Discurso A Severo Diaz

DISCURSO A SEVERO DÍAZ

Una investigación científica es ir hacia lo desconocido; es caminar en un mundo lleno de sombras de lo que no sabemos, de lo que no consta en los libros de los sabios, de lo que no se enseña en los colegios, ni en las universidades; es arrebatar un nuevo secreto a la naturaleza, es hacer un descubrimiento importante y trascendental que pueda colocarse en las manos de la humanidad ya hecho y derecho para que sirva a su progreso, para que mejoren sus condiciones de vida y le dé honra suprema y pueda inscribirse en las páginas de la historia.

Severo Díaz Galindo

Buenos días tengan todos los presentes (presidente, regidores, maestros, alumnos y público en general) que nos hemos dado cita el día de hoy para conmemorar el natalicio de un hombre ejemplar, que por su sabiduría y dedicación es recordado con admiración, cariño y respeto.

Severo Díaz Galindo nació un día como hoy hace 137 años en la cuna de una familia arraigada en Sayula y dedicada a la fabricación de rebozos. Desde muy temprana edad dio muestra de su notable inteligencia llamando la atención del gobernador en turno General Ramón Corona, quien lo conoció en un examen público que se les aplicó a los alumnos más destacados de la escuela número uno y que tuvo la intención de que el sabio de 11 años estudiara ciencia en la Ciudad de Guadalajara, sin embargo su padre no aceptó bajo el argumento de que Severo era muy joven para dejar su casa, pero se comprometió a hacer lo posible por cumplir sus deseos. Mucho influyó en la vida de Severo Díaz haber nacido en una época de revolución tecnológica donde ya era conocido el ascensor, los sistemas lógicos algebraicos, la estufa de gas, la televisión, el teléfono, el telégrafo, etc.

A los 16 años decidió ingresar al seminario auxiliar de Zapotlán el Grande, integrándose al segundo grado por sus conocimientos en latín y debido a su capacidad un año más tarde ya era encargado del observatorio del seminario, donde una de sus primeras tareas fue traducir un libro del Francés que trataba de la observación de las nubes para pronosticar el tiempo. Así comenzaron sus investigaciones relacionadas con algunos fenómenos naturales, de los que llegó a pronosticar con sorprendente exactitud.

En los años posteriores a su ordenación sacerdotal, Severo Díaz obtuvo reconocimientos a nivel nacional entre estos el reconocimiento “Felipe Rivera” de parte de la Sociedad Astronómica de México por las investigaciones que llevó a cabo mientras se hizo cargo del Observatorio Meteorológico, Vulcanológico y Astronómico de Ciudad Guzmán y otros tantos por sus aportes científicos, para 1924 ya estaba inaugurando su observatorio particular. Entre sus publicaciones más conocidas se encuentran: “Observaciones del volcán de Colima, durante siete años”, “El principio de las aguas” y su teoría para el pronóstico del tiempo con seis días de anticipación, en la que demuestra la

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