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Prejuicio, Discriminación Y Conflicto Intergrupal


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2012  •  1.306 Palabras (6 Páginas)  •  1.074 Visitas

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Prejuicio, discriminación y conflicto intergrupal

(Comentario a un texto de Thomas Pettigrew)

“Intergroup Prejudice: Its Causes and Cures”, de Thomas Pettigrew, es un texto que analiza cómo el prejuicio y la discriminación abastecen los conflictos intergrupales. Asimismo, describe algunas condiciones propicias para un contacto intergrupal óptimo que reduzca o elimine dichos conflictos.

Además de la valiosa información y argumentación que nos ofrece, este texto me gusta por dos cosas. La primera de ellas es que está sostenido por la voluntad de imaginar un proyecto de sociedad democrática y decente[1]. La segunda es que los argumentos y datos se acompañan del relato de experiencias personales. Estas nos ayudan a comprender mejor los asuntos propuestos y nos convencen de que los prejuicios nos tocan a todos, aunque ciertamente no de la misma manera ni con las mismas consecuencias.

Mi comentario intenta ir describiendo y comentando algunas de sus tesis centrales. Aún cuando el texto de Pettigrew está bien tramado, y sus presupuestos y conclusiones están bien fundamentadas, intentaré discutir algunos puntos con la idea de ampliar la comprensión de cómo operan y qué efectos tienen los prejuicios intergrupales en sociedades como las nuestras.

Prejuicio y discriminación

El prejuicio intergrupal incluye las emociones negativas y las creencias irracionales de un grupo en torno a otros grupos. En ese sentido, está relacionado con la ignorancia y la aversión. Pero es mucho más que eso. De

hecho, también funciona como una suposición social según la cual existen roles innatos e ineludibles para cada grupo. Esta suposición produce formas materiales o simbólicas de sanción para quienes se aparten de dichos roles. Esta ampliación del concepto de prejuicio intergrupal exige considerar componentes más sutiles, relacionados con la negativa a construir vínculos afectivos con quienes pertenecen a ciertos grupos que no encajan en los roles previstos para ellos. El rechazo del contacto no es odio ni temor necesariamente, pero es una compleja actitud sentimental que impide construir vínculos grupales sólidos.

Me detendré un momento en esta especie de neutralidad emocional para asociarla a dos rasgos propios de interacciones culturales entre grupos extraños. El primero de ellos es la creencia según la cual los miembros de los otros grupos nunca serán leales a nuestros códigos de interpretación cultural. Los grupos extraños son, en ese sentido, una amenaza al orden normal de nuestras cosas[2]. El miedo que los costarricenses confiesan experimentar hacia grupos de inmigrantes nicaragüenses y colombianos parece estar vinculado al hecho de que ellos no son como nosotros[3]. Por eso, aunque no necesariamente los odiemos, no nos parecen dignos de aprecio.

Un segundo rasgo estaría vinculado a lo que Freud llama narcisismo de las diferencias irrelevantes, una forma de narcisismo propia de grupos vecinos que suelen magnificar sus pequeñas diferencias. Su efecto imaginario más dañino es que

sólo se puede convivir entre iguales absolutos y, por eso, quienes no son de nuestro grupo no nos conciernen ni pueden convivir juntos a nosotros. A menudo este narcisismo lleva al deseo de cerrar fronteras, de expulsar extranjeros, y de proteger nuestros refugios. Estas acciones tienen un componente narcisista hostil y hacen evidente la necesidad de discutir las fantasías que construimos sobre nosotros mismos[4].

La dudosa lealtad hacia nosotros de los grupos extraños y el narcisismo de las diferencias menores suponen la incapacidad de ciertos sujetos para ser como nosotros, para entender quiénes somos, y para merecer nuestro afecto. Constituyen dos mecanismos culturales con los cuales podemos comprender otras dimensiones de la tesis de la incongruencia de roles.

Para Thomas Pettigrew, el prejuicio está directamente relacionado con la discriminación. Discriminar es restringir las oportunidades y escogencias vitales de una minoría en comparación con las del grupo dominante. Esto puede ser provocado por razones subjetivas y situacionales pero sobre todo obedece a razones estructurales. La discriminación está sostenida por una conformidad con normas discriminatorias que colocan barreras sociales al contacto intergrupal y que provienen de conflictos históricos y de instituciones opresivas como la esclavitud o el apartheid. Las normas sociales discriminatorias envenenan las relaciones intergrupales y asientan una normalidad perversa que sólo puede vencerse eliminando las normas discriminatorias

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