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Gabino Barreda


Enviado por   •  12 de Octubre de 2012  •  9.690 Palabras (39 Páginas)  •  823 Visitas

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GABINO BARREDA (1818-1881)

SU VIDA Y SUS OBRAS

José Antonio Robledo y Meza

I

Hay en la historia de México hombres que suscitan el interés de otros por conocerlos y que encuentran por doquier solo resquicios. Hombres que frente a la mirada de otros tienen un velo que los convierten en un auténtico misterio cuya verdad se mantiene en secreto. Hombres cuyos perfiles se adivinan como en la sombra proyectada sobre la caverna platónica, pero cuya alma nunca será accesible si no se está dispuesto –rompiendo cadenas- a caminar hacia la luz.

Quien dirige la mirada hacia el último tercio del siglo XIX mexicano, encontrará en el horizonte la figura de un hombre cuya personalidad fue, en su tiempo, muy discutida; un hombre entre real y mítico. Algunos lo distinguen como grandioso, fabuloso, único, filósofo, reformador, hombre de ciencia, jurista, médico, político, espíritu solitario, quijote y educador. Para otros, contradictoriamente, no pasa de ser un inmoral, pernicioso, ateo, condenado al infierno, esclavizador de conciencias, charlatán y corruptor de la juventud. Algunos eliminando la falsa dicotomía lo ven como un personaje tratado con sumo respeto hasta por aquellos que no son sus adeptos ideológicos. Una visión más reciente visualiza a Barreda como un personaje demócrata, calculador, beligerante, maniobrero, conciliador, astuto, neutralizador, amargado, heterodoxo y traidor, iluminado y romántico, todo esto junto.

Considerando todo esto ¿quién fue Barreda? La respuesta no es fácil y menos lo será si para responderla se acude a las imágenes incompletas y distorsionadas acuñadas por la acción corrosiva de una historiografía cuyo pacto se adivina: una intencionada amnesia acerca de actores y hechos, para convertirlos en absolutos héroes o villanos a juzgar por las demandas del momento. ¿Hay, acaso, en algún tiempo o lugar quien haya muerto sin mancha o virtud? ¿Es posible escapar a la condición de superar obstáculos cometiendo yerros? ¿Quién puede ejemplificar una vida carente de gracias o penas, de alegrías o tristezas, de logros o fracasos? Solo en cierta historiografía es posible encontrar ejemplos de hombres que nunca mostraron signos de miedo, timidez y cobardía. Barreda fue un personaje que teniendo conciencia de los extremos quiso mantenerse en el justo medio provocando la ira de los que sostenían aquellos. Tanto para liberales revolucionarios como católicos reaccionarios Barreda fue siempre un enemigo. Eso explica las alianzas de unos y otros contra el personaje y la Escuela Preparatoria.

No pretendemos, en este trabajo, descorrer tantos velos que ocultan, distorsionan o suscitan engaños. Es sólo un acercamiento a una vida, a un personaje, a partir de la sistematización de la información disponible y a un deseo de comprenderlo.

II

El nacimiento de Gabino Barreda estuvo antecedido por una década marcada por la agitación política. Frente al dolor provocado por la abdicación de Carlos IV y Fernando VII a favor de José Bonaparte, los españoles reaccionaron convocando a una guerra por su libertad e independencia. El intento del Imperio Francés de convertir a la península ibérica en parte suya derivó en consecuencias que alteraron la condición de los españoles nacidos en América.

Enérgica, en muchos sentidos, fue la reacción española, incluida la Nueva España, ante lo que sentían venir. Durante el primer mes del año de 1810 fueron convocadas las primeras cortes en Sevilla -que después se trasladarían a Cádiz-, para reunirse el 1 de marzo. Las cortes -la Regencia y los diputados-se reunieron y juraron solemnemente que se sostendrían ciertos principios, tales como la religión católica, la integridad de la Nación y los derechos dinásticos de Fernando VII pero al mismo tiempo mostraron su reacción contra el Despotismo ilustrado, la forma de gobierno que en la historia de España había sido la más absoluta. Mientras se formaban las juntas en las colonias españolas y la Junta Central convocaba, por primera vez en la historia, a elecciones a cortes, en la Nueva España se conspiraba. Mientras la Comisión preparatoria de las cortes junto con el arzobispo Pala, de Sevilla, consideraban si la convocatoria a cortes debía hacerse por estamento -clero, fuerzas armadas y pueblo- o mediante un congreso general sin distinción alguna, la Comisión se decidió por la división tradicional de los tres brazos: nobleza, clero y pueblo.

Como un fracaso pueden definirse a las intenciones de las cortes: la integración de la nación no pudo sostenerse, los derechos dinásticos de Fernando VII finalmente se perdieron sobre la parte americana y la Iglesia católica -no la religión- como nunca fue más débil. Las nuevas repúblicas americanas nacieron con una disminuida fuerza política del clero y en la imposibilidad de fundar una forma de gobierno monárquica ya que la legitimidad histórica no estaba de su parte. Sin embargo, fue necesario, al menos en México, un proceso largo y doloroso para cancelar los múltiples proyectos en tal sentido.

Casi simultáneamente con la actividad de las cortes, en septiembre de 1810, estalla el movimiento de insurrección encabezado por Miguel Hidalgo en la Nueva España. Salvar la integridad de la nación española se convirtió en una carrera contra el tiempo para las cortes quienes intentan redefinir para conservar la situación subordinante de la península sobre las colonias al emitir decretos liberales hasta sumar quince en los próximos tres años.

Tales intentos liberales provocaron en muchos españoles un rechazo que vendría a ser el germen de una histórica enemistad entre ellos. Para intentar reparar lo irremediable en 1814 Fernando VII inicia un accidentado reinado que durará hasta 1833. Intenta -durante el período de 1814 a 1820- darle un mentís a la historia: volver al antiguo régimen al derogar la obra constitucional y legislativa de las cortes de Cádiz. Los bandos políticos españoles consolidan su enemistad.

Es en los ambientes reaccionarios a las reformas liberales de Cádiz y posinsurreccional en la Nueva España que nace, en la novohispana ciudad de los Ángeles, el 19 de febrero de 1818 un niño que fue bautizado con el nombre de Gabino Eleuterio Juan Nepomuceno Barreda Flores.

Nacido en plena agonía del reino novohispano y educado cuando el impacto del progreso material de los Estados Unidos y del progreso cultural europeo -el liberalismo, la ilustración y el romanticismo- germinaban, Barreda vivió lo suficiente como para integrarse al movimiento fundador de las instituciones republicanas. Él fue corresponsable en la fundación y consolidación de la Escuela Preparatoria y con ello mantener una de las plataformas que impulsarían la integración triunfal del positivismo

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