Derechos De Los Migrantes
adrianacvl3 de Agosto de 2014
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PRESENTACIÓN
En los últimos 80 años, más de tres millones de peruanas y peruanos han emigrado de nuestro país, principalmente, en busca de mejores oportunidades de vida. Dicha cantidad, fuertemente acrecentada entre 1996 y 2006, permite sostener que la migración internacional constituye, para millones de connacionales, una alternativa viable para procurarse un mejor proyecto de vida, aun cuando el proceso migratorio no está exento de dificultades. Como respuesta al realce observado en los últimos años, el Estado peruano ha desarrollado una política migratoria que ha privilegiado, básicamente, la perspectiva de seguridad frente a la inmigración, así como la protección y atención de los nacionales que deciden migrar al extranjero. De este modo, el marco normativo existente y la forma utilizada por el Estado peruano con que se ha estructurado institucionalmente con relación al tema migratorio responden a las dos perspectivas anteriormente señaladas, a cargo de la Dirección General de Migraciones y Naturalización y del Ministerio de Relaciones Exteriores, respectivamente. No obstante, los nuevos retos que la migración internacional conlleva hacen necesario realizar un esfuerzo mayor para articular a todas las instituciones del Estado en la implementación de una política pública integral en materia de migraciones, desde un enfoque de protección de derechos que comprenda tanto a los migrantes peruanos como a los migrantes extranjeros en el Perú, en cada una Defensoría del Pueblo de las etapas del proceso migratorio. Ciertamente, algunas instituciones presentan importantes iniciativas para incorporar la perspectiva de integralidad y de protección de derechos en la política migratoria. Un claro ejemplo de ello es la reforma consular para la protección, asistencia y promoción de las comunidades peruanas en el exterior, establecida por el Ministerio de Relaciones Exteriores a partir del año 2001.
La Migración y los Derechos Humanos
La migración internacional constituye uno de los procesos sociales y económicos más importantes y complejos de los últimos tiempos. Representa para los Estados un reto que debe ser atendido de manera eficiente debido a los efectos que genera, tanto en la vida de las personas y en el ejercicio de sus derechos, como en el desarrollo de los países, la economía y la gobernabilidad. La palabra “migración internacional” hace referencia a los desplazamientos que realizan las personas que se alejan de sus residencias habituales para establecerse en forma temporal o permanente en un país distinto al suyo. Esta definición abarca tanto a los desplazamientos voluntarios como a los no voluntarios, y no sólo a aquellos que se realizan con la intención de buscar mejores oportunidades, sino a los que se realizan de manera forzada debido a especiales circunstancias políticas o sociales. El fenómeno de la migración internacional se ha convertido en los últimos años en un asunto de primer orden en las agendas de los Estados y en el debate internacional. En la actualidad se estima que el número de migrantes en el mundo sobrepasa al de 200 millones de personas, cifra que representa el 3% de la población mundial y duplica el total del número de migrantes registrados en el año 1970. La globalización ha impulsado el desarrollo de los movimientos poblacionales a escalas nunca antes vistas. La reducción de costos de transacción que comporta un escenario globalizado permite la maximización de la principal causa que explica los grandes procesos migratorios: la necesidad de satisfacer carencias de orden económico, generadas a partir de factores como el aumento de la tasa de desempleo, los índices de pobreza en los países en vías de desarrollo, el incremento de los niveles de informalidad laboral, entre otros.
Asimismo se reconoce que los desastres naturales y las guerras, tanto internas como externas, son factores que han propiciado importantes flujos de movilidad humana. Por otra parte, la migración internacional cuenta con características particulares que reflejan su alto grado de complejidad; evidentemente, es fundamental tenerlas presentes al momento de formular políticas públicas. Por ejemplo, reclaman atención el incremento de la participación de la mujer en los procesos migratorios, así como la presencia intensa de los jóvenes y de nuevos actores en estos procesos. La desigualdad económica alimenta la búsqueda de progreso y mejoras en los procesos migratorios, lo que a su vez ejerce un efecto directo en el escenario laboral. La población migrante no sólo representa un aumento considerable de la oferta laboral en el país donde se inserta, sino que además promueve nuevos procesos de competencia en el mercado local. Este contexto comporta además la desregulación de las relaciones laborales y una baja de los salarios, el aumento de tasas de subempleo y el crecimiento de los mercados informales. Por otro lado, el desarrollo y expansión de las comunicaciones y la mayor accesibilidad a los medios de transporte han permitido a más personas informarse sobre las oportunidades de emigrar. El progreso de la tecnología facilita el acceso a mayor información, generando incentivos para iniciar procesos migratorios mejor planificados al brindar la posibilidad de evaluar y comparar diferentes realidades antes de adoptar una decisión. Hoy en día es posible poner en marcha el proceso migratorio desde una cabina de Internet o mediante el uso de un teléfono. Este mismo escenario genera como contrapartida la aparición de organizaciones criminales que se dedican a lucrar con las expectativas migratorias de las personas. Además de generar diversos cambios en los países, aspectos como los descritos sitúan al migrante como un sujeto vulnerable en lo que concierne a sus derechos humanos, debido a los riesgos y posibles peligros que enfrenta.
Desde que salen de la jurisdicción de su Estado de origen o del cual son nacionales, los migrantes se encuentran en una situación de vulnerabilidad debido a la desigualdad que experimentan con relación a los nacionales del país de destino. Tal como lo ha señalado la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su Opinión Consultiva Nº 18/03, esta situación se puede manifestar “de jure (desigualdades entre nacionales y extranjeros en las leyes) y de facto (desigualdades estructurales)”. Además, “conduce al establecimiento de diferencias en el acceso de unos y otros a los recursos públicos administrados por el Estado”. En el plano social, las migraciones han generado muchas veces tensiones entre las sociedades receptoras y las comunidades de extranjeros, ocasionando la aparición de prejuicios culturales –tales como los prejuicios étnicos, la xenofobia y el racismo– que enfatizan las condiciones de vulnerabilidad y dificultan la integración de los migrantes a la sociedad. Al ser ajenos a la cultura, el idioma, las costumbres o los rasgos físicos comunes en el país receptor, los migrantes suelen ser objeto de hostilidad, discriminación y otras formas de intolerancia en las comunidades donde viven y trabajan, a lo que se suma la sensación de indefensión generada por la separación de su familia y el sacrificio del ejercicio de sus costumbres o de su estilo de vida. La especial vulnerabilidad de los migrantes se incrementa en casos particulares como el de las mujeres, los niños y niñas, y los migrantes irregulares, quienes se encuentran expuestos en mayor medida a la transgresión de sus derechos. Por ejemplo, en el caso de las trabajadoras migrantes, no sólo están expuestas a situaciones de discriminación por género, sino que los abusos y la explotación que se ciernen sobre ellas (convirtiéndolas en víctimas) son menos conocidos como consecuencia de que ocurren en los espacios más invisibles del mercado laboral, como el sector doméstico, o en las tareas que desarrollan de modo particular quienes se dedican al cuidado de menores de edad o adultos. Las mujeres, los niños y las niñas –sobre todo aquellos que no se encuentran acompañados– constituyen el grupo objetivo de las redes de trata de personas y tráfico ilícito de migrantes. Según la OIM, la gran demanda de mujeres extranjeras en la industria del sexo en los países de destino convierte a este sector en presa fácil para ser coaccionadas, transportadas y obligadas a trabajar en el extranjero. Según los estimados de la Iniciativa Global para la Lucha contra la Trata de Personas de las Naciones Unidas, la trata de personas representa un problema de alcance mundial, y el número de sus víctimas supera los 2.5 millones.
Como se ha dicho, los migrantes en situación irregular enfrentan grandes riesgos que en muchas ocasiones suponen un inminente peligro para sus vidas. Se debe entender que la migración irregular es aquella que ocurre evadiendo las reglas y procedimientos preestablecidos por los Estados para la entrada, permanencia o realización de actividades específicas como el trabajo y los estudios. Esta migración se produce cuando se cruzan las fronteras evadiendo los lugares destinados para el control migratorio; cuando se ingresa con documentación falsificada o adulterada; cuando se permanece en el país de destino con un visado o autorización vencido; cuando se incumple con la orden de abandonar el país; o cuando se realizan actividades para las cuales no se cuenta con autorización. Según la Comisión Mundial de Migraciones, un gran número de personas muere cada año al tratar de cruzar de modo irregular las fronteras terrestres y marítimas, sin ser detectadas por las autoridades. En muchas ocasiones son víctimas de traficantes de migrantes, quienes cobran grandes cantidades de dinero y no informan a sus clientes sobre los graves peligros y consecuencias que supone este
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