Mediocridad teleinducida
Enviado por ellenitta • 11 de Octubre de 2011 • 1.000 Palabras (4 Páginas) • 724 Visitas
Mediocridad teleinducida
Luis Linares Zapata (La Jornada, miércoles 28 de septiembre de 2011)
Cobijado bajo la cariñosa pantalla de Televisa durante más de seis años, la carrera de Enrique Peña Nieto en pos de la Presidencia de la República está a un paso de trepar al primer escalón. La disciplina desplegada por dicho personaje tras su candidatura ha sido férrea. Se plegó, con gran despliegue de recursos, a una modalidad promocional que le ha dado resultado: tiene, según numerosas encuestas, las simpatías de buena parte del electorado. El costo de ello puede tasarse en miles de millones de pesos que han fluido sin cesar para sostener dicho esfuerzo publicitario. Los canales usados para encauzar los fondos han sido y siguen siendo por demás oscuros, repletos de complicidades. Ahora, la cargada es tan cierta como cotidiana para que su nominación no tenga obstáculo que la impida. El tesonero senador Manlio Fabio Beltrones, sin embargo, sigue interponiéndose en esta exitosa ruta y exige, antes que tal propósito se corone, que se cumplan algunos trámites que su partido todavía no define con exactitud.
Don Enrique siguió, en su mediocre destape en Televisa, un guión bien machacado, simplón y de memoria. En su artificiosa presencia reveló tres de sus consecutivas aspiraciones. La primera, ser candidato de su partido, después competir y, al final de una bien planeada campaña, llegar a ser presidente de los mexicanos. Fue un momento que sus asesores hubieran querido estelar, de gran impacto. No lo fue y, para su contrariedad, resultó anticlimático. En tiempo estelar, Peña mostró varias de sus conocidas mediocridades: reiterativo en sus ademanes y gags, sin horizontes políticos y de seria pobreza conceptual. Pero el mensaje trasmitido en conjunto, y para cualquier efecto práctico, quedó bien arraigado en el espacio público. No cabe discusión alguna al respecto, él es el preferido de la pantalla chica y, en especial, de la empresa que lo ha sido todo para su confección como postulante.
La ruta marcada por sus muchos proponentes, y por él mismo, no ha tenido sino pequeños sobresaltos fáciles de superar. La distancia en simpatías electorales que registra hasta hoy en día respecto de sus rivales es mayúscula. Los miles de golpes de rating que acumuló en la larga y onerosa trayectoria no han sido en balde. Penetraron, con parsimonia rebuscada, una franja mayúscula del analfabetismo político y que ahora se dice partidaria de su empeño. Las desviaciones del guión trazado por expertos publicistas fueron mínimas. Siempre acicalado, bien encuadrado por las cámaras que lo persiguieron incansablemente para que las tomas no provocaran distorsiones en su joven perfil. Las escenas mostradas en innumerables noticiarios se repitieron una tras otra, aparentando ser parte de los sucesos del día y dignas, por peso propio, de ser destacadas. Peña apareció casi siempre protegido tras un atril, con movimientos de manos lentos, voz pausada para infundir dominio no sólo sobre el auditorio cautivo, sino extensivo a toda la teleaudiencia. Pero, y esto fue también una táctica efectiva, usando siempre frases
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