Un sujeto, sujeto

UN SUJETO, SUJETO

Pedí tan poco a la vida y ese mismo poco la vida me lo negó. un haz de parte del sol, un campo próximo, un poco de sosiego con un poco de pan, no pesarme mucho el saber que existo, y no exigir nada de los otros ni ellos nada de mí.

Fernando Pessoa, El desasosiego.

Está sosiega la vista del campo hasta la ciudad. Sobre todo en aquellas madrugadas indiferentes en las que vivimos deprisa para llegar algún punto, para transportarnos a algún lugar. Un tumulto de sujetos caminando en dos direcciones “los que van” y “los que vienen”, carreteras llenas de vehículos desesperados por el tráfico, estaciones sin paradas, instantes que vuelan y se pierden en aquel paisaje montañoso, sin medida de un tiempo, sin conciencia de un reloj ¿Hacia dónde va la gente? ¿Qué significan sus manos atadas? ¿Por qué llevan collares cual si fueran cadenas? “Si levanto los ojos, tengo ante mí la línea sórdida de las casas, las ventanas por lavar de las oficinas de baja, las ventanas sin sentido de los pisos más altos” (Pessoa, 1913, p.130). Pero el camino torpe sigue y se lleva consigo un sinfín de hombres que aunque su alrededor esté iluminado preferirían la condición de la corriente antes que la reflexión.

¿Cómo explica la historia el sentido del actuar humano? Si no vamos por un campo material, afirmamos que se presenta en cada acto de la vida ¿Cómo reconocer que hay detrás de cada traje, de cada rostro? ¿Quién ha llevado nuestro pensar al delirio del dinero, a las relaciones en cuanto a la producción de obligación y condición? ¿Quién es el capitán de esta tripulación? Nos encontramos parados en un dilema de años, de procesos, de estructuras que han venido cambiando para formular una verdadera explicación.

Louis Althusseer (1998) es uno de tantos exponentes que ha intentado entender el rol del sujeto ante una sociedad, especialmente aquella basada en relaciones de producción, dice pues que “toda formación social dependen de un modo de producción dominante” (pag.1) en este caso, aquella enfocada en el capital. Es a raíz de ella, que el sujeto es en cuanto a la posición de ajedrez en la que juega. Asegura que todos estamos configurados de una u otra manera ya que la vida es la encarnación de las ideas, del discurso que nos hace sujetos, “la única conciencia que tenemos es la que nos permite tener la ideología” (Althusser, 1998). Y son sus instituciones las que nos educan, las que guían a nuestros hijos, las que direccionan nuestra manera de entender lo real. “La escuela, la iglesia y otros aparatos como el ejército enseñan ‘habilidades’ bajo formas que aseguren el sometimientos de la ideología dominante o el dominio de su práctica” (Althusser, 1998, pag.4).  Estamos secularizados desde pequeños para obedecer, para comprender la norma de algunos pocos que se forman como agentes de explotación “que saben mandar y hablar a los obreros” (Althusser, 1998, pag.15). Es por ello que no existe un telón que nuble nuestras acciones, pues nosotros somos la conformación de ese telón pues no hay un sujeto sin esquema.

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