Vision Historica Del Sistema Educativo Venezolano Teoria Y Practica De Su Administracion
Enviado por rosaurafuentes • 15 de Julio de 2012 • 10.918 Palabras (44 Páginas) • 1.616 Visitas
POBLAMIENTO INDÍGENA, TEORÍAS Y OCUPACIÓN TERRITORIAL
La utilización conjunta de las evidencias arqueológicas, lingüísticas y etnohistóricas para analizar las características del poblamiento prehispánico de Venezuela, muestra, en todos los casos, la presencia de influencias culturales de múltiple procedencia que se fusionaron dentro del actual territorio nacional. Los estudios realizados entre 1935 y 1944 por distintas misiones arqueológicas señalan, por una parte, la presencia de un eje occidental N-S, a través del cual habrían llegado influencias tanto de América Central como del O de Suramérica y por la otra, la existencia de un eje cultural N-S en el oriente de Venezuela que habría canalizado las influencias provenientes del E de Suramérica de paso hacia las Antillas, así como también las provenientes del NE de Suramérica que se habrían difundido hacia el SE del subcontinente. Tanto en el oriente como en el occidente de Venezuela, estos grandes ejes migratorios dieron origen a la penetración de patrones diversos, los cuales posteriormente entraron en contacto al producirse movimientos migratorios transversales E-O y viceversa. Se conformó así un patrón de rutas de poblamiento y dispersión cultural que se asemejaría a la forma de una «H». Sobre la base de esta teoría de las migraciones prehispánicas venezolanas, se han elaborado otros modelos complementarios, según los cuales la existencia de estas 2 grandes rutas migratorias N-S en el E y el O respectivamente, habrían dado origen a una dicotomía cultural: las poblaciones de occidente se habrían caracterizado por el cultivo del maíz y una alfarería decorada con motivos pintados policromados; en contraste, las poblaciones del oriente cultivaban la yuca y tenían una alfarería decorada con motivos y modelado incisos. La historia de las sociedades agricultoras precolombinas habría estado determinada en consecuencia por la interacción de influencias culturales que se cruzaron entre oriente y occidente. Otra hipótesis parecida en relación con el poblamiento de Venezuela, plantea que las oleadas migratorias formaron 2 troncos: uno occidental caracterizado principalmente por movimientos de grupos humanos e influencias culturales provenientes del O de Suramérica y América Central que habrían originado culturas como la timoto-cuica, la achagua; y otro oriental, cuyo origen estaría localizado en la cuenca amazónica. Las oleadas migratorias prehispánicas también han sido caracterizadas como pertenecientes a 2 grandes familias lingüísticas suramericanas: la arawak y la caribe, cuyos orígenes más remotos han sido ubicados en la región central de Suramérica. En general, se ha considerado que los grupos sedentarios más antiguos que se asentaron en el actual territorio venezolano eran de filiación lingüística arawak y a ellos se les atribuye la introducción y desarrollo de la agricultura. Estas poblaciones arawakas habrían constituido una especie de estrato étnico básico para Venezuela, que se habría roto o fragmentado con la irrupción posterior de una oleada migratoria oriental, que también se habría extendido hacia el occidente de Venezuela pasando por el territorio actual de Colombia, originando así una división cultural entre caribes orientales y caribes occidentales. Se supone que la presencia continua de toponímicos dispersos desde el Orinoco hasta la región central de Venezuela, podría inferir en ésta la presencia de enclaves de población de posible filiación caribe. Asimismo, se puede explicar la influencia caribe hacia el occidente, por la presencia de grupos indígenas de esa filiación en el lago de Maracaibo y la sierra de Perijá. Conjuntamente a estas grandes corrientes migratorias de arawakos y caribes pudo haber otras migraciones, quizás de menor intensidad, que también dejaron su huella. Es el caso de algunos rasgos mesoamericanos como el juego de pelota, autosacrificio de sangre o el uso de la barba que estuvieron presentes entre los guamos, otomacos y guamonteyes del Orinoco y el de los ritos de sacrificio y degollamiento de víctimas humanas, entre los caribes, muy similares al denominado tlacaxipeualiztli de los nahuas mexicanos.
Tal como hemos visto, la etnología, relacionando datos lingüísticos, etnográficos y arqueológicos, ha podido determinar un modelo de migraciones prehispánicas en el que resaltan los movimientos efectuados a lo largo de 2 ejes N-S, ubicados al E y el O de Venezuela y una serie de líneas de flujo entre uno y otro, las cuales constituirían movimientos de población expansivos, cíclicos o esporádicos. Desde el punto de vista arqueológico esta teoría se enriquece al señalar, además de estas grandes líneas de flujo migratorio, puntos culturales nodales en el territorio. Con la evidencia arqueológica, Venezuela deja de ser una simple encrucijada o zona de paso de las oleadas migratorias, y se convierte en un centro de confluencia de un importante número de grupos humanos, los cuales, por los procesos de adaptación a los nuevos ambientes donde se asentaban, y el mestizaje de culturas, produjeron formas sociales nuevas que sirvieron de arquetipos a otras poblaciones de territorios vecinos. En tal sentido, podemos establecer 3 grandes períodos histórico-sociales para el análisis de las corrientes de población que contribuyeron a conformar la sociedad precolombina venezolana:
a) Migraciones de cazadores: Las evidencias arqueológicas más antiguas nos indican que las primeras oleadas de población que penetraron el territorio venezolano por lo menos 15.000 años a. C., estuvieron constituidas por grupos humanos que derivaban su subsistencia de la caza de mamíferos y de la recolección de frutos y raíces silvestres. Al parecer, los antiguos cazadores convivieron al menos durante cierta época, con una megafauna caracterizada por mastodontes, caballos, megaterios y gliptodontes. Como consecuencia del fin de las glaciaciones alrededor de 12.000 años a. C., reinaban condiciones climáticas distintas a las actuales. Posiblemente hubo mayor humedad, y la flora más abundante permitía la sobrevivencia de los hervíboros de la megafauna. Los cazadores de esa época formaron parte de la oleada migratoria que vino de Norteamérica, adonde habían llegado desde Asia atravesando el estrecho de Behring en una fecha que podría estimarse entre 28.000 y 40.000 años a. C. Las puntas de proyectil que fabricaban estos cazadores eran confeccionadas con núcleos de piedra, y sus formas recuerdan los artefactos que fabricaban los grandes cazadores de la llamada «tradición plana», la cual está caracterizada por puntas para armas arrojadizas de forma oval, con lados paralelos y ambos extremos aguzados. La presencia de dichas puntas en el sur de Norteamérica, Mesoamérica y el litoral Pacífico de Suramérica, deja entrever la existencia de migración humana
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