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Ciencia Y Tecnologia

maestrorey17 de Octubre de 2012

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CONSIDERACIONES SOBRE LA DIMENSIÓN ÉTICA EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Suárez Rodríguez, G. y Tovar Horta, M.: "Consideraciones sobre la dimensión ética en ciencia y tecnología ", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Junio 2012, www.eumed.net/rev/cccss/20/

Introducción:

La tecnología es un fenómeno social que surge y se despliega en un complejo sistema cultural, donde hay que tener en consideración los conocimientos, hábitos y valoraciones que cada sociedad impone por medio de rasgos singulares y universales. Esta ha invadido la sociedad contemporánea e incluye la dinámica de vida del ciudadano común, es un proceso donde no solo el hombre transforma el entorno, sino que se transforma a sí mismo y a su vez la escala de valores.

La ciencia debe estar al servicio del conocimiento y la razón para contribuir a la emancipación del ser humano, lejos de la influencia del poder, debe detenerse ante el juicio moral sin pretender juzgarla ni invalidar sus propuestas, tanto la una como la otra modifican todas las formas de vida, crea nuevas creencias, comportamientos e ideologías.

Desarrollo:

La importancia de la ciencia y la técnica en pleno siglo XXI está fuera de discusión. La tecnología se ha convertido en un factor de poder en las relaciones internacionales, ambas son procesos sociales, encaminados al propio desarrollo de la humanidad. Sin embargo, el desarrollo acelerado de las tecnologías no ha hecho otra cosa que agravar las desigualdades entre los pueblos.

La ciencia debe estar al servicio del conocimiento y la razón para contribuir a la emancipación del ser humano, lejos de la influencia del poder, debe detenerse ante el juicio moral sin pretender juzgarla ni invalidar sus propuestas, tanto la una como la otra modifican todas las formas de vida, crea nuevas creencias, comportamientos e ideologías.

En el presente, el vertiginoso impulso de la ciencia y la tecnología, nos conduce a valorar cada vez más las consecuencias e impactos que este causa a la naturaleza y a la sociedad; razón por la cual pretendemos plasmar en este apartado algunas consideraciones sobre su dimensión ética.

La tecnología es un fenómeno social que surge y se despliega en un complejo sistema cultural, donde hay que tener en consideración los conocimientos, hábitos y valoraciones que cada sociedad impone por medio de rasgos singulares y universales; “en la maquinaria existen valores humanos, la máquina no tiene ni exigencias ni fines, es el espíritu humano el que tiene exigencias y establece las finalidades.

Esta ha invadido la sociedad contemporánea e incluye la dinámica de vida del ciudadano común, es un proceso donde no solo el hombre transforma el entorno, sino que se transforma a sí mismo y a su vez la escala de valores. Por esto, resulta casi automático afirmar que cada sociedad posee el tipo de ciencia que corresponda a su modo de producción.

Sin dudas, el progreso científico tecnológico deviene cada vez más como un asunto contradictorio y ambivalente que abre a la humanidad posibilidades, en muchos casos en bien y en otros en mal, en dependencia del espejo con que se observen los resultados alcanzados.

Algunos científicos ven a la tecnología como la solución de todos los males sin importar las consecuencias y beneficios. En cambio otros se desvelan con las terribles consecuencias que va dejando tras de sí el uso indiscriminado del desarrollo y el avance científico-tecnológico. Según, Agazzi (1996), el hombre ha estado habituado largo tiempo a ver la ciencia y la tecnología como actividades destinadas únicamente a producir beneficios para la humanidad, incluso porque se consideraba capaz siempre de seleccionar lo positivo y dominar o eliminar los eventuales efectos negativos del desarrollo científico- tecnológico por medio de los instrumentos procurados por este. (3)

No debemos estar tan seguros de la capacidad del hombre para regular con sensatez los desafíos de sus propios actos en la producción, así como de su interactuar práctico con la naturaleza y la sociedad.

Tomar conciencia y realizar valoraciones de estos peligros no debe quedarse a nivel individual sino que “deben producirse solamente a un nivel social, pues efectivamente, son la humanidad o la sociedad en sentido alto las que están expuestas al riesgo de futuros desastres, o ciertamente a la futura aniquilación, mientras que, a pesar de todo, el individuo singular tiene tendencia a creer que la tragedia se producirá en todo caso después de él”.

Es preciso poner coto a tiempo y revertir tendencias negativas con reglamentaciones, normativas éticas y jurídicas para la creación científica y tecnológica, así como para su aplicación práctica.

Muchos autores afirman que la ciencia y la tecnología son neutros y desplazan la responsabilidad de sus efectos nefastos a los decisores de su utilización ¿Será acaso que los científicos no tienen responsabilidad alguna con las consecuencias negativas de los descubrimientos? ¿Entonces, no nos queda otra que aceptar de forma positiva las consecuencias negativas del desarrollo científico-tecnológico? ¿Acaso la sociedad no tiene derecho a elegir qué tipo de avance científico necesita, a preguntarse al servicio de quién se encuentra o cual será su impacto?. En las últimas décadas de este siglo existe una institucionalización de los estudios socio-humanistas de la tecnología y su historia, específicamente la filosofía de la tecnología.

Según, Carl Mitchan, la primera conferencia que expresó este tipo de filosofía fue el Congreso Mundial de Filosofía en 1911 siendo retomado después de la Segunda Guerra Mundial aunque desde el siglo pasado han existido intentos por comprender e interpretar a la tecnología. Los estudios filosóficos acerca de la tecnología tienen como motivación esencial reflexionar acerca de esta y su relación con el hombre y la sociedad.

Durante los años 60 se intentan integrar los intereses teóricos y prácticos. En los 70 se renueva el debate sobre la dimensión socio humanista con respecto a la tecnología donde comienzan aparecer publicaciones periódicas. La década del 80 promovió la creación de centros de investigación acerca de estos temas. Actualmente se consolidan e institucionalizan ramas del saber que abordan el fenómeno tecnológico.

Afirma Núñez (1999), los estudios sociales de la ciencia desarrollada durante este siglo han puesto de manifiesto la naturaleza social de la práctica científica y su consecuente comprometimiento con los valores, prioridades e intereses propios de la estructura y los agentes sociales. Es decir, la ciencia es una actividad social vinculada a las restantes formas de la actividad humana.

En este contexto de interconexiones ocupa un lugar de importancia el de las implicaciones éticas del propio avance tecnológico. Los problemas valorativos del quehacer tecnológico está entre la cuestiones de mayor complejidad en la actual filosofía de la tecnología y en la práctica de los cambios especializados.

La cuestión resulta tanto más crucial en la medida que el propio conocimiento ha puesto de manifiesto que, a las puertas del siglo XXI, la humanidad afronta la inexcusable necesidad de rectificar estilos y formas de desarrollo económico que de continuar su desenfrenado ritmo y seguir agravando las terribles contradicciones entre la opulencia y la precariedad de la subsistencia, amenazan agotar para siempre recursos inapreciables del patrimonio planetario, y lo que es peor, comprometer la existencia misma de las futuras generaciones (Clark, 1999).

Son innegables, cuestiones tales, como: la creciente interdependencia ciencia-economía pues el mercado necesita nuevos aportes para poder ofertar otras opciones que le ofrezca la innovación, el acortamiento creciente del tiempo entre el momento de un descubrimiento científico y el de su aplicación. Sin embargo, las investigaciones demandan financiamiento cada vez más mayores.

Por supuesto, estas contradicciones reflejan algunas consecuencias, por ejemplo en el campo de la propiedad intelectual en las ciencias biológicas. Algunos consideran inaceptable todo tipo de patente con respecto a los seres vivos, hasta los que rechazan el planteamiento de genes naturales, pero no así el de los organismos manipulados o construcciones genéticas artificialmente obtenidas. En el campo de la informática, el desarrollo del conocimiento es tan acelerado que la capacidad de los nuevos sistemas tiende a mantener en constante obsolescencia a los materiales de propagación existentes; sin incertidumbre, una nueva era de la informática y las comunicaciones se vislumbran.

No es menos cierto que el progreso científico-tecnológico, nos ha conducido a una mejor comprensión de los naturales, al mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo del hombre, hoy sabemos que las enfermedades no son provocadas por seres sobrenaturales, se pueden curar con vacunas y medicamentos.

En alguna medida, la tecnología ha liberado al hombre facilitando su productividad en el trabajo humanizando sus condiciones, pero no se puede obviar que a lo largo de la historia de la ciencia y la tecnología han sido esgrimidos diversos ejemplos como amenazas creadas por él mismo sin una denuncia adecuada.

La velocidad del crecimiento de los conocimientos, el impacto de sus aplicaciones y la repercusión de sus efectos amenazan no a un individuo sino a la humanidad que se encuentra en peligro de extinción o de estar agredida en sus normas de existencia más profundas y desarrolladas durante milenios, es un dilema ético obligado a examinarlo con responsabilidad en toda su magnitud.

En las postrimerías del siglo XX aparecen

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