El poder del Estado y los orígenes económicos de la democracia Soifer
Enviado por linavg95 • 25 de Septiembre de 2015 • Biografía • 10.638 Palabras (43 Páginas) • 221 Visitas
EL PODER DEL ESTADO Y LOS ORÍGENES ECONÓMICOS DE LA DEMOCRACIA
Resumen
Recientes estudios académicos de política comparada sobre el cambio de régimen no han tomado seriamente la capacidad del Estado. Trabajos destacados sobre la relación entre la democracia y el centro de la desigualdad económica en la expectativa por las élites económicas que la democratización conducirá a la redistribución económica. Pero la capacidad del Estado es necesaria para la redistribución, y donde se carece de la capacidad extractiva, las élites económicas racionales no debe temer que la expansión del sufragio en lugar a una redistribución efectiva, ni las masas debe esperar ganar económicamente de la democratización. Por tanto, la capacidad del Estado actúa como condición margen para el efecto de la desigualdad en los resultados del régimen. Esta predicción se confirma a través de reproducción y extensión de los análisis de Boix (2003), con la adición de la presencia de un censo nacional aplicado regularmente como un indicador de la capacidad del Estado. En Estados fuertes, se confirma el efecto de la desigualdad sobre el cambio de régimen. Pero donde el Estado es débil, se muestra la desigualdad no tener efecto en los resultados del régimen. De este modo, incluyendo la capacidad del Estado en las teorías del cambio de régimen pone en cuestión los reclamos generales sobre los "orígenes económicos" de la dictadura y la democracia.
Palabras claves: La democratización. La capacidad del Estado. Redistribución. Desigualdad
Una nueva sabiduría convencional en la política comparada afirma que los orígenes de la democracia y la dictadura son fundamentalmente económicos; que la aparición y la estabilidad de los regímenes democráticos y autoritarios son moldeadas por los cálculos de los actores sociales acerca de las implicaciones de los regímenes para la redistribución de los activos. Tanto Boix (2003) y Acemoglu y Robinson (2000; 2001; 2006) afirman que la democracia supone una amenaza para las élites económicas que crece con el aumento de la desigualdad, ya que el votante medio se adopten políticas que redistribuyen su riqueza (Meltzer y Richard, 1981). Este argumento tiene su redistribución a ser un proceso fundamentalmente político, en el supuesto de que las preferencias de los líderes políticos (o el votante medio) se traducirán automáticamente a los resultados políticos. Pero la traducción de las preferencias en los resultados políticos no se puede asumir: una mejor teoría que la de los orígenes económicos de la democracia, la cual debe dar cuenta de los límites a la capacidad de los líderes políticos para poner en práctica las políticas. Cuando el Estado es débil, no puede llevar a cabo con eficacia muchos tipos de política, incluidos los de redistribución de la riqueza, que se dice que está en el corazón de las preferencias de los actores sobre los resultados del régimen. En estas circunstancias, y en contraste con las teorías orígenes económicos, debemos esperar que las elites económicas tengan poco que temer (y las masas poco que ganar) a partir de la expansión del sufragio y la institución de la democracia. Ambos elites y masas, es decir, deben tener preferencias más débiles (en términos de sus cálculos económicos) sobre el tipo de régimen. El análisis estadístico muestra que la relación entre la desigualdad y la democracia está condicionada a la fuerza del Estado: donde el Estado es fuerte, la desigualdad da forma a la aparición y la estabilidad de los regímenes democráticos y autoritarios en formas acordes con nuestras teorías. Pero donde el Estado es débil, la desigualdad no tiene efecto sobre el tipo de régimen. Esto demuestra que en contextos estatales débiles, los orígenes de la democracia y la dictadura no son fundamentalmente económicas. Parte de este trabajo se revisa la literatura sobre la desigualdad y las perspectivas de la democracia, sacando los mecanismos centrales por los cuales se dijo que las condiciones económicas para dar forma a las preferencias sobre las instituciones políticas. La segunda parte explora la naturaleza de la redistribución, lo que demuestra que la redistribución sistemática de la riqueza requiere un nivel de capacidad estatal. De este modo, la amenaza de la redistribución que la democracia plantea para las élites económicas debería afectar las preferencias sobre los resultados del régimen en mayor medida en que el Estado es de gran alcance. En la tercera parte pruebo esta predicción estadísticamente. Uso de la administración regular de un censo nacional como una simple medida de la capacidad del Estado, se muestra que los efectos de la desigualdad en los resultados del régimen son contingentes de la fuerza del Estado. Mi conclusión principal es que mientras "los orígenes económicos" son compatibles con teorías donde el Estado es fuerte, donde un censo está ausente, la desigualdad no tiene efecto en los resultados del régimen. Sobre la base de las conclusiones de este análisis, concluyo el papel en la cuarta parte, al sugerir algunas direcciones para futuras investigaciones que integran la fuerza del Estado en los modelos basados en las preferencias de régimen y la dinámica institucional.
Democracia y Redistribución
Cuentas de la dinámica del régimen que se centran en la redistribución se pueden remontar a la obra de Robert Dahl (1971). Relato clásico de Dahl de las opciones estratégicas que subyacen a la aparición de la democracia se basa en la comparación de los costos relativos de tolerar y la supresión de la democracia. Dahl reconoció que uno de los factores conformación de los costos de la tolerancia y la represión fue la desigualdad económica, escribiendo que "en un país con un régimen hegemónico, las desigualdades extremas en la distribución de los valores clave reducen las posibilidades de un sistema estable de contestación pública desarrollará" (103). Estudiosos posteriores han construido sobre el marco de Dahl en la construcción de una explicación sistemática de cómo la desigualdad da forma a los costos de la tolerancia y supresión. Los costos de tolerar la democracia están determinadas por la posibilidad de perder una elección, y por las pérdidas de los ganadores pueden infligir a los perdedores. La desigualdad económica da forma a la magnitud de estas pérdidas. Donde la desigualdad es mayor, los ricos tienen más que perder en términos económicos de la derrota electoral y la redistribución de la riqueza que sigue. Esta lógica subyace una larga línea de becas de la democracia amenaza representa para las élites económicas (O'Donnell y Schmitter 1986). Sobre la base de esta beca principalmente basada en casos, Boix (2003) y Acemoglu y Robinson (2006) han desarrollado modelos formales que hacen hincapié en el papel fundamental de la desigualdad en la conformación de los resultados del régimen. Boix (2003) encuentra que la movilidad de la desigualdad y de capital afecta el "impacto redistributivo de la democracia" (3). Donde la desigualdad es baja, las elites tienen poco que temer de la redistribución, y por tanto son más propensos a tolerar la democracia. Donde la desigualdad es alta, la amenaza de la redistribución depende de la extensión de la movilidad de activos élite. Cuando los activos son móviles, las élites son más capaces de evadir impuestos, y "como la facilidad con la que los capitalistas pueden escapar de los impuestos aumenta, su apoyo a una disminución de la solución autoritaria" (13). Por lo tanto, la redistribución y la democracia están vinculados en una relación en forma de tanto por la voluntad y la capacidad de los gobiernos para impuestos elites. Los resultados de mi análisis se hacen eco de Boix, pero argumentan que cuando el Estado es débil, las élites pueden escapar los impuestos, incluso si sus activos no se movilizan. Esto implica que el apoyo de élite para una solución autoritaria (y el compromiso con la democracia de masas) debería disminuir con la debilidad del Estado al igual que Boix muestra que disminuye con la movilidad de activos. Evidencia de abajo apoya esta afirmación sobre el efecto mediador de la fuerza del Estado sobre el efecto de la desigualdad sobre el tipo de régimen.
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