Modelo ecologico.

MODELO  ECOLÓGICO

Existen teorías que relacionan los distintos aspectos y factores en el surgimiento de la violencia. Una de las más importantes es el modelo ecológico y multidimensional. Proporciona un esquema útil para integrar los tres modelos, el biológico –psiquiátrico, que se preocupa por las características de los individuos abusadores y de los niños maltratados; el psicosocial, que atiende fundamentalmente a los modos de interacción familiar; y el sociológico, que estudia los valores culturales y  los factores, de estrés social.

El modelo ecológico, permite superar las explicaciones estáticas e incluir conceptos que abarquen lo psicológico, lo social y lo cultural.

El modelo ecológico plantea que, para analizar el comportamiento humano, es preciso relacionar cuatros niveles, que resumen casi todos los factores y explicaciones previas sobre la etiología del maltrato, que corresponden a los distintos contextos o sistemas que influyen en la conducta humana:

1. Macrosistemas:  este nivel incluye los valores culturales, los sistemas de creencias y los estilos de vida que predominan en la cultura o subcultura en particular. En el análisis de la violencia, corresponde a los patrones culturales que favorecen el maltrato (en nuestro caso), es decir, las actitudes, las costumbres y la ideología de una cultura que permiten o toleran diversos modos de violencia. En este sentido, se pueden mencionar tres rasgos culturales que predominan en los contextos que propician la violencia: la estructura patriarcal de la sociedad, la concepción del poder y de la obediencia en el grupo familiar y los estereotipos de género.

Nuestra sociedad mantiene aún las raíces patriarcales de la Antigüedad, lo que le confiere al hombre el poder por sobre la mujer, y a los padres por sobre los hijos; esto es, constituye un sistema de funcionamiento verticalista y piramidal de la autoridad en el que la figura del padre ocupa el vértice, en tanto jefe de familia,  a madre y los hijos se ubican en los estratos inferiores. Dentro de este marco, las prácticas sociales vinculadas a la obediencia y al respecto en el contexto familiar siguen posicionando al hombre como fuente de autoridad y de poder frente a la mujer y los hijos.

Por último, los estereotipos de género que ha diseñado nuestra sociedad sobre la masculinidad y la feminidad, que asocian al varón con la firmeza, el éxito y el poder, y a la mujer con la debilidad, la obediencia, la dulzura y la docilidad, también naturalizan el ejercicio del maltrato hacia los chicos.

2.Exosistema: dado que los valores culturales, lejos de encarnarse directamente en las personas, están mediatizados por diferentes espacios sociales que constituyen su entorno, el exosistema corresponde a la estructura, formal e informal, que influye sobre el niño, aunque no en forma directa, sino afectando los escenarios en los que se desenvuelven quienes lo rodean y las redes de interrelaciones entre distintas instituciones que configuran su medioambiente (escuela, iglesia, centro vecinal, club, trabajo de los padres).

Los principales factores de riesgo que propician la violencia en las instituciones son la naturalización de su práctica, la influencia de los medios masivos de comunicación, los contextos económicos y laborales estresantes, la escasez de apoyo institucional y la victimización secundaria.

La naturalización de violencia se debe a que, en general, instituciones intermedias reproducen el modelo verticalista y autoritario de la sociedad, y utilizan diferentes formas de violencia (tanto física como simbólica) a la hora de comunicarse. Así, los medios masivos de comunicación puede constituir un factor de riesgo, ya que proporcionan modelos violentos y legitiman la violencia mediante las imágenes que trasmiten a diario. Por su parte, el mundo del trabajo, a través del estrés laboral, la angustia frente al desempleo, el subempleo o la contratación temporaria también propicia en los adultos situaciones de violencia. Asimismo, la escasez de apoyo institucional, es decir la falta de contención a las víctimas de abuso intrafamiliar y de una legislación adecuada, deja impunes a quienes ejercen la violencia, y desamparados a quienes la padecen. Por último, la victimización secundaria, que consiste en las diferentes formas mediante las cuales quien es víctima de violencia en el marco familiar vuelve a ser maltratados por los profesionales o instituciones en los que busca ayuda, también constituye un importante factor de riesgo.

3.Microsistema : implica las relaciones entre el niño y su medio ambiente familiar, es decir, el contexto inmediato en el cual se desarrolla los aspectos de la vida familiar que incrementa las posibilidades de que el abuso ocurra. Los diversos elementos que favorecen el malestar familiar son:

a. Ciertas características del niño, tales como problemas de conducta, enfermedades frecuentes.

b. Las familias de corte autoritario.

c. La distribución del poder de acuerdo a estereotipos de género.

d. Los contextos violentos en las familias de origen de los padres. En general, los varones se identifican con el agresor y las mujeres con la víctima.

4.Nivel individual : representa lo que cada progenitor maltrata trae consigo al ambiente familiar y lo que aporta desde su rol de padre/madre, e incluye las características personalidad los padres que abusan de sus hijos, que pueden considerarse en cuatros dimensiones:

a. Dimensión conductual: los adultos violentos presentan una modalidad disociada, mientras que los niños maltratados ocultan su padecimiento mediante conductas aparentemente contradictorias: a veces se comportan de una manera sumisa frente a los adultos y a los pares, y en otros momentos explotan, se muestran huidizos, temerosos y se aíslan socialmente.

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