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UN CASO DE FARMACODEPENDENCIA


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  Informe  •  1.186 Palabras (5 Páginas)  •  634 Visitas

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un caso UN CASO DE FARMACODEPENDENCIA

En la familia Sánchez, los problemas se han ido complicando cada vez más. Hace

Veinte años, cuando se casaron Guadalupe y Felipe, él trabajaba como maestro

de obras; a pesar de su juventud, era trabajador, inteligente y estimado por sus

compañeros. Guadalupe era una muchacha laboriosa y de buenos sentimientos.

Ambos compartían la gran ilusión de formar una bonita familia.

Con el paso del tiempo fueron naciendo sus hijos, que llegaron a seis: el primero

fue niño; después, cuatro niñas (a la quinta la adoptaron porque era la hija de la

vecina y se quedó huérfana).

Estaban muy bien, Felipe ganaba suficiente dinero; Guadalupe atendía a los niños

y se encargaba de las tareas domésticas. Cuando su tercer hijo tenía un año, Felipe

tuvo un desengaño en su trabajo: le dieron un mejor puesto a un muchacho

más joven y menos capaz que él, de modo que empezó a beber para desahogarse

y ya nunca dejó de hacerlo. Se volvió impuntual, faltaba a su trabajo, y empezó a

golpear a Lupe cuando llegaba borracho y de mal humor.

Como lo despidieron, fue desprestigiándose; escaseó el trabajo y, el dinero. Lupe

soportaba sin quejarse, aunque a veces lo regañaba por beber tanto y por no tener

trabajo fijo. Ella decidió buscar un trabajo y se empleó de lavandera en diferentes

casas: por lo menos así no faltaría dinero para comer. Los tres niños, que eran

todavía muy pequeños, se quedaban al cuidado de una vecina..

Lupita, la mayor de sus hijas, siempre fue muy especial: era la única que se

atrevía a enfrentarse a su papá, quien frecuentemente la golpeaba por rezongona.

Lupita también hacía preguntas que dejaban a su mamá sorprendida ya que no las

podía responder: “¿Por qué te dejas? Si mi papá no trae dinero, ¿por qué le das

de comer y le lavas su ropa?”.

Después de cierto tiempo, nacieron las otras dos niñas y Lupe decidió adoptar a

Marianita porque estaba sola en el mundo: “Por lo menos no le faltarían comida y

cariño”, se decía Lupe. Lupita se disgustó mucho porque, a su doce años ya tenía

muchas responsabilidades con sus hermanos y el trabajo de la casa, debido a su

mamá se iba a trabajar y su papá pocas veces aparecía, lo que era mejor, porque

cuando llegaba sólo causaba problemas.

Guadalupe se enteró de que Felipe andaba con otra mujer, quien también era

alcohólica, y que lo poco que ganaba lo gastaba con ella. Esto la disgustó mucho,

porque había ocasiones en las que incluso él le pedía dinero a la propia

Guadalupe, cuando no se lo quitaba a golpes. Alguna vez pensó en dejarlo, pero

luego recapacitaba: ¿qué ganaba con ello? Felipe todavía iba a su casa y muchas

veces dormía allí, lo que era señal de que la quería a ella y a sus hijos: “En el

fondo es bueno. Toda la culpa la tiene la maldita bebida”. Lupe se debatía entre la

ira y la esperanza de que su esposo volviera a ser como antes, y cuando él

llegaba, ella lo recibía cariñosamente, a pesar de que casi siempre él sólo iba por

dinero.

Los problemas con los hijos no se hicieron esperar. Felipe hijo, quien siempre fue

muy mal estudiante, al cumplir los quince años dejó de ir a la escuela y empezó

andar con otros muchachos que no le gustaban nada a Lupe; pero él no hacía

caso y a veces dejaba incluso de ir a dormir a su casa. Decía que estaba

buscando trabajo.

Lupita, que siempre había sido rebelde y respondona, llegó a sus catorce años

con un genio que no se le conocía: no se le podía decir nada porque ella

terminaba por regañar a su mamá e incluso a su papá; ambos parecían tenerle

miedo, porque cuando ella gritaba, nadie le ganaba. La

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