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Violencia de fútbol


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2019  •  Informe  •  2.209 Palabras (9 Páginas)  •  125 Visitas

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Introducción

El conflicto es consustancial al fútbol, porque encarna una disputa entre dos bandos que buscan la victoria por todos los medios a su alcance. Pero esta disputa no siempre es pacífica, tanto que el juego está impregnado por la incorporación de los principios, categorías y leguajes de la guerra. Allí la estrategia y la táctica como organizadores pacíficos del conflicto. El disparo de misiles, la existencia de bombazos, el cobro de tiros libres y la falta máxima de un penal. Un jugador potente es el tanque Hurtado, si tiene un tiro fuerte será el Cañoncito Peña herrera o si el defensa es recio tendremos al Bam Bam Hurtado (Carrión, 2008).

Hoy llama la atención la violencia en el fútbol; sin embargo, es necesario retrotraernos en el tiempo para comprender cómo fueron de brutales los inicios de este deporte. Al origen fue considerado como un mecanismo para batir y aniquilar al enemigo, porque ese era el sentido de las victorias; tan es así que, en Inglaterra, la primera “pelota” utilizada para jugar fútbol fue la cabeza de un soldado romano muerto en batalla. Tan brutal y sangrienta fue esta práctica que se llegó a prohibirla en varios momentos y lugares.

La creciente aceptación del fútbol y el aumento de la violencia reinante condujo a una disyuntiva: su prohibición, como muchas voces propugnaban, o la introducción de un mecanismo civilizador para procesar pacíficamente el conflicto; en otras palabras, entender y concebir el fútbol como la guerra, pero desarrollarlo por medios pacíficos. Y esto último es lo que ocurrió, mediante la emergencia de cuatro componentes que se han ido perfeccionado en el tiempo: la creación de una institucionalidad que vele por la justicia (Federación Internacional de Fútbol Asociado FIFA), la creación de una normativa (las famosas 17 reglas), la creación de un juez para imponer las reglas (el árbitro) y la creación de la política anti violencia (fair play).

Objetivos generales y específicos de la investigación

Los ultras son los grandes protagonistas de la violencia en el fútbol español, estas personas forman grupos con una ideología política normalmente extremista. Estos grupos están perfectamente organizados, su objetivo es la de extender su ideología mediante el fútbol y poder enfrentarse a otros grupos ultras con diferente ideología política. Pese a que provocan la mayoría de los sucesos violentos en los terrenos de juego y fuera de ellos, no son los únicos, debido a que los aficionados comunes que están fuera de los grupos ultras también realizan actos incívicos sin llegar a la gravedad de aquellos, por lo que ambas situaciones merecen un análisis sociológico. En definitiva, pueden diferenciarse un objetivo de carácter general y algunos objetivos específicos abordados por el TFG.

Objetivos Generales

Completar una lectura en términos sociales y culturales de la violencia en el futbol, atendiendo a sus causas y principales consecuencias y señalando sus principales mecanismos impulsores que se nutren de representaciones simbólicas altamente diseminadas y compartidas en la propia cultura del futbol.

Objetivos específicos

  • Completar un acercamiento a la violencia más enraizada y cotidiana que emerge en la competición deportiva, principalmente protagonizada por los aficionados de forma general y normalizada;

  • analizar las características, las motivaciones y las formas de organización de los grupos ultras tanto españoles como extranjeros;

  • completar una recopilación de los principales incidentes violentos protagonizados por los grupos ultras en diferentes puntos del planeta atendiendo a las principales consecuencias generadas en tales sucesos;}

La violencia del fútbol

La violencia es concebida a partir de una relación particular del conflicto (Carrión, 2009), que nace de una compleja construcción social y política (Sosso, M. 2008) en un territorio y en un tiempo específicos. Una afirmación de este tipo nos lleva a comprender las violencias como consecuencia de la interacción de múltiples actores directos e indirectos, históricamente constituidos. De allí que la violencia no sea una sino múltiple –porque la conflictividad es plural– y, por tanto, que el conjunto de ellas se encuentre vinculadas entre sí.

De esta manera es factible encontrar varias violencias, cada una de las cuales tiene lógicas particulares. Así, por ejemplo, tenemos la violencia común que se caracteriza por que se produce en un lugar común, porque es general y porque erosionan el sentido de ciudadanía (derechos y deberes). La violencia juvenil que viene de las relaciones entre las diferencias generacionales de los distintos grupos etéreos y de sus construcciones identitarias. La violencia de género, que se desarrolla por las asimetrías de poder en la relación entre los sexos. La violencia urbana que nace de la densa concentración espacial de las heterogeneidades y de la satisfacción desigual de las necesidades básicas (Carrión, F., 2010).

Por ello es factible encontrar una violencia específica alrededor del fútbol, que bien podría definirse como la violencia del fútbol (simbólica y física), nacida del conflicto que se presenta entre los contendientes, cada uno de los cuales tiene un yo incluyente, en el que están los deportistas, los seguidores, los medios, los auspiciantes y los dirigentes, gracias a la disputa de los universos simbólicos que representan los equipos. Por eso la alteridad es inaceptable, en tanto el otro se convierte en el enemigo a aniquilar, aunque, paradójicamente, sin esa misma alteridad es imposible construir su propia identidad.

Si bien la violencia es plural, también es cambiante, porque es histórica y porque tiene historia. La violencia particular del fútbol no se escapa a esta realidad; tan es así que la institucionalización del fútbol –bajo las cuatro consideraciones señaladas– produjo un cambio histórico en el deporte, tanto que esa coyuntura quedó signada como de la fundación, génesis o nacimiento del fútbol moderno.

Pero también se debe resaltar que desde este momento fundacional se inicia un proceso civilizatorio de esta práctica deportiva, que tiene varias coyunturas o momentos históricos identificables a lo largo del tiempo. La violencia del fútbol tiene cuatro formas a través de las cuales se expresa, cada una de las cuales tiene características especiales y momentos específicos. Así se puede decir que se inicia con la violencia en la cancha, que proviene de la propia lógica y esencia del fútbol y que actúa de forma centrífuga; sigue con la violencias de los estadios que está relacionada a los seguidores de los equipos; continúa con la violencia en los bordes que se produce en las inmediaciones de los estadios a la manera de un desborde hacia la ciudad; y finalmente, la violencia que se produce en la sociedad en general –por fuera de la práctica deportiva– pero que saca provecho del fútbol, a la manera de una dinámica centrípeta.

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