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Definir la inteligencia


Enviado por   •  30 de Mayo de 2013  •  Tutorial  •  1.868 Palabras (8 Páginas)  •  354 Visitas

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ACTIVIDAD SEMANA 2

SINTESIS

Definir la inteligencia es una tarea casi imposible de abordar, ya que este término se refiere a una amplia gama de realidades que, a la vez, presentan rasgos distintivos muy marcados, así como una trama harto compleja de vínculos, interacciones e interdependencias inherentes. Como la finalidad de este trabajo no es la de hacer un análisis del concepto de “Inteligencia”, sino que se quiere asumir éste como concepto axial del trabajo de síntesis de las temáticas propuestas para la segunda unidad del curso virtual del SENA “Estrategias Pedagógicas para el Desarrollo del Pensamiento”, se evitará la polémica en torno a este tema y se pasará directamente a definir la inteligencia, a modo de hipótesis de trabajo, como el sistema de interacciones cognitivo-emocionales que se establecen al interior del sujeto personal, y entre éste y su entorno (natural y social), a través de las cuales se conoce y se comprende a sí mismo, conoce y comprende dicho entorno, y generares puestas comportamentales pertinentes, eficientes, eficaces, efectivas, constructivas y creativas ante las circunstancias, las necesidades, y los problemas que se le presentan en dicho sistema de interacciones.

En orden a esta definición de inteligencia, la denominada “Teoría de las Inteligencias Múltiples” resulta ser un aporte muy significativo para su comprensión. La teoría de las inteligencias múltiples fue propuesta por Howard Gardner (Multiple Intelligences, 1983); en ella la inteligencia «no es vista como algo unitario, que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de generalidad, sino como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas e independientes, y es definida como la «capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas. Howard, en colaboración con su equipo de la Universidad de Harvard, identifica ocho tipos de inteligencia, las cuales están presentes en todos los seres humanos, aunque cada una desarrollada en mayor o menor grado en los distintos individuos.

Otro aporte contemporáneo, de gran importancia para la comprensión de la inteligencia, lo hizo Daniel Goleman con su concepto de Inteligencia Emocional (Emotional Intelligence, 1995), la cual es definida como «la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos». Ya en el modelo propuesto por Gardner vemos una disidencia, por así decirlo, con respecto al concepto tradicional de inteligencia; mientras que éste se ocupa casi que exclusivamente de la dinámica cognitiva, de modo que lo emocional aparece sólo como un factor vicario, cuando no indeseado, o, en todo caso, deseablemente supeditable a la cognición; Gardner, por su parte, y superando esta visión sesgada de la inteligencia, incluye dentro de su clasificación de las inteligencias la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal. Con su teoría, Goleman nos recuerda algo que ya Freud había puesto de manifiesto con base en sus investigaciones científicas: que los actos del ser humano no son todo razón, y que no todos los actos humanos son racionales, sino que, por el contrario, muchos de los comportamientos humanos están dominados, clara o subyacentemente, por impulsos instintivos o emocionales. El asunto, en lo tocante al desarrollo de la inteligencia, es que la persona ha de ir aprendiendo, a partir del proceso de formación y educación, a tener dominio sobre sus instintos y sus emociones, a fin de adquirir un carácter fuerte y una personalidad equilibrada. Para alcanzar esa meta, es importante que la persona aprenda a:

1. Tomar consciencia de las emociones que están incidiendo en su comportamiento

2. evaluar si esta incidencia está teniendo un impacto positivo o negativo en los ámbitos personal y social

3. Aprovechar, canalizar y manejar adecuadamente estás emociones a fin de tener un mejor dominio de sí (formación del carácter)

4. Reconocer emociones en los demás, a fin de lograr un mejor desempeño en la vida social. De este modo, se obtendrá un desarrollo armónico de la inteligencia emocional. Esto está a tono con los programas que se manejan en New Haven para el desarrollo armónico de la personalidad, que consisten en cinco puntos esenciales:

• Autoconocimiento emocional

• Manejo de las emociones

• Aprovechamiento productivo de las emociones

• Empatía: interpretación de las emociones (de los demás)

• Manejo de las relaciones interpersonales

En lo expuesto hasta ahora, se ve claro que la inteligencia es un fenómeno complejo. Si a este hecho le sumamos el de que la realidad misma es compleja, se deducirá de ello que la forma de abordar el conocimiento, la comprensión y la intervención del entorno por parte del ser humano, ha de ser igualmente compleja. Es acá donde encaja la teoría del “Pensamiento Complejo”, propuesta por Edgar Morín. De acuerdo con los planteamientos de este autor, puesto que la realidad es compleja, el conocimiento entonces, debe ser un proceso «a la vez, biológico, cerebral, espiritual, lógico, lingüístico, cultural, social e histórico», no sólo cognitivo. Así pues, pensar complejamente o, mejor dicho, pensar desde la complejidad, significa comprender y explicar la realidad simultáneamente desde todas las perspectivas posibles y por medio de las más diversas áreas del conocimiento (entendimiento transdiciplinar).Teniendo claro pues, qué es inteligencia, que ésta es un sistema complejo, y la necesidad de promover el desarrollo de la inteligencia en su complejidad, pasemos ahora a la forma conseguir ese desarrollo. Ya se ha mencionado, al menos tangencialmente, que el factor fundamental para el desarrollo de la personalidad y la inteligencia de la persona es la educación, entendida ésta como el proceso por el cual se ayuda «al sujeto a desarrollar, al máximo de sus posibilidades y de forma integral e integrada, sus facultades humanas (emocionales, intelectuales y biofísicas; personales y sociales), de forma que llegue a ser una persona realizada en el plano subjetivo, y funcional, productiva y constructiva en el plano colectivo». Para ello, el agente educativo dispone una serie de experiencias que buscan dinamizar la inteligencia

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