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EL ORÍGEN DEL HOMBRE Charles R. Darwin


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2014  •  1.680 Palabras (7 Páginas)  •  819 Visitas

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HIPOTESIS

El origen del hombre no ocurre por un acto divino o supra natural sino explicados en formas exactas por las leyes mecánicas.

INTRODUCCIÓN

El origen del hombre remite a dos puntos de vista básicos, el que tiene que ver con la ciencia y el que tiene que ver con la religión. Para algunos, ambos aspectos no son excluyentes, dado que afirmar que el humano tiene un origen divino no equivale a afirmar que no existan aspectos biológicos, argumentando que la biología es una ciencia y, como tal, no pretende discernir sobre aspectos metafísicos. Para otros, ambas perspectivas son antagónicas o mutuamente excluyentes.

Por medio de este ensayo, se hace análisis sobre las teorías que hablan presuntamente de los orígenes del hombre, ya que el mismo es una necesidad para que el ser humano comprenda su pasado y poder explicar su realidad actual. Se desarrollaron algunas explicaciones sobre el origen del hombre que sobresalen y cumplen con una función de veracidad y autenticidad en la actualidad.

DESARROLLO

Capítulo I. Pruebas de que el hombre desciende de una forma inferior.

Darwin se propone demostrar en esta obra que el hombre es el descendiente modificado de alguna forma inferior. A esta conclusión llega tras pensar que las variaciones manifestadas en el hombre en cuanto a la conformación corporal, (enfermedades, embrión, órganos, etc.), y también intelectual, están sometidas a las mismas leyes de los animales inferiores. Así, por ejemplo, el hombre posee enfermedades comunes con algunos animales; igual sucede con ciertos parásitos que son comunes; el embrión humano es semejante al de otros animales; la similitud de los distintos miembros del cuerpo es bien notoria, etc.

Este primer capítulo se dirige a probar ciertas semejanzas entre el hombre y algunos animales: en la forma del esqueleto, sistema nervioso, enfermedades, órganos rudimentarios, etc.

Basándose en ellas, el autor concluye que “el hombre y todos los demás vertebrados han sido construidos según un mismo modelo general“; admite que todos ellos tienen un origen común, y niega la idea de que fuesen el producto de actos creativos separados. Y este es precisamente el núcleo de la argumentación científica de Darwin: dos cosas semejantes tienen un origen común; argumento enriquecido con una multitud de datos que en realidad sólo evidencian semejanzas entre los seres vivos de la naturaleza, pero que no necesariamente prueban un origen común.

Capítulo II. Facultades mentales del hombre y de los animales inferiores

Habiendo descubierto señales que le parecen evidentes de que el hombre, en su forma corporal, procede de una forma inferior, analiza ahora si a esa suposición se opone la considerable diferencia de las facultades mentales del hombre sobre las de los demás animales. Ante esto sostiene que entre el hombre y los mamíferos más elevados no hay ninguna diferencia fundamental. Todas las facultades mentales son el resultado del desarrollo de instintos que se adquirieron por la selección natural de variaciones a partir de instintos más simples. Las causas por las que surgieron esas variaciones son desconocidas para Darwin. Este planteamiento equipara absolutamente al animal con el hombre en todos los aspectos, lo que posibilita que estén sometidos a las mismas emociones, que en el caso de los animales superiores son comunes a las del hombre: amor, orgullo, vergüenza, miedo, burla, etc.

Analiza también en este capítulo la creencia en Dios, y piensa que, siendo indudable la demostración racional de su existencia, es erróneo pensar que “el hombre haya estado dotado primitivamente de la creencia en la existencia de Dios omnipotente“. Sin embargo, todas las razas tienen el sentimiento de la religión, entendida como creencia en agentes invisibles o espirituales, que habría tenido origen según Darwin en los sueños, tras un desarrollo suficiente de facultades como la imaginación, la curiosidad, etc. Este sentimiento religioso aparece de modo semejante en los animales: Darwin recogió algunas opiniones en favor de esto, y la de un autor que sostuvo que el perro veía a su amo como a un dios. Así, “las mismas facultades mentales que han impulsado al hombre a creer primero en influencias espirituales invisibles, luego al fetichismo, al politeísmo, y finalmente al monoteísmo, le han arrastrado también a distintas costumbres y supersticiones extrañas“; éstas son consecuencias indirectas de las facultades más elevadas del hombre y “pueden ponerse al lado de los errores incidentales de los instintos de los animales inferiores“.

Capítulo III. Las facultades mentales del hombre y de los animales inferiores (continuación).

No puede caber duda alguna en que no existe una diferencia inmensa entre el espíritu del hombre más inferior y el del animal más elevado. Si a un mono antropomorfo le fuese posible considerar sea sí mismo de una manera imparcial, podría convenir en que, aun siendo capaz de combinar un plan ingenioso para saquear un jardín, o de servirse de piedras para combatir o para romper nueces, su inteligencia no alcanza a elaborar el pensamiento de trabajar una piedra para convertirla en herramienta. Aún le sería más difícil hacer un razonamiento metafísico, resolver un problema matemático, reflexionar sobre Dios, o admirar una imponente escena de la Naturaleza.

Hemos visto que ciertos sentimiento y emociones, diversas emociones y facultades tales como la amistad, la memoria,

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