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¡¿”CONSTRUIR” LECTORES?!


Enviado por   •  6 de Junio de 2012  •  1.484 Palabras (6 Páginas)  •  307 Visitas

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¡¿”CONSTRUIR” LECTORES?!

Michéle Petit

Antropóloga en el Laboratorio “Dinámicas Sociales y Recomposición de los Espacios” (Centro Nacional de Investigación Científica-CNRS, Universidad de París I). Titular de un doctorado de tercer ciclo en letras y ciencias humanas así como del diploma de la Escuela Nacional de Lenguas Orientales vivas. Es autora de unos 20 artículos sobre lectura publicados en obras colectivas y revistas así como de un gran número de conferencias y ponencias en coloquios y seminarios.

Traducido del francés por Miguel y Malou Paleo.

Presentado en el Congreso Internacional de editores de Buenos Aires. Mesa redonda “Estrategias para la construcción de lectores”.

Quisiera ante todo agradecer el honor de haber sido invitada a participar en esta mesa redonda, y expresar mi particular reconocimiento a Alejandro Katz. Les confieso que junto con el placer de encontrarme aquí me siento un tanto incómoda en cuanto al tema: “Estrategias para la construcción de lectores”. Ustedes se refieren, si no me equivoco, a los procesos por los cuales alguien se convierte en lector, y al margen de maniobra que pueden tener los editores o los mediadores del libro para que un número mayor de personas se conviertan en lectores.

El objeto de mis investigaciones no es tanto como podemos “construir” lectores, para retomar esa expresión, sino más bien cómo la lectura ayuda a las personas a construirse, a descubrirse, a hacerse un poco más autoras de su vida, sujetos de su destino, aun cuando se encuentran en contextos sociales desfavorables . Me interesa particularmente describir de qué manera, y apropiándose de textos que ustedes editan, o de fragmentos de textos, hay niños, adolescentes, mujeres, hombres, que elaboran un espacio de libertad a partir del cual pueden darle sentido a sus vidas, y encontrar, o volver a encontrar la energía para escapar de los callejones sin salida en los que estaban bloqueados.

En efecto, mientras se derraman lágrimas para lamentar calamidades que van desde el déficit de la lectura hasta la muerte del libro, yo puedo anunciarles por lo menos una buena noticia: cuando uno tiene la suerte de acceder a ella, la lectura siempre produce sentido, incluso tratándose de jóvenes, incluso en medios que a priori están alejados de la lectura letrada. La lectura siempre produce sentido, aun para lectores poco asiduos, que si bien no dedican mucho tiempo a esa actividad, saben que algunas frases halladas en un libro pueden a veces influir en el rumbo de una vida. Y esa práctica tiene para ellos virtudes singulares, que la distinguen de otros entretenimientos: para ellos el libro es más importante que lo audiovisual en un terreno: cuando abre a la fantasía, a lo imaginario, al mundo interior.

Al igual que ellos, estoy convencida de que la lectura sigue siendo una experiencia irremplazable, donde lo íntimo y lo compartido están ligados de modo indisoluble, y también estoy convencida de que el deseo de saber, la exigencia poética, la necesidad de simbolizar nuestra experiencia constituyen nuestra especificidad humana. Por todo eso, yo estoy empeñada en que cada uno y cada una puedan tener acceso a sus derechos culturales, y en particular a los libros, con los cuales él o ella van a situarse en una lógica de creatividad y de apropiación.

Sin embargo, no estamos en ese punto. Yo les decía que la lectura siempre produce sentido, si tenemos la suerte de acceder a ella. Pero para mucha gente, existe allí un mundo que no está a su alcance. Una escolarización insuficiente puede ser una de las causas de esa situación, pero tampoco podemos imaginar que leer sería algo espontáneo para los que fueron a la escuela. La ausencia física de los libros y la distancia que separa de ellos representan obstáculos. Pero además, y eso lo he comprobado escuchando a los lectores, el hecho de leer puede revelarse imposible, o arriesgado, cuando significa entrar en conflicto con los valores o las pautas de vida del lugar, del medio en que cada uno vive.

En algunas sociedades poco ilustradas, leer un libro era internarse en un mundo peligroso, afrontar al diablo. Semejante miedo puede hacernos sonreír hoy en día, cuando todos celebran los placeres de la lectura o deploran los estragos del analfabetismo. Y sin embargo… En Francia, en este año 2000, día tras día, existen muchachos que aman la poesía y leen clandestinamente para evitar que los otros les golpeen duramente, tratándolos de “olfa” o “trolo”;

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