“Mi vestir, mi caminar, y mi fisco no es una invitación a que tomes mi cuerpo”
Enviado por Natalia Ramírez • 2 de Diciembre de 2022 • Ensayo • 990 Palabras (4 Páginas) • 123 Visitas
“Mi vestir, mi caminar, y mi fisco no es una invitación a que tomes mi cuerpo”
Natalia Ramírez Lema
Diciembre 2021.
Universidad del Valle.
Contaduría Pública.
Técnicas de comunicación.
“Mi vestir, mi caminar, y mi fisco no es una invitación a que tomes mi cuerpo”
Tenemos en el día a día aquellas frases que nuestra cultura ha ido imponiendo cada vez más, tales como: “¿si sabe que en la calle hay peligro, para qué salen de noche?”, “Si no quieren ser violadas ¿para qué salen a fiestas”, “Si no quiere ser “piropeada” ¿para qué se viste así?”, justificando de forma absurda cada vez más el machismo y la falta de seguridad que existe para el género femenino incluso hasta hacia su misma vestimenta.
En este presente ensayo se abordarán ciertos puntos sobre el tema del por qué la vestimenta de una mujer no debería representar una razón justificable para la violencia para con ésta misma por parte del género masculino, generando la pregunta así clave del ensayo ¿Por qué las mujeres deberían usar ropa menos llamativa para evitar “atraer” a hombres indeseados? ¿No son los hombres responsables de sus actos también?
Si bien tenemos dos temas bastante delicados como lo son el abuso sexual y el acoso de mujeres por parte de los hombres y el vestir sexy o “provocativamente”, tenemos entonces como premisa importante el hecho de que el vestirse sexy está unido al acoso y abuso sexual, y llega a ser un factor determinante para la vulneración de la mujer. Dejando la polémica de si el problema es de la mujer, o del hombre.
El genero femenino; llamado más comúnmente el “sexo débil” se encuentra cada vez más en una posición bastante insegura y vulnerable, teniendo que afrontar el constante sentimiento de incomodidad mientras transita las calles, toma un bus, etc. Siendo invadida con frecuentes insinuaciones sexuales, que vulneran aquella intimidad y dignidad de ser vistas solamente como un objeto sexual. Este comportamiento llega a ser tan habitual que, aunque la mujer se sienta ofendida, incomoda e incluso denigrada, son muy pocas las que realmente logran llegar a expresarse.
Las mujeres siempre han sido educadas para mostrar una imagen agradable, donde la sociedad quiere convertirlas en persones que sean moldeables y sumisas. A pesar de que el sistema hace creer que el otorgar el voto, o que los salarios sean iguales y los derechos sean equivalentes, se hace pensar que resuelve el problema de igualdad que se afronta, cuando es una verdad que los derechos son universales y que estos pertenecen a cada uno por el pequeño hecho de formar parte de la humanidad.
Arias deja una premisa clara en su tesis de pregrado en el año 2016, llamado El acoso callejero y sus implicaciones expresadas a través de la dominación masculina y la violencia simbólica en las mujeres del cantón de Grecia durante el año 2015, donde este autor presenta la idea de que las imposiciones sociales que se le otorgan al género femenino (roles) estas afectan directamente en forma en que las mujeres empiezan a representarse a sí mismas, a través de su cuerpo, con la premisa de que debe ser y comportarse de cierta manera todo planteado desde lo socialmente aceptado (Arias, 2016, p. 52). Evidenciando de aquel problema tan complicado que se viene evidenciando constantemente donde la propia mujer ataca a la otra, y empieza a creer todas esas imposiciones que la sociedad ha venido “enseñando”.
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