Terremoto de 1960: Valdivia, Chile
Enviado por sbergerr • 9 de Octubre de 2018 • Ensayo • 1.634 Palabras (7 Páginas) • 144 Visitas
El mayor movimiento de la tierra registrado:
Ocho minutos que destruyeron el sur del país: Terremoto de Valdivia 1960
El pasado 22 de mayo se cumplieron 58 años del terremoto más devastador de la historia: los ríos modificaron sus cursos, montañas se movieron, Valdivia se hundió dos metros y fallecieron cientos de personas.
Sebastián Berger
“Miedo. Sinceramente creo que me pude haber muerto. Estuvo muy cerca que me cayera la pared de la cocina que da al patio interior. Son esos momentos donde no puedes creer que hayas salido intacta de esas situaciones”, sostiene Fresia Gálvez, quien al momento del terremoto tenía 26 años y se encontraba visitando a una tía que falleció tres días antes del sismo.
El 22 de mayo de 1960, a las 15:12, un terremoto de grado 9,5 en la Escala Richter azotó el sur del país, con epicentro en la ciudad de Valdivia. Según la ONU, pertenece a la clase de sismos máximos y puede clasificarse entre los más desastrosos que haya en la memoria del mundo. La fuerza del movimiento telúrico, seguido de dos grandes maremotos, provocaron la destrucción total o parcial de miles de viviendas, que dejaron sin hogar a gran parte de la población.
Las calles de Valdivia se agrietaron, más del 40% de las casas quedaron en el suelo completamente destruidas, y las que no se cayeron, quedaron con graves secuelas. Más de un millón de personas perdieron su hogar, la mayoría de las industrias se fueron a suelo, y no volvieron a reactivarse, arrastrando a Valdivia a una crisis económica que duró varios años.
Es cierto que no sólo Valdivia se vio afectado por este gran terremoto, que duró cerca de 8 minutos, pero si es la ciudad donde se registró el récord intensidad de XI a XII en la Escala de Mercalli y 9.5 en la Escala Richter. En otras palabras, el mayor movimiento de la tierra jamás registrado.
Ocho intensos minutos
“Habíamos llegado del velorio de mi tía. De un momento a otro sentíamos como todo se movía, parecía como si se fuera acabar el mundo. Recuerdo cómo el umbral que daba al patio interior resquebrajó, se partió y finalmente cayó, dejando un hoyo tremendo en esa parte de la casa. Mi mamá nos agarró, a mis hermanas y a mí, y nos llevó a la calle.
Recuerdo que María, mi hermana mayor, cayó al suelo con el terremoto y, un velador o mesita, le rompió el tobillo. Mi mamá, con una fuerza nunca antes vista, la tomó y la llevó fuera. Mi hermana Rita gritaba y gritaba, tanto que nuestra mamá la calló con una bofetada. Cuando salimos todos corrían despavoridos, desorientados, gritando. La gente lloraba, sangre por todos lados y personas heridas. Fue terrible”, así recuerda Fresia los ocho minutos del terremoto.
“Si lo pudiera describir en una palabra sería “Terrible”. Tenía 20 años. Estaba con mi papá recorriendo a caballo nuestro fundo ubicado en la provincia de Valdivia, entre Paillaco y Reumen, a 30 km de la ciudad. Estábamos en un cerro, lo que nos permitía ver a lo lejos los animales que se encontraban tranquilos. Recuerdo que de improviso todo comenzó a moverse. Nuestros caballos abrieron sus patas y luego juntaron las traseras para no caer…
Mientras estábamos en la colina veíamos a los otros animales que por instinto se juntaban, los cercos desaparecían y volvían aparecer entre la tierra, tocaban el suelo y luego volvían a pararse. Cuando volvimos a la casa nos dimos cuenta de lo fuerte que había sido todo, muchas cosas estaban en el suelo (…)” de esta forma Carmen Vogt relata cómo fue su experiencia en el terremoto.
“Vi literalmente abrirse la tierra, infinitamente hacia el fondo. Recuerdo el movimiento de lado a lado. Un zambotoreo salvaje, costaba mantenerse de pie. Veía los cerros, los potreros subir y bajar, hacerse olas (…) Hasta que vinieron esas quebradas, donde la tierra sonó como una cáscara de huevo. Se abrió bajo mis pies, nosotros arrancamos a más no poder, sentimos un olor a fuego peculiar que venía del suelo. Volvimos y nos acercamos a la quebrada y miramos hacia abajo, era un espectáculo dantesco, se veía el fondo de la tierra, la oscuridad, una pesadilla. Durante esos ocho minutos la tierra era como un avión loco en la atmósfera, un barco en una tormenta, un barco de papel en la tina de un baño moviéndose de lado a lado, fue salvaje.” Tomás Cox tenía nueve años en el momento de la tragedia, pero pese a su corta edad, lo recuerda de forma detallada. Define que tiene un
“oído de perro” luego del terremoto, ya que cada vez que siente que algún movimiento de la tierra, se pone inquieto.
Según estudios, lo que vivió el país ese día, en realidad, fueron 37 terremotos con magnitudes históricas, que sus epicentros se extendieron por más de 1.350 kilómetros, que siguieron, posteriormente, con temblores de más baja intensidad. Desde Talca hasta Aysén quedó en el suelo.
Edificios en Valdivia, el Cuerpo de Bomberos, la Iglesia Evangélica, la Catedral, entre otros, quedaron inutilizables. Así se describe en la tesis de Ricardo Vásquez, sobre el impacto del terremoto de 1960.
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