UN CASO DE FARMACODEPENDENCIA
Enviado por pedroaldair • 5 de Noviembre de 2013 • Informe • 1.186 Palabras (5 Páginas) • 645 Visitas
un caso UN CASO DE FARMACODEPENDENCIA
En la familia Sánchez, los problemas se han ido complicando cada vez más. Hace
Veinte años, cuando se casaron Guadalupe y Felipe, él trabajaba como maestro
de obras; a pesar de su juventud, era trabajador, inteligente y estimado por sus
compañeros. Guadalupe era una muchacha laboriosa y de buenos sentimientos.
Ambos compartían la gran ilusión de formar una bonita familia.
Con el paso del tiempo fueron naciendo sus hijos, que llegaron a seis: el primero
fue niño; después, cuatro niñas (a la quinta la adoptaron porque era la hija de la
vecina y se quedó huérfana).
Estaban muy bien, Felipe ganaba suficiente dinero; Guadalupe atendía a los niños
y se encargaba de las tareas domésticas. Cuando su tercer hijo tenía un año, Felipe
tuvo un desengaño en su trabajo: le dieron un mejor puesto a un muchacho
más joven y menos capaz que él, de modo que empezó a beber para desahogarse
y ya nunca dejó de hacerlo. Se volvió impuntual, faltaba a su trabajo, y empezó a
golpear a Lupe cuando llegaba borracho y de mal humor.
Como lo despidieron, fue desprestigiándose; escaseó el trabajo y, el dinero. Lupe
soportaba sin quejarse, aunque a veces lo regañaba por beber tanto y por no tener
trabajo fijo. Ella decidió buscar un trabajo y se empleó de lavandera en diferentes
casas: por lo menos así no faltaría dinero para comer. Los tres niños, que eran
todavía muy pequeños, se quedaban al cuidado de una vecina..
Lupita, la mayor de sus hijas, siempre fue muy especial: era la única que se
atrevía a enfrentarse a su papá, quien frecuentemente la golpeaba por rezongona.
Lupita también hacía preguntas que dejaban a su mamá sorprendida ya que no las
podía responder: “¿Por qué te dejas? Si mi papá no trae dinero, ¿por qué le das
de comer y le lavas su ropa?”.
Después de cierto tiempo, nacieron las otras dos niñas y Lupe decidió adoptar a
Marianita porque estaba sola en el mundo: “Por lo menos no le faltarían comida y
cariño”, se decía Lupe. Lupita se disgustó mucho porque, a su doce años ya tenía
muchas responsabilidades con sus hermanos y el trabajo de la casa, debido a su
mamá se iba a trabajar y su papá pocas veces aparecía, lo que era mejor, porque
cuando llegaba sólo causaba problemas.
Guadalupe se enteró de que Felipe andaba con otra mujer, quien también era
alcohólica, y que lo poco que ganaba lo gastaba con ella. Esto la disgustó mucho,
porque había ocasiones en las que incluso él le pedía dinero a la propia
Guadalupe, cuando no se lo quitaba a golpes. Alguna vez pensó en dejarlo, pero
luego recapacitaba: ¿qué ganaba con ello? Felipe todavía iba a su casa y muchas
veces dormía allí, lo que era señal de que la quería a ella y a sus hijos: “En el
fondo es bueno. Toda la culpa la tiene la maldita bebida”. Lupe se debatía entre la
ira y la esperanza de que su esposo volviera a ser como antes, y cuando él
llegaba, ella lo recibía cariñosamente, a pesar de que casi siempre él sólo iba por
dinero.
Los problemas con los hijos no se hicieron esperar. Felipe hijo, quien siempre fue
muy mal estudiante, al cumplir los quince años dejó de ir a la escuela y empezó
andar con otros muchachos que no le gustaban nada a Lupe; pero él no hacía
caso y a veces dejaba incluso de ir a dormir a su casa. Decía que estaba
buscando trabajo.
Lupita, que siempre había sido rebelde y respondona, llegó a sus catorce años
con un genio que no se le conocía: no se le podía decir nada porque ella
terminaba por regañar a su mamá e incluso a su papá; ambos parecían tenerle
miedo, porque cuando ella gritaba, nadie le ganaba. La
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