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Ciencia Politica


Enviado por   •  7 de Junio de 2015  •  9.961 Palabras (40 Páginas)  •  162 Visitas

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Ciencia, política e ideología

Introducción

Buenas noches, mi nombre es Santiago Gándara. Ya adelantó Carlos Mangone la clase pasada que me voy a hacer cargo de este teórico y del próximo que tienen como títulos "Ciencia, política e ideología" y como bibliografía los editoriales de las revistas Comunicación y Cultura y Lenguajes, el artículo de Eliseo Verón acerca del estructuralismo en Argentina y en Chile, la reseña de Paula Wasjman al libro Para leer al Pato Donald -cuyos fragmentos están leyendo en prácticos- y el artículo de Héctor Schmucler La investigación en comunicación masiva. Esa es la bibliografía básica y, si nos da el tiempo, tocaría algunos núcleos de los textos que aparecen en la bibliografía complementaria. Particularmente algunas de las entrevistas y un artículo de docentes de semiótica que hacen una evaluación de la revista Lenguajes.

La estructura de la clase la pensé en tres zonas. En la primera vamos a tratar de caracterizar una de las tendencias más importantes de la investigación en comunicación y cultura en los años ´60 y ´70, lo que se llama crítica ideológica.

La idea es definir qué se entiende por crítica ideológica y al mismo tiempo abrir un mapa de autores y de conceptos claves que aportan a la conceptualización de la misma. Vamos abrir un mapa con dos grandes tradiciones: la tradición marxista por un lado y la tradición de la semiología sausseriana por el otro. La segunda parte va a hacer referencia al estado del campo de la comunicación y la cultura. En tal sentido lo que vamos a hacer primero es definir lo que entendemos por "campo". La clase pasada Carlos hizo referencia seguramente a este proceso que va de la autonomía, pasa por la institucionalización y la profesionalización para terminar en la burocratización de los saberes. Un proceso que caracteriza lo que se llama el campo de la investigación en comunicación y cultura. Lo que vamos a hacer en primer lugar (posiblemente él lo haya mencionado) es tratar de entender el concepto de campo, un concepto operativo que trabajaremos la clase de hoy, la próxima y los encuentros sucesivos hasta que cerremos la reconstrucción del campo en los ´60 y ´70, los ´80 y finalmente en los ´90. Si todo va bien y llegamos, a la tercera parte la denomine “derivaciones”: qué es lo que quedó de la crítica ideológica, de los debates de los ´60 y ´70 en la actualidad. Por eso les decía voy a tocar algunos de los núcleos a las entrevistas a Armand Mattelart, Eliseo Verón, Héctor Shmucler, Traversa, y ese artículo que les había mencionado que hace un balance de la revista Lenguajes después de 30 años de su primera publicación.

Lo que les propongo es que, a partir de las lecturas que hayan realizado del material, levanten la mano, intervengan, interrumpan y establezcamos una especie de diálogo o por lo menos convirtamos el teórico en algo “menos” monológico.

Previamente me parece importante establecer una especie de sumarísima cronología para que nos podamos meter en la situación de los ´60 y ´70, para que podamos comprender cuál es el contexto social, político y económico en el que estos autores (Verón, Traversa, Schmucler, Mattelart) están pensando lo que debe significar investigar en comunicación y cultura. Esa sumarísima cronología debería apuntar a 1959 como una fecha clave, la Revolución Cubana. No nos vamos a extender en esto porque podemos entender la importancia, el efecto que produjo y sigue produciendo la Revolución Cubana no sólo a nivel más general (partidos, cuadros políticos, etc.), sino concretamente sobre los intelectuales. Una segunda fecha sería 1969, el Cordobazo. Una rebelión obrera estudiantil que no sólo al poco tiempo derrumba a Juan Carlos Onganía sino que produce como efecto el aceleramiento de la retirada del poder de los militares y el llamamiento a elecciones. La otra fecha, 1970, particularmente importante acá porque vamos a hablar del estructuralismo en Chile, es la asunción de un frente de partidos, la llamada Unidad Popular que estaba hegemonizado por el Partido Socialista y el Partido Comunista. 1973, dictadura de Pinochet; en nuestro país es la elección de la formula Cámpora- Solano Lima, expresión de la izquierda peronista. 1976 es la última fecha que les propongo: la dictadura como un cierre de este período.

Uno podría analizar distintos procesos que se han dado desde este ´59 hasta el ´76. Los relatos más habituales insisten en el avance de las luchas guerrilleras. El ejemplo de la Revolución Cubana planteaba la posibilidad de la toma del poder a través de la vía armada. Pero prefiero tomar otros dos procesos que creo nos van ayudar a interpretar no sólo qué significa la crítica ideológica sino también cuál es el estado del campo. Uno de esos procesos es el ascenso progresivo, creciente, de las luchas de la clase obrera y de la organización de la misma (podríamos fecharlo antes pero digamos desde el ´69 en adelante) ¿Qué manifestaciones tiene esto? En principio las huelgas, también el desarrollo de las comisiones internas fabriles y particularmente el control de la vida en las fábricas, un control que se desarrolla a tal punto que las primeras evaluaciones que los medios masivos y la burguesía hacen posgolpe (las evaluaciones que se hacen en abril por ejemplo) apuntan que el resultado más inmediato que produce la dictadura se advierte en la recuperación de la vida fabril, que aumenta la productividad. ¿Por qué elijo el ascenso de las luchas obreras? Porque me parece que nosotros ahí podemos tener un elemento que está ejerciendo una presión (en todo el sentido de la palabra) sobre los intelectuales. Esa lucha y esa radicalización de la lucha presiona sobre los intelectuales al punto tal que deben redefinirse y recolocarse frente a la situación política y social.

Ustedes deben haber escuchado muchas veces el concepto de “intelectual comprometido” o la idea del “compromiso” del escritor, del ensayista, del artista. Esa es una idea que se fragua en Francia -concretamente la pergeña Sartre- y tiene una enorme influencia en América Latina a partir de la década del ´50. Quizás el representante más claro de esa concepción del intelectual sea David Viñas y todos los que estaban alrededor de la revista Contorno (nombrada al pasar en el artículo de Verón) que agrupaba a los Viñas (David e Ismael), Oscar Massota, Carlos Correa, Noe Jitrik, etc. La idea del intelectual comprometido (sin querer desarrollarlo mucho ahora) es la de aquel que desde su especificidad (especificidad que le da una legitimidad pública) interviene opinando, denunciando la cosa pública, y esa denuncia puede ser la guerra de Vietnam, la guerra de Argelia o una situación de injusticia social en América.

Ese concepto del intelectual en

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