Pandillas Y Maras
Enviado por smacchia • 6 de Noviembre de 2012 • 5.165 Palabras (21 Páginas) • 869 Visitas
INDICE:
1. Hipótesis
2. Objetivos
3. Introducción
4. Pandillas y maras. Origen y diferencia
5. Causas
6. Actividades y preferencias
7. Grupo y cultura
8. Violencia y deseo de justicia
9. Delincuencia
10. Recorte empírico
11. Conclusión
12. Bibliografía
1. Hipótesis:
La inserción de las personas en las pandillas maras como consecuencia de sus necesidades económicas, políticas, sociales y personales.
2. Objetivos:
• Desarrollar las causas que llevaron a los jóvenes a decidir unirse a las maras.
• Establecer cuáles son las actividades que desarrollan y las preferencias que tiene estos grupos.
• Analizar las causas y consecuencias que conllevan a estos grupos a tener un sentimiento de justicia.
3. Introducción:
Historia
En Centroamérica, así como en otras partes de América Latina, las agrupaciones de adolescentes y jóvenes pertenecen, desde los años 60, a la imagen de las grandes ciudades. Surgen de manera proporcional al crecimiento de barrios y colonias marginales y se pueden entender como la consecuencia de un desarrollo capitalista que destruye las formas de vida tradicionales y las bases de subsistencia agraria, sin que se posibilite a las personas expulsadas del campo, las bases de una existencia estable y menos aún una vida mejor. Para los adolescentes y jóvenes que tienen toda una vida por delante, ésto significa una exigencia muy grande. Las pandillas juveniles se pueden entender como una respuesta colectiva de los jóvenes a su situación vital insoportable y como un desafío a una sociedad que les niega su participación y su futuro.
Hasta los años 80 se trata de formaciones de vida relativamente corta y con estructuras
informales. En este tiempo se distinguen dos tipos de grupos. Un tipo de grupo son jóvenes que se encuentran en las esquinas de las calles de sus barrios para disfrutar, más allá del trabajo y de la escuela, de su tiempo libre, y que a veces – relacionados con movimientos sindicales o estudiantiles – protestan en contra de situaciones anómalas (p. ej. la súbida de las tarifas del transporte público). El otro tipo son niños y adolescentes, que al menos temporalmente viven en la calle, y que se encuentran en determinados lugares para organizar su sobrevivencia. Estos últimos viven fundamentalmente de robos, de pedir en la calle, y de trabajos temporales.
Estos jóvenes no se identifican todavía – como las posteriores pandillas – con un barrio
determinado, sino que están ocupados en primer lugar en encontrar sitios donde temporalmente y de alguna manera estén protegidos y donde puedan pasar la noche o
su tiempo libre sin ser molestados. Conflictos entre estos grupos juveniles son relativamente raros a causa de su fugacidad, que no deja casi que se originen sentimientos de pertenencia a un grupo. Por supuesto que hay enfrentamientos con policía y militares que persiguen a los jóvenes y que intentan alejarlos de la imagen de la calle – en Nicaragua durante los últimos años del régimen de Somoza, en Guatemala durante el régimen militar que se estableció en 1978 – con métodos brutales que llegan hasta la eliminación física.
Aproximadamente a mitad de los años 80 se cambia en parte el carácter de los grupos juveniles. Junto a los “grupos de esquina” y los grupos de “niños de la calle” surgen y se extienden las propias pandillas que comparativamente tienen nuevas acciones y formas de organización. Adquieren pronto considerable significado y prestigio entre los jóvenes del barrio. Estas pandillas sueltas están compuestas fundamentalmente más de jóvenes que los hasta la fecha grupos de la calle, la mayoría de 40 hasta 50, algunas llegan incluso hasta cien y más. Entre sus actores se encuentran sobre todo jóvenes que viven en los barrios y que se identifican con ellas. La defensa de los territorios delimitados por los jóvenes, algunas cuadras o todo el barrio, se convierte en uno de los elementos centrales de entender sus actos. Mientras que los hasta ahora grupos de la calle, más bien evitaban llamar la atención en exceso, se presentan las pandillas en la calle, en el vecindario y en las escuelas públicas de manera provocativa y llamando la atención. En Guatemala y más tarde en El Salvador y
Honduras, toman el nombre de mara en Costa Rica se llaman a sí mismos Chapulines. El desarrollo en El Salvador, a causa de la guerra civil que duró largos años, sucede con cambios en el tiempo. Aquí aparecen las maras en grandes proporciones en 1992, después del acuerdo de paz y toman al mismo tiempo formas particulares. En las primeras maras se juntan no solo jóvenes de los barrios, sino también muchos antiguos guerrilleros y soldados desmovilizados que están muy decepcionados con respecto a las esperanzas que tenían puestas en una vida mejor y en un reconocimiento social. Además vienen jóvenes también que durante la guerra civil emigraron con sus familias a los EEUU, o nacieron allí y que fueron de nuevo expulsados.
Las biografías y experiencias tan especiales de estos jóvenes conlleva que muchas maras en El Salvador traigan una corriente especialmente violenta.
4. Pandillas y maras. Origen y diferencia
La distinción entre pandillas y maras resulta clave. Las maras son un fenómeno con raíces transnacionales, mientras que las pandillas son instituciones nacionales, localizadas, grupos de cosecha propia, heredadas de la tradición que hubo siempre en Centroamérica.
El término mara es similar a los efectos que producen una especie de hormiga que habita en la selva devastada, su accionar en grupo provoca terror en la población de los barrios donde ejecutan sus actos desviados de las normas y conductas aceptadas cultural y jurídicamente por la sociedad en general. Las maras se originaron en la calle 18 de Los Ángeles, en una banda fundada por inmigrantes mexicanos de los años 60, que muy pronto comenzó aceptar como miembro a cualquier latino.
Las maras son organizaciones más uniformes, que tiene un origen muy bien definido que se puede ligar directamente a patrones migratorios particulares. Existen dos maras, la mara MS13 y M18, que funcionan actualmente en Centroamérica, solo en El Salvador, Guatemala y Honduras, aunque ya han comenzado a extenderse hacia México.
La mara de la calle 18, creció mucho durante los años 70 y 80 por la influencia de refugiados
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