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Los Niños De Plomo


Enviado por   •  14 de Enero de 2012  •  3.196 Palabras (13 Páginas)  •  1.592 Visitas

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Los niños de plomo

Los niveles elevados de plomo en el cuerpo pueden causar problemas en el cerebro, los riñones y la médula ósea que es el tejido blando que está dentro de los huesos. Los síntomas de niveles elevados de plomo pueden incluir dolor de estómago, dolor de cabeza, vómito, confusión, debilidad muscular, convulsiones, pérdida del cabello y anemia que es tener bajo el número de glóbulos rojos en la sangre.

Los niveles bajos de plomo en el cuerpo también pueden causar problemas como dificultad para poner atención, problemas de comportamiento, dificultades en el aprendizaje y un bajo CI (coeficiente intelectual) en niños pequeños.

La Oroya, es un pueblo que se encuentra en el departamento de Junín, Esta ciudad es la quinta más contaminada del mundo según el instituto Blacksmith (es una ONG estadounidense que tiene como objetivo crear un planeta limpio para los niños).

El 99% de los niños de la Oroya presentan elevados de niveles de plomo en la sangre

Todos los habitantes de La Oroya tienen algún nivel de plomo en la sangre. Eso es innegable, pero los más vulnerables son los niños menores de 6 años y las madres gestantes. Un estudio realizado recientemente por la Universidad de San Luis de Missouri y el Ministerio de Salud del Perú demostró que el 99% de los niños menores de cinco años en La Oroya tienen altos niveles de plomo en la sangre. Esto genera consecuencias que pueden ir desde la pérdida de apetito hasta la muerte. El 82% de los 788 niños examinados tienen entre 20 y 44.9 microgramos de plomo por decilitro de sangre; y el 8.4% tiene entre 45 y 69 microgramos, cuando el límite permitido por la Organización Mundial de la Salud es de 10 microgramos. Pese a la gravedad del problema y frente a los resultados, la transnacional Doe Run aún no se ha manifestado. Hasta ahora se niega a instalar los equipos de control de aire para reducir la emisión de gases tóxicos, se niega a construir una planta de ácido sulfúrico para capturar las grandes cantidades de óxido de azufre de sus plantas que son arrojados al río Mantaro y se niega a descontaminar los suelos y las casas de los más de32 mil humildes pobladores de la Oroya. La contaminación continúa subiendo en los últimos años al punto que se calcula que para el 2011, las emisiones de plomo en La Oroya serán once veces mayores que las del complejo de Doe Run en Herculaneum (EEUU).

Esta situación se agrava si se tiene en cuenta que el año pasado, Doe Run Perú generó 150 millones de dólares en utilidades; sobre ganancias que no se han visto reflejadas en la modernización del Complejo Metalúrgico de La Oroya, que emite 1.000.000 de kilos de dióxido de azufre, plomo y arsénico por día. Los niños y pobladores de la Oroya continúan esperando se respete sus principales derechos, hasta ahora el presidente Alan García no se ha pronunciado sobre el caso dando entender su flexibilidad y sumisión ante la empresa norteamericana.

CUANDO LA OROYA ERA VERDE Y SUS CERROS UN PARAISO

La planta de La Oroya la construyeron “los primeros gringos”, como se refieren los lugareños a los estadounidenses de la compañía Cerro de Pasco Copper Corporation que desembarcó en estas alturas de los Andes en 1922. El complejo metalúrgico permitió que vivieran las minas a lo largo y a lo ancho de la sierra central del Perú, cuyos minerales necesitaban ser procesados antes de venderse en el mercado internacional. Por la complejidad de los procesos que allí se realizaban -procesamiento de minerales “sucios”, con alto contenido de sulfuros -, La Oroya se transformó en un lugar de referencia para ingenieros metalúrgicos de todo el mundo.

A los pocos años de creada la planta, los agricultores de la zona comenzaron a quejarse de que el humo secaba sus pastos.

Cuentan los memoriosos que los cerros de La Oroya por ese entonces eran verdes, y en el Mantaro, uno de los ríos más importantes de Perú, se pescaban truchas y ranas. Hoy las montañas que rodean La Oroya están peladas y manchadas de negro, y del Mantaro algunos pobladores dicen que “está muerto”. En 2003, una ley nacional declaró la emergencia ambiental de su cuenca, de la que son responsables también las minas de la zona de cerro Pasco y las decenas de pueblos andinos cuyos desechos cloacales van a parar al río.

Cuando en 1974 el gobierno peruano expropió y nacionalizó el complejo metalúrgico de La Oroya, la contaminación del suelo, el aire y el agua empeoró. Los pobladores se habituaron a vivir con los ojos rojos, inyectados, y un pañuelo siempre a mano para cubrirse la cara cuando “venía el humo”. Poco se sabía de la intoxicación por plomo por aquellos días porque todavía no se habían realizado estudios de sangre en la población.

LOS NIÑOS DE PLOMO

Hay un lugar en el mundo donde las aves no vuelan, donde los árboles y los niños no crecen, donde el plomo es el pan de cada día…

Se dice que cada niño nace con un pan bajo el brazo. Este antiguo proverbio lamentablemente no se aplica en la Oroya, Perú, donde viven cinco mil niños, todos con elevados niveles de plomo en la sangre. En la Oroya (ciudad andina situada 180 kilómetros al sureste de Lima) el plomo, cadmio, dióxido de azufre y otros materiales tóxicos causantes de la lluvia ácida anidan en el organismo de las treinta tres mil almas que la habitan.

Un humo amarillento cubre los cielos de la Oroya. Es marzo de 2007 y el bus nos ha dejado justo frente a las chimeneas de la planta que maneja Doe Run Co., la productora de plomo más grande de Norteamérica. El panorama no puede ser más escalofriante: humos negros y cobrizos con olor a muerte emanan por las chimeneas de la fundidora. A tan sólo 200 metros del complejo metalúrgico, los niños juegan al fútbol despreocupadamente y a cada paso tragan el polvo tóxico que viaja por el aire. Escuelas, calles, el hospital y las casas están cubiertas por el polvo metálico; los pinos no crecen, las flores son escasas. La belleza que antes existía ahora es ceniza. La Oroya es la quinta ciudad más contaminada del mundo según el instituto Blacksmith, una organización conservacionista con sede en Nueva York. En la lista de los 10 pueblos más contaminados también figuraChernobyl, lugar donde ocurrió el accidente nuclear más grave de la historia.

Vemos que algunas personas transitan con máscaras y otras utilizan pañuelos. La gran masa se cubre con las manos la nariz y la boca para no ingerir el aire sulfuroso. “Antes era por horas; ahora todo el día botan los gases” nos dice Julia Solano, una amable señora

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