de un tratado de Varrón. De acuerdo con esa concepción, en la dialéctica son distinguibles dos partes bien diferenciadas. Por un lado, el análisis de la expresión simple (de loquendo), en la que San Agustín distingue, entre otros, los niveles fonológico y morfológico, y el nivel semántico. En el nivel fonológico, San Agustín introduce la noción de fuerza (vis) en un sentido puramente material. En el nivel morfológico, distingue entre declinatio y ordinatio, que vendrían a corresponder con los niveles de las variaciones morfológicas y las distribucionales respectivamente.
Por lo que respecta al nivel semántico, San Agustín desarrolla con gran lucidez y finura analítica las relaciones de la palabra con los niveles psicológico y ontológico, con el concepto y la referencia.
3. Lenguaje exterior y lenguaje interior
No obstante, la primera impresión que produce la teoría del signo de San Agustín es la de que propugna una conexión directa entre el signo y la cosa significada. A esa impresión contribuye el hecho de que asigne una importancia capital al aprendizaje lingüístico por ostensión: saber el significado de una palabra es saber indicar la realidad que invoca en el espíritu. Pero hay que tener en cuenta que San Agustín distingue entre dos planos en que se puede considerar el signo: uno, el plano exterior, en cuanto realidad fónica (vox verbi); otro, en cuanto realidad interior, auténtico signo. Las palabras pertenecientes a ese lenguaje interior son comunes a todas las lenguas e independientes por tanto de su «traducción» verbal a una lengua concreta. En realidad, la relación que guardan entre sí los niveles exterior e interior del lenguaje es una relación semiótica: las palabras exteriores son signos de las palabras interiores.
4. Dictio, dicibile y res
Esa dicotomía entre lenguaje exterior e interior se encaja en la teoría semántica expuesta por San Agustín. Así, en los Principia Dialecticae, engrana con las distinciones entre verbum, dictio, dicibile y res. El verbum consiste en la palabra articulada, la entidad fónica que desencadena diferentes efectos en el espíritu y que pertenece por tanto al lenguaje exterior. Cuando el verbum se utiliza en su sentido ordinario, esto es, para indicar una realidad ajena a sí misma, se hace dictio. La dictio engloba tanto a la palabra como a su relación con el dicibile, lo expresable mediante el lenguaje, pero que preexiste a éste. Finalmente, la res es la realidad, considerada independientemente de su capacidad de ser nombrada o expresada, pero a la cual puede ser referida la dictio, en cuanto unión de verbum y dicibile. Tanto el verbum como la dictio pertenecen al lenguaje exterior, puesto que en ambas está presente el componente material del signo, el sonido. Pero el dicibile pertenece al lenguaje interior, a la vida mental o espiritual.
Ahora bien, a diferencia de la dialéctica estoica, la de San Agustín estaba más centrada en la expresión simple, aislada, en definitiva en la palabra, que en el enunciado. Mientras que se puede afirmar que los estoicos mantenían una especie de teoría contextual del significado (el término sólo significa en el seno del enunciado), San Agustín ubica la relación de significación en el nivel de la palabra: esa relación se da entre la palabra y la cosa, por intermedio del signo mental. Esa es la razón de que el análisis agustiniano sea más rico en lo que se denominaría semántica léxica que en el de la semántica oracional. Así, merece la pena destacar su análisis de las relaciones léxicas de sinonimia, antonimia y, sobre todo, de la ambigüedad léxica.
Por otro lado, al menos en su proyecto, la dialéctica se amplia mediante la incorporación del análisis del enunciado compuesto o complejo, cuando la dialéctica tradicional estoica se limitaba al análisis de las diferentes modalidades del enunciado simple.
Boecio es el autor a través del cual fueron conocidas y estudiadas teorías aristotélicas sobre el lenguaje y
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