Sociopolitica

El sistema educativo en la Argentina ha sufrido transformaciones a lo largo de la historia en lo que va desde la época de gestación del Estado Nacional hasta nuestros días. En sus orígenes la educación fue concebida como un servicio público y una necesidad del Estado que como un derecho individual.

Teniendo en cuenta aquel contexto, Guillermina Tiramonti, manifiesta que “…los sistemas educativos nacionales son un producto de la modernidad…” La conformación del Estado Moderno supuso la organización de una administración que requirió personal idóneo para el propio estado burocrático naciente. Por esta razón es que se da importancia a la creación y desarrollo de la escuela media en la Argentina.

Se puede apreciar que a cada nuevo contexto social, político y económico, le correspondía, al sistema educativo, un nuevo rol político y/o social definido por los dirigentes del gobierno de turno. En este sentido, Filmus, analiza esos distintos contextos que se dieron a nivel global y local y cómo repercutió en la educación argentina.

En el Estado Oligárquico, la educación era estatista y centralizadora en donde prevalecía la función política (integración social, consolidación de la identidad de construcción de estado) por sobre la económico. El acceso a la educación era privilegio de la clase alta y en ascenso, la clase media.

En el Estado Benefactor, en donde el Estado pasa a ser garante de los derechos sociales, el rol de la educación se centra en lo económico y en consecuencia se forma para el aparato productivo. La educación es entendida como una inversión para alcanzar una renta individual y social. También se apunta a una función homogeneizadora (acceso de la educación a toda la sociedad). E n este período se perfila una sociedad meritocrática en donde la inserción laboral de los individuos y las posiciones sociales se sustentaban sobre la base del mérito personal.

En la crisis del Estado Benefactor, la Argentina tuvo tres gobiernos que priorizaron el rol político de la educación en detrimento del papel económico. En términos de Filmus esos gobiernos se traducen en: educación para la liberación (73-74); educación para el orden (74-83); y la educación para la democracia. Este periodo se caracterizó por políticas regresivas que lograban más exclusión, más pobreza y más desigualdad.

La llegada de la democracia heredó aquel período dando lugar al denominado Estado Post-neoliberal, caracterizado por la no intervención en la economía y en donde el mercado tendría la responsabilidad de distribuir los recursos.

Por su lado, Ana María Ezcurra caracteriza al estado neoliberal, desde sus orígenes, sobre la base de tres premisas fundamentales: crecimiento económico y lucro del capital privado; abatir el costo de la fuerza de trabajo; y cercenar el gasto público social. Si bien, el neoliberalismo presenta diferentes fases de “evolución” en donde se impulsan diversas políticas en pos del crecimiento económico con una idea de mejora de los actores sociales más afectados, estas políticas fracasan traduciéndose, como afirma Ezcurra, en un modelo excluyente perjudicando a los sectores más vulnerables.

Sin embargo, a pesar de las consecuencias nefastas que se dieron en diferentes ámbitos, el proyecto neoliberal alcanza “una expansión planetaria y logra establecerse como una potente fuerza ideológica a escala positivamente global.”

Esta globalización, dice Tiramonti, genera “…disminución de la capacidad del Estado de controlar el conjunto de procesos económicos y sociales que afectan a quienes habitan en el territorio que esta bajo su jurisdicción…”

Frente a este mundo globalizado, en el sistema educativo, según Filmus, primo las políticas de descentralización de los servicios educativos. Esta política, según el gobierno, se implemento con el objetivo de ahorrar el gasto público (lógica economicista); eliminar las burocracias intermedias (lógica tecnocrática); mejorar la calidad educativa; y otorgar

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