Antoni Zabala
Enviado por rasec03 • 30 de Junio de 2013 • 3.275 Palabras (14 Páginas) • 368 Visitas
La práctica educativa.
Cómo enseñar
La evaluación
Antoni Zabala Vidiella
¿Por qué se debe evaluar?
Aclaraciones previas en torno a la evaluación
Habitualmente, cuando se habla de evaluación se piensa, de forma prioritaria e
incluso exclusiva, en los resultados obtenidos por los alumnos. Hoy en día, éste sigue
siendo el principal punto de mira de cualquier aproximación al hecho evaluador. El
profesorado, las administraciones, los padres y los propios alumnos se refieren a la
evaluación como el instrumento o proceso para valorar el grado de consecución de
cada chico y chica en relación con unos objetivos provistos en los diversos niveles
escolares. Básicamente, la evaluación se considera como un instrumento sancionador y
calificador, en el cual el sujeto de la evaluación es el alumno y sólo el alumno, y el objeto
de la evaluación son los aprendizajes realizados según unos objetivos mínimos para todos.
Así mismo, ya hace mucho tiempo que, desde la literatura pedagógica, las
declaraciones de principios de las reformas educativas emprendidas en diferentes países
y desde los colectivos de enseñantes más inquietos, se proponen formas de entender la
evaluación que no se limitan a la valoración de los resultados obtenidos por los alumnos.
El proceso seguido por los chicos y chicas, el progreso personal, el proceso colectivo de
enseñanza/aprendizaje, etc., aparecen como elementos o dimensiones de la evaluación.
De este modo, es posible encontrar definiciones de evaluación bastante diferentes y, en
muchos casos, bastante ambiguas, cuyos sujetos y objetos de estudio aparecen de
manera confusa e indeterminada. En algunos casos el sujeto de la evaluación es el
alumno, en otros lo es el grupo-clase, o incluso el profesor o profesora o el equipo
docente. En cuanto al objeto de la evaluación, a veces es el proceso de aprendizaje
Zabala Vidiella, Antoni, “La evaluación”, en La práctica
educativa. Cómo enseñar, Barcelona, Braó (Serie
Pedagogía, 120), 1998, pp. 203-231.
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seguido por el alumno o los resultados obtenidos, mientras que otras veces se desplaza a
la propia intervención del profesorado.
Para dilucidar el alcance de las diferentes definiciones puede ser útil hacer un
cuadro de doble entrada que contenga, por un lado y por separado, el proceso de
enseñanza/aprendizaje individual que sigue cada alumno y, por el otro lado y para cada
uno de ellos, los posibles objetos y sujetos de la evaluación.
En el Cuadro 1 podemos ver que toda intervención educativa en el aula se articula
en torno a unos procesos de enseñanza/aprendizaje que pueden analizarse desde
diferentes puntos de vista. Fijémonos, en primer lugar, en el proceso que sigue cada
alumno. En este caso se puede distinguir la manera en que el chico o chica está
aprendiendo de lo que hace el profesor/a para que aprenda, es decir, el proceso de
enseñanza. A pesar de que enseñanza y aprendizaje se encuentran estrechamente
ligados y forman parte de una misma unidad dentro del aula, podemos distinguir
claramente dos procesos evaluables: cómo aprende el alumno y cómo enseña el
profesor o la profesora. Por lo tanto, tenemos dos sujetos de la evaluación, lo que
podríamos denominar una doble dimensión, aplicable también al proceso que sigue todo
el grupo-clase.
Cuadro 1
PROCESO INDIVIDUAL Sujeto Alumno/a Profesor/a
ENSEÑANZA/APRENDIZAJE Objeto Proceso aprendizaje Proceso enseñanza
PROCESO GRUPAL Sujeto Grupo-clase Equipo docente
ENSEÑANZA/APRENDIZAJE Objeto Proceso aprendizaje Proceso enseñanza
No obstante, las definiciones más habituales de la evaluación remiten a un todo
indiferenciado que incluye procesos individuales y grupales, el alumno o la alumna y el
profesorado. Este punto de vista es plenamente justificable, ya que los procesos que
tienen lugar en el aula son procesos globales en que es difícil, y seguramente innecesario,
separar claramente los diferentes elementos que los componen. Pero, dado que nuestra
tradición evaluadora se ha centrado exclusivamente en los resultados obtenidos por los
alumnos, es conveniente darse cuenta de que al hablar de evaluación en el aula se
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puede aludir particularmente a alguno de los componentes del proceso de
enseñanza/aprendizaje, como a todo el proceso en su globalidad.
Tal vez la pregunta que nos permita dilucidar en cada momento cual debe ser el
objeto y sujeto de la evaluación sea aquella que corresponada a los mismos fines de la
enseñanza: ¿por qué tenemos que evaluar? Seguramente, a partir de la respuesta a
dicha pregunta surgirán otras, como por ejemplo, qué se tiene que evaluar, a quién hay
que evaluar, cómo se debe evaluar, cómo tenemos que comunicar el conocimiento
obtenido mediante la evaluación, etc.
En este capítulo nos formularemos estas cuestiones e intentaremos encontrar
respuestas. Puesto que se trata de un tema polémico que puede enfocarse desde
diferentes perspectivas, no pretendemos aportar soluciones definitivas sino coherentes
con los marcos de referencia que hemos ido adoptando.
¿A quién y qué se debe evaluar?
Los sujetos y los objetos de la evaluación
Al igual que en otras variables de la enseñanza, y como ya hemos manifestado
reiteradamente en otros apartados de este libro, muchos de los problemas de
comprensión de cuanto sucede en las escuelas no se deben tanto a las dificultades reales
como a los hábitos y costumbres acumulados de una tradición escolar cuya función
básica ha sido selectiva y propedéutica. En una concepción de la enseñanza centrada
en la selección de los alumnos más preparados para continuar la escolarización hacia los
estudios universitarios, es lógico que el sujeto de evaluación sea el alumno, y que se
consideren objeto de la evaluación los aprendizajes alcanzados respecto a las
necesidades que se han establecido como futuras -las universitarias. De esta forma se
prioriza una clara función sancionadora: calificar y sancionar desde pequeños a aquéllos
que pueden triunfar en esta carrera hacia la universidad.
Ahora bien, podemos entender que la función social de la enseñanza no sólo
consiste en fomentar y seleccionar a los que “valen más” para la universidad, sino que
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