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Cazadores De Microbios


Enviado por   •  13 de Octubre de 2013  •  10.751 Palabras (44 Páginas)  •  213 Visitas

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CAZADORES DE MICROBIOS

Capitulo I ANTONIO VAN LEEUWENHOEK EL PRIMER CAZADOR DE MICROBIOS

Leewenhoek fue el primero en asomarse a un mundo nuevo, poblado de millares de especies de seres pequeñísimos, ningún poeta ni historiador alguno evoca la figura de Leewenhoek, porque su vida fue una lucha única, tenaz, contra las mayores dificultades. Cuando en Leeuwenhoek nació el deseo de hacer investigaciones, la investigación científica aún no había llegado a ser una “profesión”, era aquel un mundo en que la ciencia empezaba a ensayar sus primeros pasos, la ciencia que no es otra cosa sino el intento de aproximarse a la verdad mediante la observación cuidadosa y el pensar despejado.

• 4. Poco sabemos de la vida de Leewenhoek entre los 20 y 40 años, pero es indudable que durante esa época paso por ser un hombre ignorante, no sabía hablar más que el holandés, dialecto despreciado por el mundo culto, por considerar lengua de tenderos, pescadores y cavadores de zanjas, su “ignorancia” fue una gran suerte para él porque aislado de toda la charlatanería docta de su tiempo, no tuvo otro guía que sus propios ojos, sus propias reflexiones y su propio criterio.

• 5. Nunca se habrá conocido hombre más difícil de convencer que Leewenhoek, jamás escribió palabras acerca de lo que observaba, jamás hizo un dibujo hasta que después de mirar cientos de veces la misma cosa en idénticas condiciones, estaba seguro de que no había variación alguna, aun así no quedaba del todo satisfecho y solía decir: “la gente que por primera vez mira por un cristal de aumento dice: ahora ve una cosa luego ve otra; es que el observador más experto puede equivocarse, pero las he hecho con satisfacción sin hacer caso de quienes le preguntaban, más yo no escribo para esas gentes, escribo solamente para los filósofos.

• 6. Cuando nació Leewenhoek no existían microscopios sino simples lupas o cristales de aumento, a través de los cuales podía haber estado mirando el holandés hasta hacerse viejo, sin lograr descubrir un ser más pequeño que el acaro de queso, más ésta su extravagancia aparente se reveló más tarde como preparación para aquel día imprevisto en que observó a través de su lente de juguete montada en oro, una pequeña gota de límpida agua de lluvia.

• 7. Leewenhoek era un hombre muy desconfiado. Aquellos animalitos eran enormemente pequeños y demasiado extraños para tener existencia real, y por esta razón volvió a observarlos, de nuevo vio a aquellos seres, no solo una sola especie, sino otra más grande que la primera, “moviéndose con gran agilidad, porque tenía varios pies increíblemente sutiles”. Descubrió una tercera especie y una cuarta, tan pecunia que no acertó a discernir su forma. Pero está viva. ¡Se mueve, recorre grandes distancias en este mundo de una gota de agua! ¡Qué seres más listos!, así los describió Leeuwenhoek.

• 8. Le pareció absurdo el que aquellos animalillos cayeran con la lluvia del cielo. ¡Seguramente que Dios no podía hacer surgir de la nada a los animalillos que había encontrado en el tiesto! Pero, ¿cómo resolver este problema? Él experimento, estaba lloviendo y lavo cuidadosamente un vaso, lo enjugó y lo puso debajo del tubo de bajada del canalón del tejado y corrió a examinarla al microscopio... ¡Sí! Allí estaban, nadando, unos cuantos bichos..., pero en realidad esto no probaba nada, podía ser que vivieran en el canalón y hubieran sido arrastrados por el agua... Entonces tomo un gran plato, lo lavo con todo esmero y saliendo al jardín lo colocó encima de una gran cajón, para evitar que las gotas de lluvia salpicaran barro dentro del plato, después recogió unas gotas en uno de sus delgados tubitos y regresó a su laboratorio “Lo he demostrado. Esta agua no tiene ni un solo bicho. ¡No vienen del cielo!”, tratando de ver más de cerca, intentando encontrar la razón de las cosas. ¿Por qué tiene sabor picante la pimienta? Tal fue la pregunta que se formuló un buen día, y ésta fue su conjetura: “En las partículas de pimienta debe haber pinchitos, que son los que pican en la lengua al comerla ¿Pero existirán tales pinchitos?

• 9. En vista de ello, la Real Sociedad encargo a Tober Hooke y Nehemiah Grew que construyeron los mejores microscopios de que fueran capaces, y que preparasen agua de pimienta con la mejor calidad de pimienta negra. El 15 de noviembre de 1777 llegó Hooke a la reunión con su microscopio y presa de gran excitación, porque Antonio Van Leewenhoek no había mentido. ¡Allí estaban los bichejos fabulosos, un mundo encantado! Los miembros se levantaron de sus asientos y se apiñonaron en torno al microscopio; miraron y exclamaron: ¡Ese hombre debe ser un observador mágico!...

• 10. Malyneus ofreció a Leeuwenhoek un precio generoso por uno de sus microscopios. Seguramente podría desprenderse de uno, ya que tenía cientos de ellos, ¡Pues no! Pasaron los años, se volvió más brusco y desconfiado, se pasaba más y más mirando por sus centenares de microscopios e hizo sinnúmero de descubrimientos sorprendentes. En la cola de un pececillo observó, él primero entre todos los hombres, los vasos capilares por los que pasa la sangre de las arterias a las venas, confirmando así la teoría de la circulación de la sangre del ingles Harvey.

• 11. Así fue el primer cazador de microbios. En 1723, a la edad de noventa años, en su lecho de muerte, hizo llamar a su amigo Hoogvliet. No pudo alzar la mano; sus ojos, antes llenos de animación, estaban apagados, y la muerte empezaba a bajarle los párpados; murmuro: Hoogvliet, amigo mío, te ruego que hagas traducir al latín estas dos cartas que hay encima de la mesa... Envíalas a Londres a la Real Sociedad... Hoogvliet cumplía su promesa que había de hacer cincuenta años antes, y al escribir las cartas decía: “Envío a ustedes, documentos señores, este último presente de mi moribundo amigo, esperando que sus postreras palabras les serán gratas.”

• 12. Capitulo II LÁZARO SPALLANZANI LOS MICROBIOS NACEN DE MICROBIOS

• 13. A semejanza de Leeuwenhoek, el joven italiano tuvo que sostener grandes luchas con su familia para llegar a ser un cazador de microbios. El joven Spallanzazani estaba tan decidido a arrancar sus secretos a la naturaleza como lo estuvo Leeuwenhoek, si bien eligió un camino totalmente diferente para llegar a ser hombre de ciencia. La emoción y la dignidad de profundizar en el estudio de la Naturaleza empezaron a abrirse en los laboratorios retirados de los filósofos.

• 14. Spallanzazani se lanzó con ardor a la tarea de recoger los conocimientos más diversos, a poner a prueba toda clase de teorías, a descartar todas las autoridades por famosas que fuesen y frecuentó el trato de todo género de personas, desde obesos obispos, funcionarios

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